La película Civil War, dirigida por Alex Garland, proyectada en los cines de nuestro país en abril de 2024, así como en septiembre del mismo año en Movistar Plus+, retrata un futuro cercano en el que Estados Unidos se encuentra desgarrado por un conflicto interno. A través de la mirada de un grupo de periodistas que recorren una nación en ruinas, la cinta muestra el colapso del orden democrático y la violencia desatada entre facciones rivales. Más que una historia bélica, es una reflexión sobre la fragilidad de las instituciones y el poder de la propaganda en tiempos de caos. En este contexto, y a la vista de lo que está ocurriendo hoy en EE. UU., cabe preguntarse si la película se adelantó a los hechos o, peor aún, si la ficción se ha quedado corta. Porque, al menos en la pantalla, había guion, actores y efectos especiales; mientras que, en la realidad americana existente, lo que tenemos es un reality show de telerrealidad presidencial con cadáveres institucionales incluidos. Y es que Trump no necesita rodar una guerra civil: la ha convertido en un espectáculo silencioso y doméstico, con capítulos semanales y momentos de intriga, tensión y suspense judiciales. Estados Unidos, que siempre presumió de ser la catedral de la democracia moderna, se ha descubierto —y nos ha mostrado— como lo que realmente era y sigue siendo: un decorado de cartón piedra, como los de Hollywood. El país que podía aguantar el caos no estaba preparado para algo mucho más corrosivo: una sociedad desconcertada y paralizada por el miedo reglamentado, financiado con presupuestos públicos y administrado como política oficial.
En
esta versión actual de Civil War, interpretada por actores reales, no hay
batallas en los campos de Kentucky, sino un ICE —el Servicio de Inmigración y
Control de Aduanas de EE. UU.— triplicado, con hombres enmascarados cazando
migrantes como si fueran figurantes descartados de una distopía de Netflix. Un
Congreso, convertido en comité de aplausos, en el que los demócratas actúan
como figurantes secundarios sin diálogo, mientras que los republicanos,
organizados y erigidos como extras baratos, asienten disciplinadamente al ritmo de
un líder cuyo extravagante y raro peinado desafía la gravedad tanto como la
Constitución estadounidense. Y un Tribunal Supremo que, lejos de ser árbitro,
ensaya su papel de mayordomo con frac, mientras Trump hace lo de siempre: usar
la ley como ruina calculada. Lo que antes eran contrapesos hoy son muebles
decorativos en un escenario televisivo, en el que la separación de poderes ha
quedado reducida a una simple mercancía política con fines promocionales.Segre 11.09.2025
La ironía cruel es que la supuesta “guerra civil” no necesitará trincheras ni fusiles. El conflicto ya ocurre, pero de forma más siniestra: con ciudadanos dóciles que aplauden su propia domesticación, convencidos de que el matonismo presidencial es patriotismo y de que la democracia sigue intacta porque todavía pueden elegir entre veintisiete marcas de cereales en Walmart. Tal vez Civil War no fue una advertencia, sino un tráiler, un avance promocional de una película o serie. Pues la verdadera secuela es peor: una autocracia a cámara lenta, en capítulos digeribles, donde la violencia no estalla de golpe, sino que se instala como rutina. Y lo más inquietante es que, mientras aplauden el espectáculo, los estadounidenses siguen repitiendo su eslogan de siempre: This is the land of the free, (“Esta es la tierra de los libres”). Una expresión profundamente asociada con la identidad y la propaganda patriótica de los Estados Unidos: el país de la libertad.
Trump ha convertido el ejercicio del poder en una estrategia del caos y del miedo. Cada decreto, cada gesto político, transmite más arbitrariedad que proyecto, más confrontación que gobernanza. Pero la cuestión esencial no es describir su deriva, sino si Estados Unidos tiene aún salida democrática. A este respecto, del caos al miedo es el camino que siguen todos los dictadores, y Trump parece decidido a recorrer esa senda en la que presuntamente ya se encuentra. Es la antesala del fascismo en los EE. UU., cuya única resistencia eficaz no puede ser otra que un levantamiento masivo, constante y decidido de la ciudadanía. Si éste no se produce, y dado que los tribunales acabarán devorados por la maquinaria de Trump, la tiranía campará a sus anchas y se extenderá como una mancha de aceite por el planeta, ante la sumisión vergonzante de una Unión Europea dócil a las exigencias del Presidente estadounidense y la aterradora receptividad de tantas mentes políticamente yermas, que abrazan con entusiasmo las propuestas de la ultraderecha en países que, en principio, parecían inexpugnables baluartes de la democracia.
Ante este panorama, Sic semper tyrannis —“Así siempre con los tiranos”— no es solo un eco del pasado, sino un grito urgente del presente. Desde la Roma republicana hasta el escudo del Estado de Virginia, la frase ha sido estandarte de quienes se negaron a arrodillarse. Hoy, la libertad no se hereda, se defiende. Y si no se defiende, se convierte en decorado. Porque, cuando el fascismo se disfraza de rutina y la democracia se reduce a una marca en el supermercado, lo que está en juego no es el futuro… sino la posibilidad misma de tener uno.
Trump, es el peor presidente de los Estados Unidos que ha habido. Como siga así destruirá todo el país y veremos si algún otro país de Europa también.
ResponderEliminarBuenas noches
Antonio Puig
Buenas noches Juan Antonio.
ResponderEliminarLa democracia ya no se lleva... Está demodé. Lo de Trump es un delirio, y ¿lo de Putin no ?. El cruel genocidio del pueblo inocente de Gaza, ¿es o no un delirio atroz de Netanyahu ?. Guerras que solo buscan poder y dólares, millones y millones de dólares sembrando cadáveres sin inmutarse...,
¿Democràcia ? Estos supuestos líderes se mean de risa del mundo...
Enhorabuena por tu artículo tan real, por desgracia.
Un abrazo.
Pili Obre
Muy bien. Película, cartón piedra, figurantes... Ahora lo que antes era Defensa ahora es Guerra. Y la U E acobardada. E Israel recordando a España su limpieza étnica de 1492.
ResponderEliminarMalos tiempos.
Gracias.
Pepe Pascual
Como siempre muy interesante y justo. Este tipo no sé dónde va a llegar. Es un personaje que me produce “grima”. Te deseo un buen día. Gracias por pensar en mi.
ResponderEliminarMarga López
Mi querido amigo, estoy un poco sorprendido por ese “descanso” que has realizado con la acuarela, no te olvides que el tiempo cada vez queda menos y estabas realizando un progreso muy fuerte y , que tal vez, espero que no sea así, puede frenar el buen hacer de tu genialidad y maestría pictórica. Por otra parte, creo que ya no me quedan adjetivos en algo, y tú lo sabes, eres un perfecto artista, esto es, juntar letras y plasmar en el papel, esas bien pensadas ideas que tú prodigioso cerebro expulsa cotidianamente, tienes razón y lo explicas muy bien, “estamos viviendo un asalto a la democracia” que como bien dices, ha sido apoyada por una parte mayoritaria de los electores americanos y, todo ello, en directo y con el silencio cómplice de las viejas democracias europeas, estamos al borde del precipicio, vuelvo a repetirme “es lo que hay”
ResponderEliminarUn abrazo
Santiago Fernández
Muy buen artículo.!! Me parece muy interesante el análisis que haces del caos político mundial que estamos viviendo. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarAnna García
Hola, Juan Antonio,
ResponderEliminarAl final mencionas la frase Sic semper tyrannis, que debiera sugerir alguna esperanza, pero el declive de los Estados Unidos es tan acusado, tan patético, que no permite tal sugerencia.
Otra frase que lanzó el Papa Francisco: Spes non confundit, debiera guiar al 20% de católicos de la población para reaccionar ante una realidad tan triste.
Un abrazo,
Miguel Ángel Cerviño
Este artículo me ha estremecido. No había pensado en la presidencia de Trump como una serie por capítulos, pero la metáfora es tan precisa que ahora no puedo dejar de verla así. Ojalá más periodistas se atrevieran a decirlo con esta claridad y contundencia.
ResponderEliminarMarta Ríos
Brillante y muy bien escrito. Sin embargo, me queda la duda de si no estamos sobreestimando a Trump. A veces me parece más un síntoma que la causa real del problema: una sociedad que, como bien señalas, aplaude su propia domesticación.
ResponderEliminarIsabel Gutiérrez
Magnífico análisis. El paralelismo con Civil War es demoledor. Me preocupa especialmente esa “autocracia a cámara lenta” que describes, porque es justo lo que pasa desapercibido hasta que es demasiado tarde. Europa debería tomar nota antes de que aquí ocurra algo similar.
ResponderEliminarJoaquín Pérez
¡Qué buen artículo! Me ha recordado a las crónicas de Kapuściński por la manera en que mezcla realidad y metáfora. La imagen de los contrapesos convertidos en “muebles decorativos” me parece de una lucidez brutal.
ResponderEliminarRicardo Mendoza
La frase final me ha dejado pensando durante horas: “Cuando el fascismo se disfraza de rutina…” Es exactamente lo que estamos viviendo, no solo en EE. UU., también aquí, con la normalización de discursos de odio en televisión y redes sociales.
ResponderEliminarLaura Serrano
Muy bien, Juan Antonio, el símil con la película Civil War te ha quedado de fábula, no he visto yo el film. Por cierto, la frase final es apoteósica. Ya sabes que yo pienso, te lo he comentado varias veces, que no va durar los 4 años su presidencia, o al menos hará marcha atrás en algunos aspectos. De momento, ya ha tenido que presentar recurso al Supremo contra el fallo del tribunal de apelación de los aranceles, veremos que pasará el 14 de octubre si la sentencia es firme o gana el recurso al Supremo. No lo tiene fácil
ResponderEliminarUn abrazo.
Ramón Morell
Completamente de acuerdo con tu artículo J.A. Esperemos que esta deriva que se instala en EE.UU, no llegue a hacerlo en el resto de países, porque, si nos fijamos en lo que está ocurriendo.... pintan bastos.
ResponderEliminarGracias por compartir.
Un abrazo.
Magda Díez.
Gràcies per compartir. Magnific article. Certament tenim mala peça al taller i lo pitjor de la xuleria, arbitrarietat i prepotència del Trump es que hi ha massa leaders polítics que els hi agradaria fer el mateix.
ResponderEliminarTon Solé
Bueno , que te puedo decir !!!!! Como en otras ocasiones, muy bien escrito, totalmente de acuerdo y no alcanzan las palabras para describir a esa bestia maldita como el de Israel.
ResponderEliminarMirta Pristisimone
Como estadounidense viviendo en España, este texto me resulta dolorosamente cierto. Muchos en mi país todavía creen que la democracia es indestructible, pero la realidad es que estamos muy cerca del punto de no retorno.
ResponderEliminarFrancisco Vega
Tu análisis es profundo y necesario. Sin embargo, echo en falta una reflexión sobre el papel de los medios. Trump no ha creado este espectáculo solo: la maquinaria mediática, deseosa de audiencia, le ha dado escenario, focos y público.
ResponderEliminarUn abrazo
Ana Beltrán
Gracias por poner en palabras lo que muchos sentimos pero no sabemos expresar. Me parece especialmente acertado el contraste entre la ficción de Civil War y la realidad política. Ojalá este texto llegue a muchas personas antes de las elecciones americanas.
ResponderEliminarCarmen Aguilar
Lo más inquietante de su artículo es que parece describir no solo a EE. UU., sino también a otros lugares donde líderes autoritarios van ganando terreno. La “mancha de aceite” de la que hablas ya está extendiéndose en Europa, y no lo queremos ver.
ResponderEliminarTomás Herrera
Este artículo debería ser lectura obligatoria en institutos y universidades. Enseña que la democracia no se destruye de un golpe, sino poco a poco, mientras la gente sigue comprando cereales en Walmart, como dice. Una metáfora tan sencilla como devastadora.
ResponderEliminarEsteban López
Magnífico artículo. El segundo párrafo no puede estar mejor escrito y el final es estupendo.
ResponderEliminarNunca pensé que una persona tan estúpida llegara a donde ha llegado, y lo peor es que los otros dos (Putin y el chino) van a hacer con él lo que quieran. Bueno, ya lo están haciendo.
Un abrazo.
Jaime Martínez
Bona tarda,
ResponderEliminarM'ha agradat molt el teu darrer article dedicat al Trump i l'sutarquia.
Quina gran veritat!!
I Europa submissa i criada sense veu i amb una mà cap al feixisme i l'altra cap a...
Gràcies per compartir!!
Joana Companys
¡Excelente artículo! Me ha encantado el paralelismo con la película y cómo desnudas la realidad de lo que está pasando. Esa idea de "autocracia a cámara lenta" es perfecta para describir la situación. Es aterrador pensar que la gente aplaude su propia domesticación.
ResponderEliminarClara Ruiz
Gracias por ponerle palabras a lo que muchos sentimos. La descripción del Congreso y el Tribunal Supremo como "muebles decorativos" o "mayordomo" es muy acertada. Se ha perdido el sentido de los contrapesos y la democracia se ha convertido en una fachada sin cimientos.
ResponderEliminarAna Fernández
Totalmente de acuerdo. La frase "un reality show de telerrealidad presidencial con cadáveres institucionales incluidos" es brutal y tristemente certera. Lo peor es que muchos no ven la gravedad de la situación porque el caos se ha normalizado. La película se quedó corta, y tu texto lo explica muy bien.
ResponderEliminarJavier Torres
Muy buen análisis. La verdad es que el lema 'This is the land of the free' suena cada vez más a una ironía cruel. Parece que la libertad se reduce a poder elegir entre marcas de cereales. Me pregunto si realmente habrá un levantamiento ciudadano masivo como dices, o si la pasividad ha ganado la batalla.
ResponderEliminarSaludos
Ricardo Mendoza
Increíble la conexión entre la ficción y la realidad. Ese miedo financiado con presupuestos públicos es el corazón de la cuestión. Es una estrategia tan sutil y dañina que muchos la confunden con patriotismo. Ojalá más gente leyera artículos como este para despertar.
ResponderEliminarDavid Pérez
Lo has clavado. El fascismo ya no necesita botas ni uniformes, se disfraza de espectáculo y se vende como entretenimiento. Y lo de la Unión Europea dócil... me duele reconocer que también en Europa estamos viendo cómo se normalizan discursos y actitudes que deberían ser impensables.
ResponderEliminarMiguel García
Me parece un artículo muy potente y reflexivo. A mí me impactó mucho la película Civil War, pero tu texto me ha hecho ver que la realidad es incluso más inquietante. No hay batallas, sino un miedo silencioso y una erosión constante de las instituciones. Tienes toda la razón
ResponderEliminarLaura García
Una lectura obligada para cualquiera que quiera entender la situación actual. La idea de que "la libertad no se hereda, se defiende" es un mensaje muy poderoso. Me quedo con la frase final: lo que está en juego es la posibilidad de tener un futuro. Escalofriante y real.
ResponderEliminarEva López
Excelente. Como bien apuntas, el verdadero peligro no es una guerra con fusiles, sino una autocracia que avanza poco a poco, en capítulos semanales. La ley convertida en "ruina calculada" es el arma más peligrosa. Me ha encantado el artículo, muy bien argumentado.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Jorge Morales
Tu análisis es tan lúcido como perturbador. La referencia a 'Sic semper tyrannis' es un final perfecto para un texto que nos advierte de que la complacencia es el verdadero enemigo. Hay que gritarlo alto: la democracia se desmantela por omisión, no solo por acción.
ResponderEliminarSaludos
Sofía Martín