El lenguaje modela el pensamiento y la manera en que percibimos al otro. Teje las palabras con la precisión y la suavidad de una telaraña que te atrapa. En este sentido, se podría decir que, para cambiar el mundo, solo se requiere el esfuerzo de reflexionar sobre cómo usar el arma más poderosa que poseemos: la palabra. Pero, en estos calurosos y frentistas días, azuzados por los intereses políticos de las direcciones que a cada partido y medio le convienen, hay quienes empiezan una reunión poniendo, a modo de lenguaje, una pistola 9 mm. Parabellum encima de la mesa, como ha ocurrido recientemente en la Conferencia de Presidentes de Comunidades Autónomas con el Gobierno del Estado. Y, con este talante, sus señorías, en vez de abrir las ventanas del pensamiento a la verdadera belleza de las palabras y al entendimiento para el bien de la sociedad y sus ciudadanos, han finalizado la reunión sin llegar a ningún acuerdo, mostrándonos, en clara manifestación, el profundo choque institucional que existe entre el Gobierno y la Oposición. En este contexto, dice el refranero, y afirma bien, que “dos no riñen si uno no quiere”. Pero, lamentablemente, sus señorías o no entienden el lenguaje, o no quieren entenderlo, o lo utilizan como arma arrojadiza para tirarse los trastos a la cabeza y andar continuamente a la greña. Y es que las limitaciones u omisiones del lenguaje, ya sea a través de palabras habladas y escritas, además de la expresión corporal, suponen una grave barrera para el pensamiento intangible, el deseo y la fuerza de voluntad política, que se desvanecen ante la falta de intención por parte de quienes lo manifiestan e interpretan, creando una barrera para el entendimiento entre los interlocutores.
A este respecto, convendría recordarles que, dado que sus decisiones políticas afectan a todos los ciudadanos, en vez de lanzarnos crudamente la inoperancia y ordinariez verbal que utilizan en sus desencuentros, deberían emplear, al menos, alguna figura retórica para evitarnos el bochorno que sentimos ante las noticias que, a través de los diversos medios, tenemos que oír, ver y/o leer día tras día. Y, para ello, entiendo que nada mejor que recurrir a la metáfora. En el lenguaje, las metáforas no son adornos, sino arquitecturas invisibles que dan forma a lo que vemos, sentimos y creemos posible. Además, sirven para embellecer lo que decimos, facilitar la comprensión de ideas abstractas, provocar emociones y estimular la creatividad. A ver si así, utilizándola, es posible que lleguen, con inteligencia y armonía, a algún pacto o compromiso. Y, en todo caso, en el supuesto de que con ellas tampoco lo logren, quizá se pueda ir un paso más allá. Pues, si como sugiere el filósofo británico Andy Clark, profesor de Filosofía Cognitiva en la Universidad de Sussex, el cerebro no percibe la realidad, sino que la predice, entonces el lenguaje no solo nombra el mundo, sino que lo programa por adelantado. Por consiguiente, podría decirse que cada metáfora es un impulso anticipado, ya que no pensamos y luego hablamos, sino que hablamos y, entonces, el cuerpo actúa como si lo dicho ya fuese cierto. En consecuencia, extrapolando esta singularidad al discurso belicista que invade la Cámara de Diputados y el Senado, y que, queriendo o sin querer, hace ya tiempo se nos lanza a los ciudadanos a través de los medios, no solo empobrece el pensamiento de quienes lo reciben, sino que además reconfigura nuestro razonamiento, lo convierte en trinchera y lo pone en guardia. Es decir, no es el odio lo que nos hace hablar con violencia, sino la violencia admitida e incorporada la que nos predispone al odio. Y una sociedad, en metáfora bélica, no necesita enemigos reales; basta con los términos adecuados para que el sistema nervioso crea estar bajo un ataque. Y así, las metáforas se convierten en comandos biológicos. Tal vez por eso, cambiar de lenguaje no es un gesto poético, sino un acto fisiológico, político y sensorial que necesitamos que se haga con urgencia en el más amplio sentido.
Y, en ese hipotético cambio de paradigma, para intentar entenderse ellos y nosotros, creo que, quizás, más radical todavía que utilizar la metáfora, sería sostener el silencio donde aún no hay predicción posible. Y es que, en un mundo atiborrado de respuestas, el silencio no es vacío: es cautela y prevención de lo no dicho, espacio productivo e inagotable donde una metáfora aún podría brotar. Ya que al adversario siempre le resulta difícil soportar el silencio porque no sabe qué hacer con él. Y tal vez esa sea nuestra única esperanza: hablar no desde el impulso de ganar, sino desde la pausa que permita que algo imprevisto emerja. En este marco, tal vez la metáfora más urgente de este hoy convulso en que vivimos no sea “guerra” ni “baile”, sino formación y crecimiento. Es decir, utilizar un lenguaje que no reaccione, sino que respire. Que no clasifique, sino que enlace. No se trata, pues, de ablandar el discurso, sino de desactivar la musculatura de la indecencia, la malicia, la sospecha y/o el recelo con el que muchos actúan. Pensar, hablar y escribir como quien planta, no como quien defiende. Porque, si las palabras que iluminan el lenguaje nos programan, pienso que también pueden reprogramarnos. Y, en tiempos de cinismo automatizado, imaginar una palabra que aún no existe puede ser el acto más radical de todos.
Es por todo ello que, en esta escandalera política, mediática y social tan ensordecedora que lamentablemente soporta nuestra sociedad sin merecérnoslo, vendría bien tener en mente una estrofa del poema Retrato de Antonio Machado, incluido en el libro Campos de Castilla, que escribió al reflexionar sobre su vida, sus ideas y su forma de estar en el mundo, con un tono íntimo y sincero, y que dice así:
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
Buenas tardes,
ResponderEliminarTu artículo es magnífico, pero como te he comentado varias veces, a mi cada día me dan más asco los políticos y la política.
Un abrazo
Antonio Puig
Muy bueno, Juan Antonio. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarHelena Andreu
Gracias por compartir. Como siempre, muy bueno.
ResponderEliminarSantiago Fernández
Madre mía, ya no tengo ninguna esperanza de que nuestros políticos cumplan con su deber y obligación de trabajar para y por el pueblo. Después de leer tus reflexiones ya veo que estamos abocados al desastre, porqué ningún político mundial está dispuesto ha ceder ni un centímetro de su poder ni de su su mandato. ¡¡Dios mío que porvenir más negro se dibuja en nuestro porvenir!!
ResponderEliminarAnna Extremera
ResponderEliminarUn artículo pleno de sentido común tan escaso en nuestros días, en la política y en general en toda la sociedad. Pero también creo que debe de ser muy difícil no contestar ante tanto bulo e insultos, el silencio como tú bien dices sería lo más inteligente, no ponerse a la altura de la Sra, Ayuso y su rival en su partido el Sr, Feijoo.
Yo no te menciono a ningún filósofo (solo conozco algunos nombres, pero no te sabría recordar ninguna cita conocida por los estudiosos), pero recuerdo un refrán popular catalán que le viene al pelo a tu artículo de hoy, extraordinario como siempre... Y dice así : La llengua no té óssos però en trenca de molt grossos.
Pero esta gente va a lo suyo, y no repara en el daño que hace al país y a su gente con tanta violencia...
Con mi enhorabuena te deseo Muy Buenas Noches !!
Pili Obre
Teniendo en cuenta que para ejercer de político no se requiere ninguna titulación ni oposición, no creo que algunos políticos conozcan siquiera lo que es una metáfora ni que sean capaces de comprender tu artículo, así que no sé pueden pedir peras al olmo.
ResponderEliminarMagda Sellarés
Me ha gustado mucho , quizás porque aunque no sepa escribirlo. , pienso lo mismo.
ResponderEliminarMuy bueno Juan Antonio.
Carmen Rengel
Buenos días Juan Antonio.
ResponderEliminarDe tu artículo quiero expresarte mi gratitud por decir en palabras todo lo que pienso y siento de la realidad que estamos viviendo. Sin respeto y cultura no vamos a conseguir nada bueno.
Un abrazo y saludos de Marisa y Ramón
Marisa Palau
Fecundísimo en ideas y riquísimo en expresión.
ResponderEliminarTe felicito.
Pepe Pascual
Hola Juan Antonio, muy buenos días.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu magnífico artículo, pero yo creo que no hay solución, tu todavía planteas la posibilidad de la metáfora o la del silencio, "imaginar una palabra puede ser al acto más radical de todos", pides demasiado, nuestros políticos, al menos en estos momentos, no están por la labor, predicas estupendamente, predicas maravillosamente, pero, lamentablemente, predicas en el desierto. