Diógenes de Sinope caminaba por las calles de Atenas con una lámpara encendida a pleno día. “Busco a un ser humano”, decía, y su frase atravesaba la ciudad como una bofetada contra la comodidad moral de los ciudadanos. Pues, aunque su figura provocaba burla y desconcierto, lo que movía su gesto era una radical honestidad: denunciar la hipocresía del poder, el absurdo de las convenciones, la esclavitud de los deseos. Dormía en una tinaja, despojado de todo. Se reía de la riqueza, de los acaudalados, del orden social que convertía al esclavo en mercancía y al rico en modelo social. Ladraba como un perro -así lo llamaban- , contra las cadenas invisibles que los hombres aceptaban como un hecho natural; pero no lo hacía por rabia, sino por lucidez. Su cinismo no era desprecio por la vida, sino una forma extrema de exigencia ética: vivir sin hipocresía, sin doblez, sin máscaras.
Más de dos mil años después, otro cinismo habita el mundo, pero éste ha abandonado la tinaja y la lámpara. Se ha vestido de traje oscuro, se parapeta tras ejércitos y alta tecnología, y ejerce su poder con la frialdad de un algoritmo. Es el cinismo del gobierno de Benjamín Netanyahu, que ha promovido a una condición sublime la barbarie. Un cinismo que aprovecha las recientes y espantosas imágenes del rehén israelí Evyatar David, en un túnel de la Franja de Gaza, para decir que es Hamás quien está matando de hambre a Gaza. Un cinismo que, amparado en la retórica, no desnuda las mentiras, sino que las fabrica; que no denuncia la crueldad, sino que la administra; que no busca la verdad, sino que la entierra bajo escombros. Un cinismo que utiliza el argumento de la autodefensa y el relato del dolor histórico de un pueblo que sufrió el Holocausto, para convertir Gaza en un laboratorio de muerte a plena luz del día. Y es que, en nombre de esa supuesta seguridad, en nombre del trauma, en nombre de una memoria instrumentalizada, se bombardea Gaza. Se castiga colectivamente a más de dos millones de personas, se destruyen hospitales, se bombardean escuelas, se bloquea el agua, la electricidad, la comida, e indiscriminadamente se asesina, se mata. Y la violencia se ejerce con precisión quirúrgica sobre la vida cotidiana de un pueblo que no puede escapar, que no tiene refugio, ni comida, ni mar, ni aire. Que no tiene nada.
El gobierno israelí justifica cada crimen con una argumentación conocida: autodefensa, amenaza, legitimidad. Pero no hay nada legítimo en matar por venganza, ni en castigar a niños por nacer en la Franja de Gaza. No hay nada ético en convertir el dolor histórico en coartada para la ocupación. La historia exige memoria, sí, pero también coherencia: no se honra a las víctimas del Holocausto repitiendo lógicas de opresión y exterminio sobre otro pueblo, en este caso el de Gaza. La víctima que se convierte en verdugo no deja de ser responsable.
El cinismo de Diógenes era un acto de resistencia solitaria. El de Netanyahu es un ejercicio de poder despiadado. Mientras Diógenes rechazaba el oro y los imperios, Netanyahu se aferra al poder a cualquier precio, asesinando miles de vidas inocentes para sostener su narrativa y construir un nuevo imperio. Su Gobierno se sustenta sobre la ultraderecha mesiánica, el desprecio al derecho internacional y una impunidad alimentada por la complicidad de los EE UU de América y de los gobiernos occidentales que aún hablan de “equilibrio” entre ocupante y ocupado, entre tanques y piedras, entre el hambre y la insaciable y milmillonaria industria armamentística.
Diógenes pedía que no le taparan el sol. Netanyahu lo apaga para millones de seres humanos. El primero era un perro que buscaba humanidad. El segundo, es un despreciable hombre que la persigue para destruirla.
Lo que sucede en Palestina, y más concretamente en la Franja de Gaza, no es una guerra: es un crimen. No es un “conflicto”, como se empeñan en decir algunos, sino una limpieza étnica sostenida por décadas de impunidad. El mundo lo ve. Algunos lo denuncian. Otros callan. Y mientras tanto, el fuego desciende del cielo, la infancia se sepulta viva y la palabra justicia se deshace en el humo de las bombas.
En tiempos como estos, recordar a Diógenes no es un capricho erudito: es una advertencia. Su lámpara, que buscaba seres humanos en un mundo de máscaras, aún arde —o debería arder— dentro de quienes no aceptan el horror como rutina. El cinismo filosófico era una crítica a la mentira. El cinismo político de Netanyahu es su celebración. Y de ese abismo, si no lo rechazamos, no se regresa jamás. Y es que como nos dejó dicho en su libro Los hundidos y los salvados, Primo Levi, el escritor italiano de origen judío sefardí, sobreviviente de Auschwitz y una de las voces más lúcidas del siglo XX frente al horror: “Ocurrió, por tanto puede volver a ocurrir... puede ocurrir en cualquier parte."
Valiente. Claro y bien escrito.
ResponderEliminarCarmen Rengel
Buenos días,
ResponderEliminarEs una pena lo del genocidio de Gaza, espero que termine pronto.
Antonio Puig
Lo acabo de leer, me ha gustado mucho, como siempre, (sin peloteo).
ResponderEliminarMarga López
Magnífico artículo.
ResponderEliminarCon tu permiso lo voy a poner en algunos chats de Podemos, nuestra gente debe tener muy claro de que lado está.
Santiago Méntrida
Magnífico. Cantidad de ideas, muy apropiado y muy ricas, todas. Y además citando convenientemente a autores. Inmejorable
ResponderEliminarGracias.
Pepe Pascual
Bona tarda,
ResponderEliminarEls he llegit els dos i m'han semblat molt interessants. Sobretot, per la denúncia del horror, el cinisme, la hipocresia i la manca de moral.
Fins i tot, la meva mare que té Alzheimer diu: Com és que maten de gana?
Això ja ho vàrem viure!!!
Gràcies per compartir!!!
Joana Companys
Como siempre lo has clavado. Aunque a riesgo de parecer sionista y sin justificar para nada las barbaridades cometidas por Netanyahu, los de Hamás tampoco aflojan, porque a los rehenes vivos o muertos tampoco los sueltan, así que también alguna responsabilidad tendrán. Ellos empezaron y como dice el pueblo llano: dos no se pelean a menos que uno quiera, porque a la larga todos acaban perdiendo.
ResponderEliminarMagda Sellarés
Buenos días tío, muy chulo el articulo para describir lo que está haciendo un salvaje y criminal…… bravo y bravo…
ResponderEliminarBesos,
Nacho Valero
¡Hola!, gracias por compartir, excelente artículo, como siempre, me quedo con la frase de Primo Levi.
ResponderEliminarSantiago Fernández
Hola, Juan Antonio, buenos días
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena, una vez más tu pluralidad en la forma de tus denuncias destaca sobremanera. En esta ocasión tu discurso no es tan informativo como reflexivo aportando un relato de pura filosofía con la comparación entre Diógenes y Netanyahu, muy bien. No se hacen pesados, hasta ahora, tus artículos del genocidio de Gaza ya que les das siempre un enfoque distinto, de nuevo felicidades.
Un abrazo.
Ramón Morell
Hola Juan Antonio, he visto que hoy te han publicado en La Mañana, el presente artículo que has tenido la amabilidad de remitirme. Sin duda una vez más e incansablemente sigues denunciando, el genocidio que se está perpetrando perfectamente orquestado y de forma constante ante nuestros ojos, hay cámaras para plasmarlo, y así lo muestran.
ResponderEliminarLo que resulta curioso atendiendo al argumento de tu escrito es el contraste de la decisión de cinismo, en el plano filosófico donde su mayor exponente es el citado Diógenes que supone un rechazo y burla de las convenciones sociales denunciando la futilidad de las mismas con su falta de autenticidad. Con la denominación de cínicos a aquellos como Netanyahu que justifican con argumentos más o menos elaborados sus acciones, aunque sean verdaderas barbaridades como el exterminio de la población gazatí, cuando en realidad sin esta máscara de honorabilidad que se autoimponen, deberían ser considerados por lo que son unos auténticos sádicos.
