Desde la
materia inorgánica, pasando por los seres unicelulares, hasta el mundo actual
de las especies orgánicas bien diferenciadas, podemos contemplar un proceso
lento y complejo, rematado por la presencia de esa “especie superior humana”.
Una “materia orgánica altamente organizada”, que ha tenido que sufrir mil
mutaciones y comportamientos diversos. Y podemos convenir en que las
necesidades vitales de nuestra especie han presentado diferentes matices, según
su momentánea estructura y los condicionamientos físicos de su entorno.
Teniendo en cuenta esta evolución orgánica de nuestra especie, no es de
extrañar que nos sorprendamos al constatar la endeblez de ciertos protocolos
sobre la condición humana que mueven al mundo civilizado actual. La foto adjunta creo que sirve para meditar sobre la “humana” inhumanidad de nuestra especie.

Quizá la
inhumanidad sea perenne en la naturaleza humana. Y quizá tenía razón tenía
George Bernard Shaw, cuando nos dijo que “El
peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con
indiferencia”. Y esa es la esencia de nuestra inhumanidad.
Buenas noches,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios.