Puigdemont ha decidido que cada votación en el Congreso sea como una sesión de investidura. El Gobierno ha subido las pensiones, el salario mínimo también, las ayudas para la DANA están listas; pero, ¿qué falta? Algo muy sencillo y muy complejo: que el Sr. Puigdemont, que no es diputado del Congreso, dijera sí. Y no lo ha hecho.
Así pues, espero que Junts explique a su electorado que las transferencias a Cataluña no se hacen porque Junts ha votado no al decreto Ómnibus que presentó el Gobierno de Sánchez. Que los pensionistas no verán aumentada su pensión en el próximo mes de febrero porque Junts también votó en contra del citado decreto. Que las ayudas al transporte y a los afectados de la DANA tampoco se ejecutan porque Junts votó en contra. A todo esto, dicen en Junts, además de los muchos improperios verbalizados por Miriam Noguera, su portavoz en el Congreso de los Diputados, que han actuado así porque el Gobierno central ha incumplido sus acuerdos. Pues bien, si esto es así, ¿acaso no hay una Propuesta de Presupuestos Generales del Estado para 2025 todavía sin aprobar? Presionen ustedes ahí; pero no como lo han hecho, con el paquete Ómnibus, un Real Decreto de 141 páginas en el que solamente iban medidas fiscales y económicas, que favorecía a una amplísima parte de la ciudadanía. Y es que, como afirmaba Aristóteles, el hombre es un animal social. Sin embargo, también es cierto que cada individuo tiene sus propias necesidades y deseos. Y, a veces, como creo que le ocurre al Sr. Puigdemont en estas circunstancias que atraviesa, el bien individual puede entrar en conflicto con el bien común.
Puigdemont es un personaje difícilmente catalogable cuya existencia sólo se explica por el rédito en forma de ruido que ofrece a lo más irreductible del independentismo catalán. En circunstancias normales ya sería un capítulo de la historia olvidado, pero la coyuntura sigue alimentando su posición. Y ahí está, tocando las campanas cada vez que tiene ocasión. Si quisiera derrocar a Sánchez, sólo tendría que votar en contra de todas las propuestas del Gobierno, en lo que coincidiría con PP y Vox sin necesidad de cruzar una palabra con ellos, incluidos los Presupuestos Generales del Estado que siguen sin aprobarse. Ha solicitado y esgrimido que el presidente Sánchez se someta a una Cuestión de Confianza, ¿con qué objetivo? ¿Votaría Junts en contra del Presidente si éste accediera a presentarse a ella? Creo que no lo haría, porque el futuro de Puigdemont posiblemente depende de mantenerlo en el poder. Todo es un puro disparate y, mientras tanto, intenta someter al Gobierno a una humillación permanente.
Y es que el problema de Carles Puigdemont se llama Salvador Illa. El President residente en Waterloo ve que la sociedad catalana está de parte del actual President de la Generalitat que, sin hacer ruido, hace una política coherente para Cataluña. Es por eso que, siendo consciente de que sus 7 escaños son muy importantes para aprobar leyes y presupuestos en Madrid, espera sacar tajada de ellos. La dificultad e inconveniente estriba en que la Ley de Amnistía está paralizada para él y eso le pone de los nervios y de ahí todos estos tiras y aflojas que mantiene con el Gobierno Central. Está claro que Sánchez es un político rodeado de muy buenos negociadores y sacarán adelante, tarde o temprano, leyes y presupuestos, pero desde luego hay líneas rojas que Puigdemont no debe pisar y, descartada la moción de censura, intenta presionar por todas partes y por todos los medios.
En definitiva, la situación actual refleja la complejidad de la política española, donde los intereses individuales y colectivos se entrelazan de manera intrincada. Puigdemont, con su postura intransigente, parece más enfocado en mantener su relevancia política que en buscar soluciones constructivas para Cataluña y España. Mientras tanto, el Gobierno de Sánchez deberá seguir navegando estas aguas turbulentas, buscando el equilibrio entre negociar y mantener su integridad política. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo podrá Puigdemont seguir jugando este juego de trileros sin que sus propios seguidores se cuestionen sus verdaderas intenciones?
Muy bueno. Un artículo interesante y cargado de análisis político.
ResponderEliminarLuis Alonso
El texto aborda con claridad la dinámica política entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, destacando las tensiones y estrategias que ambos emplean en el contexto actual. Me ha gustado
ResponderEliminarJavier Plata
La narrativa es incisiva y no escatima en señalar las contradicciones y tácticas de Puigdemont, como su aparente interés en mantener su relevancia política a expensas del bien común. Está muy bien
ResponderEliminarJoan Recasens
Un buen artículo en el que se subraya la habilidad negociadora del Gobierno de Sánchez, aunque reconoce los desafíos que enfrenta.
ResponderEliminarJuan Elhombre
El artículo está muy bien, pero creo que podría beneficiarse de un enfoque más equilibrado.
ResponderEliminarXavier Ventura
Buen artículo, aunque a mi parecer critica duramente a Puigdemont. Y me parece que sería interesante explorar con mayor profundidad las razones detrás de su postura, más allá de la Ley de Amnistía.
ResponderEliminarMª Carmen Torres
Está bien, pero no entiendo qué demandas específicas tiene Junts que podrían ser legítimas desde su perspectiva.
ResponderEliminarJosep Mª Marsal
Desde mi punto de vista la referencia a Aristóteles es un toque filosófico que aporta profundidad, pero podría integrarse de manera más orgánica en el argumento principal.
ResponderEliminarLuis Pérez
Su opinión podría evitar caer en un tono que podría percibirse como excesivamente crítico o parcial, especialmente si el objetivo es llegar a una audiencia más amplia como artículo de un periódico.
ResponderEliminarJavier Portillo
El artículo es sólido y plantea preguntas importantes sobre la política española actual- Está muy bien.
ResponderEliminarAngel Delgado
Está muy bien, pero considero que un enfoque más matizado y menos polarizado podría fortalecer su impacto en los lectores.
ResponderEliminarMontserrat Fernández