Por desgracia estos llamados cínicos abundan en muchas esferas, pero sobre todo son un peligro para la humanidad, cuando consiguen congregar y convencer con su cinismo a multitudes que los encumbran a las más altas cotas de poder, y donde pueden hacer y deshacer a su antojo, sin ser mínimamente cuestionados.
Una vez más gracias, por cuanto tus artículos invitan a la reflexión.
Un cordial saludo
Jordi Testar
Es un texto contundente, valiente y profundamente ético, que no rehuye el compromiso moral ni la denuncia directa. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarJosé Mª Daniel
El artículo es una pieza de denuncia que mezcla filosofía, historia y análisis político con gran fuerza narrativa y compromiso humano. Su comparación entre el cinismo ético de Diógenes y el cinismo político de Netanyahu es una imagen poderosa, provocadora y eficaz para articular tu tesis. El estilo es literario y combativo, y su uso de recursos retóricos (anáforas, contrastes, analogías) le da al texto un tono poético pero sin perder claridad ni contundencia. Extraordinario.
ResponderEliminarMeritxell Pagán
El artículo es una pieza de denuncia que mezcla filosofía, historia y análisis político con gran fuerza narrativa y compromiso humano. Su comparación entre el cinismo ético de Diógenes y el cinismo político de Netanyahu es una imagen poderosa, provocadora y eficaz para articular su tesis. El estilo es literario y combativo, y su uso de recursos retóricos (anáforas, contrastes, analogías) le da al texto un tono poético pero sin perder claridad ni contundencia. Extraordinario.
ResponderEliminarMeritxell Pagán
Muy buen artículo. Desde mi punto de vista, usar a Diógenes como símbolo de resistencia ética es un acierto. Rescata su figura del cliché y la conecta con la actualidad sin forzar la analogía. Por otra parte, la frase “no lo hacía por rabia, sino por lucidez” es una de las mejores del artículo: breve, precisa y cargada de sentido.
ResponderEliminarEdgar Gómez
Artículo valiente y muy bien expresado. El salto de la filosofía antigua a la geopolítica contemporánea podría haber sido abrupto, pero lo maneja con habilidad. La frase "más de dos mil años después, otro cinismo habita el mundo…” actúa como un puente muy eficaz.
ResponderEliminarJulio Cabistán
El artículo no es “neutral”, ni pretende serlo, creo yo, y eso es parte de su potencia. Tiene una postura clara que no teme nombrar las cosas por su nombre: limpieza étnica, impunidad, complicidad internacional. Al mismo tiempo, cita a Primo Levi con respeto y profundidad, reforzando que tu crítica al gobierno israelí no es antisemita, sino una denuncia de su política actual. Muy bueno.
ResponderEliminarArantza López
Extraordinario. Algunos pasajes son casi líricos, como: “se bombardea Gaza... se asesina, se mata” o “la infancia se sepulta viva y la palabra justicia se deshace en el humo de las bombas”. Esa poética de la indignación funciona muy bien, pero, tal vez, convendría cuidar que no se repita demasiado el recurso para no perder eficacia.
ResponderEliminarPor otro lado, la frase final con Levi es un cierre demoledor y ético, que encaja perfectamente con el tono general del artículo.
Miguel Herrera
Muy bueno. Como denuncia moral, su elección de enfoque está más que justificada, y exigir “equilibrio” en este contexto sería caer en la trampa que usted justamente denuncia.
ResponderEliminarConsol Puigcercos
Es un artículo fuerte, honesto, valiente y necesario. No solo tiene valor periodístico, sino también filosófico y literario. En tiempos de relativismo moral y anestesia mediática, este tipo de artículos actúan como una bofetada ética, en el mejor sentido.
ResponderEliminarMª Luisa Carayol
Le felicito por haberlo publicado. Es una intervención valiosa en el debate público. Y como decía Albert Camus: “El deber del escritor es no estar del lado de los verdugos.” Usted, está del lado correcto.
ResponderEliminarEsther Vallejo
Su artículo es poderoso, valiente y profundamente conmovedor.
ResponderEliminarJordi Capell
El texto establece un paralelismo brillante entre el cinismo filosófico de Diógenes y el cinismo político contemporáneo. Esa comparación no solo es literaria, sino que funciona como una herramienta crítica que nos interpela directamente a los lectores.
