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viernes, 16 de mayo de 2025

Pepe Mújica, una luz en tiempos oscuros

 

El pasado 13, fue un día triste. Murió un hombre bueno, un hombre sabio. Se nos fue una persona luchadora, humana, un referente ético y social. Nos abandonó la utopía, tan necesaria en estos tiempos. Nos dejó huérfanos de ese extraño concepto llamado integridad moral. ¡Se han ido ese día tantas cosas…! Profunda tristeza por la pérdida de un hombre con unos valores por encima de cualquier ideología.DEP, Pepe Mújica

 

Su semblanza biográfica es extensa y variada: guerrillero, rehén, presidente, filósofo. Pepe Mújica vivió en su vida, varias vidas. Ha sido un personaje de novela y más que eso. O, quizás mejor dicho, su biografía supera la ficción. Sabía muy bien que portaba una vida difícil, que era hijo de su historia y, tozudamente, no borraba sus huellas; aunque le pesaran demasiado muchos recuerdos de su época guerrillera. Probablemente por esa razón, en sus últimos años dejó claro que su lucha no era contra el capitalismo, sino contra la ambición humana. De hecho, no buscó imponer desde su posición política, el socialismo; sino, más bien, trató de aleccionar al ser humano sobre aquella ambición que nos hace explotar a otros seres humanos, tan semejantes a cualquiera de nosotros mismos. Lo sabía bien. Quizá por eso, decía lo que pensaba y hacía lo que decía; pues, como bien expresaba: Pensar, decir y hacer tienen que andar juntos. Fue ésta, una forma de ser y de actuar que no cambió nunca para mantenerse en el poder. Y, tal vez porque uno es como vive y muy pocos viven como son, Mújica tuvo la valentía de hacerlo, renunciando a muchos privilegios que tuvo a su alcance. Solamente por eso merece toda admiración y respeto. De ahí, quizá, su proceder de haber estado siempre al lado de los vulnerables, en la vida privada y en la pública. Y es que Mújica demostró dos cosas sobre la política: que es vocación de servicio que se debe ejercer con sabiduría y humildad, como él siempre la concibió, y que, en malas manos, se convierte en el más despreciable oficio al que pueda dedicarse una persona. En este sentido, resulta paradójico que nos deje justo ahora, cuando los políticos cabalgan sobre el odio, la rabia, la desinformación. Cuando la sociedad mundial más necesitaba a este gran hombre, sencillo, progresista, y humano. Un referente moral que pasó por la cárcel, las torturas y, aún así, salió conciliador y sin rencor, gobernando para todos los ciudadanos uruguayos. No existe actualmente ninguna voz política como la de este admirable hombre. Grande, inmenso, a pesar de que somos solo artífices de historietas, como él mismo dejó escrito; pero, vaya HISTORIETA la suya. Enorme.

 

Dicen en las tertulias, informativos, prensa, radio y televisión que José Mujica ha muerto, y es verdad. Su cuerpo ha fallecido, pero recordando su historia, no morirá su espíritu. Murió sin aspavientos, tal y como vivió. Y ante su muerte casi inminente, dejó dicho que no quería homenajes vacíos y eligió el barro telúrico de la tierra, bajo una secuoya, en su querida chacra de Rincón del Cerro, donde vivía Mujica junto a Lucía Topolansky, su esposa y compañera. Y es que entendía que la muerte es apenas parte del camino, y la abrazó con sererenidad. Nos ha dejado su ejemplo: vivir con sobriedad, luchar con dignidad, pensar en los otros, nada más. Porque, si nuestra vida tiene un sentido propio, es siempre en relación con los demás. Mujica era ese ser humano que siempre ha estado dando ejemplo con su propia vida, hasta límites de casi perderla. Toda una filosofía y trayectoria de vida con tanta luz, que hasta su muerte nos ilumina en este mundo tan oscuro. Brillante, sencillo, consecuente con sus ideas y un referente. Un prodigio de honestidad y coherencia, un gran hombre que vivía como si fuera pequeño, siendo un gigante para la historia. Tras su muerte nos ha dejado sus palabras, sus frases y, sobre todo, su ejemplo y espejo en el que mirarnos como seres humanos Nos queda su legado para siempre.

 

Pepe Mújica ha sido para muchos, la inspiración que hace falta para un mundo más justo. Nos enseñó que lo imposible solo cuesta un poco más. Y ha conseguido una de las cosas más difíciles que hay en esta vida: ser coherente con uno mismo. Es por ello que, su grandeza moral, su humanidad encarnada de esperanza y buen hacer, nos impregnarán mientras existamos y nos será útil, tras su muerte, en la medida que logremos transmitir su esencia a las generaciones siguientes. Se ha ido un hombre excepcional, un ejemplo que confirma que hasta la regla más firme encuentra su excepción. Esa que confirma el hecho de que los humanos somos y seguiremos siendo el peor predador de nosotros mismos, a causa de nuestro egoísmo, nuestras ambiciones sin límites, nuestra agresividad y atropello a los más débiles. Solo hay que ver la deriva de nuestro mundo, la carrera entre los líderes del nuestro tiempo, como si todos frenéticamente compitieran por romper las normas de una convivencia pacífica, tan necesaria. Espero que lo inalterable se convierta en variable, y la excepción se contradiga y nos ofrezca, de vez en cuando, otra excepción. Por todo ello, como epitafio sobre su tumba, debería figurar una sola palabra: “ejemplo”.

 

¡Gracias y hasta siempre!, Pepe Mújica

viernes, 9 de mayo de 2025

El dilema de Gaza, un silencio que mata

 

Entre el polvo y el silencio, la desesperación de la población de Gaza se ha convertido en una norma de vida. El prolongado bloqueo genocida de Israel la ha llevado al límite de la supervivencia y se enfrenta a una crisis alimentaria sin precedentes. El hecho de que Israel sea una democracia no solo no lo absuelve del crimen que está cometiendo, sino que lo agrava. Y lo acrecienta y empeora porque no actúa en la oscuridad de una dictadura, sino con el respaldo explícito de una maquinaria institucional que se autoproclama moralmente superior. El horror en Gaza no es un error de cálculo, ni un exceso militar, es una política de exterminio lenta, deliberada y sostenida, amparada por un gobierno electo, ejecutada con tecnología de precisión y justificada con retórica cínica. No estamos ante una guerra, sino ante una ejecución colectiva planificada en despachos revestidos de legalidad, mientras niños inocentes mueren de hambre y las madres hierven plástico para alimentar a sus hijos. Y, encima, que esta barbarie ocurra bajo el paraguas de la “única democracia de Oriente Medio” es una perversión intolerable. Es la prueba de que incluso la democracia puede transformarse en una estructura del mal si se vacía de justicia y se llena de impunidad. Y es que Israel ha atravesado el quicio del crimen indiscutible al utilizar el hambre como arma de guerra, paralizar la entrada a medicamentos, devastar cultivos, impedir el rescate de heridos y alterar el cuerpo civil en blanco estratégico. Y lo realiza a plena luz del día, conociendo que ni Estados Unidos, ni Europa alzarán un dedo para contenerlo. ¿Qué sentido tiene hablar de derecho internacional, de derechos humanos, de valores occidentales, si todo esto se suspende en cuanto el perpetrador lleva traje democrático, tiene embajadas y vota cada cuatro años?

 

La Mañana 12.05.2025

La complicidad occidental es obscena. Úrsula von der Leyen y la Comisión Europea no están “fallando”, están colaborando, con su silencio, con su alineamiento vergonzoso, con su negativa sistemática a nombrar el crimen por su nombre. Europa se ha transformado en una comparsa burocrática del horror, en la contabilidad moral de un genocidio aceptado. Gaza es el espejo más cruel de nuestro tiempo. Ahí vemos no solo el rostro desfigurado del poder israelí, sino también el de una comunidad internacional que ha vendido su alma por la estabilidad, influencia y cobardía. Y ese pacto, sellado con sangre inocente, marcará a esta generación para siempre. Porque no hay mayor vergüenza histórica que observar un genocidio en directo y decidir no impedirlo.

 

Segre 13.05.2025

Hace escasos días, vi en un telediario unas terribles imágenes sobre el efecto de la hambruna en niños de Gaza que trajeron a mi memoria otras imágenes sobre judíos en los campos de concentración nazis. Recientemente, he leído con vergüenza algún artículo de prensa en el que se indica que Gaza es inviable, que no es comprensible el hecho de que gentes sin recursos tengan entre cinco y ocho hijos que no pueden alimentar, que llevan décadas viviendo de la ayuda internacional y que eso es lo que esperan seguir haciendo eternamente. Tal vez sea así; pero, de la misma manera, los judíos ultraortodoxos tienen montones de hijos, no trabajan tampoco, se dedican al estudio de la Torá, y llevan décadas viviendo de la ayuda estatal que les otorga el Estado de Israel , la caridad y, en menor medida, del trabajo de sus esposas. Y me pregunto: ¿se les debería suministrar la misma solución gazatí…? ¿Acaso los gazatíes por nacer en un lugar donde la historia, la política y la geografía han cercado toda posibilidad de futuro, han dejado de ser humanos? ¿Por reproducirse sin garantías, como han hecho todas las comunidades a lo largo de la historia, incluyendo también las nuestras cuando se vivía en la precariedad? Desde mi punto de vista, ser humano no es una categoría que se conquiste con planificación familiar, pasaporte admitido o autosuficiencia económica. Es un hecho irreductible y, precisamente por eso, exige ser reconocido, incluso, cuando resulta incómodo y/o cuando la mirada desde fuera se tiñe de cansancio o frustración.

 

Gaza no es una anomalía cultural ni un problema técnico: es el producto de decisiones políticas que, durante décadas, han cerrado los caminos a la autonomía, al desarrollo, a la paz. Y sí, mucha gente sobrevive allí gracias a la ayuda internacional, como también lo hicieron Europa y Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Lo que no puede aceptarse es que esa dependencia, forzada por bloqueos y asedios, se convierta en argumento para negar la dignidad de los que la padecen. Porque cuando empezamos a hablar de vidas humanas como cargas, el siguiente paso, históricamente probado, siempre es el olvido. O algo peor. Y todo ello se está realizando para consumar el objetivo del movimiento sionista; que es, desde sus comienzos, lograr la conquista de la tierra y la creación de un Estado exclusivamente judío en toda Palestina. Y mientras tanto, como contrapeso, unas pocas gentes de buena voluntad se manifiestan por todo el mundo y gritan "genocidio" al contemplar lo que está haciendo el ejército de Israel en el campo de exterminio a cielo abierto de Gaza. Cuatro sílabas que se repiten cual mantra para intentar expresar la inhumana brutalidad con que el Gobierno de Tel Aviv, con el apoyo incondicional de los EE.UU, la pasividad de la U.E y Occidente, está perpetrando en la tierra palestina de Gaza.