ResponderEliminarLucio González
Su artículo, Sr. Valero, es ejemplar. La estructura es sólida: comienza con una figura histórica que encarna la honestidad radical, y termina con una advertencia existencial sobre el peligro de normalizar el horror. Es un arco narrativo que va de la filosofía a la política, y de la historia al presente.
ResponderEliminarFrancisco López
La crítica al gobierno de Netanyahu es feroz y sin ambigüedades. El artículo no se esconde detrás de eufemismos, y eso lo convierte en un texto incómodo, pero necesario en estos tiempos.
ResponderEliminarSaludos
Nuria Martí
Me parece muy valiente y me ha gustado muchísimo. Al denunciar la violencia en Gaza como una limpieza étnica y no como un conflicto, el artículo se posiciona claramente en contra de la narrativa dominante en muchos medios occidentales. Este tipo de posicionamiento puede generar controversia, pero también puede abrir espacios de reflexión y debate, que falta nos hace.
ResponderEliminarMª José Fernández
Artículo real, demoledor y, a la vez, poético. El uso de imágenes potentes (“Netanyahu apaga el sol”, “la infancia se sepulta viva”, “la palabra justicia se deshace en el humo de las bombas”) le da al texto una fuerza poética que amplifica su denuncia. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarGemma Gómez
Muy bueno. La inclusión de Primo Levi al final es un golpe emocional y ético muy eficaz. Vincular el presente con el Holocausto no es solo una comparación histórica, sino una llamada a la responsabilidad moral de todos.
ResponderEliminarDivina Olive
A mi modo de ver, este artículo no es solo una crítica política: es una llamada a despertar la conciencia. En tiempos donde la información se diluye entre titulares y algoritmos, un texto como éste tiene el poder de sacudir, de incomodar, de exigir una postura. Y eso es lo que hace que sea tan valioso.¡Enhorabuena!
ResponderEliminarJosé Alberto Alcaraz
Como siempre un análisis lúcido e impecable en los dos últimos artículos sobre el genocidio de Gaza. Lo peor en la sociedad que nos toca vivir es no tener nada y encima vivir al lado de un vecino rico, cínico y sin escrúpulos, capaz de matar sin ningún tipo de remordimiento. El reto por motivos siempre económicos los dejamos morir.
ResponderEliminarHasta pronto.
Un abrazo.
Manel Pulido
Buenas tardes:
ResponderEliminarUna reflexión muy lúcida, como todas las tuyas. No comprendo como los gobiernos del "mundo civilizado" no denuncian este genocidio. Como tú bien dices: "el cinismo mata" . Si no se actúa pronto la población morirá.
Un abrazo junto con el deseo de que este genocidio termine.
Pilar Barrabés
No me ha dado tiempo de contestar a tu acertadísimo artículo, que ya la ha vuelto a liar parda este genocida de Netanyahu.
ResponderEliminarLos ingleses, que no se enteran, diciendo, que no le enviarán armas que utilice para esta guerra; pero le enviarán armas.... "Que no es una guerra, que es un "GENOCIDIO".
Un abrazo Juan Antonio.
Magda Díez
Hola, Juan Antonio,
ResponderEliminarPues nada, han coincidido unos días de vacaciones, desconectado, y por otro lado a mi regreso, la aplicación de correo que utilizo, gmail, ha tenido a bien desviar tus mensajes a una carpeta diferente sin pasar por la bandeja principal de entrada. Un pequeño misterio. Ayer mismo he encontrado tus mensajes nuevos. El artículo, como todos los tuyos, muy bueno.
Un cordial saludo,
Miguel Ángel Cerviño
Muy bueno. Felicidades Juan Antonio. Es increíble que nadie pare esto independiente de quien lo haya empezado la humanidad cada vez es más cruel por no poner fin a todo esto que está pasando en el mundo.
ResponderEliminarUn abrazo
Sarito Gaspar
En primer lugar disculpa mi retraso, pero he estado fuera toda la semana y no me he llevado ni acercado a ningún ordenador.
ResponderEliminarLeído y suscrito. El segundo y el tercer párrafo son y están constituidos por verdades lapidarias. Geniales. Debías mandárselo al estúpido de Trump.
Un abrazo.
Jaime Martínez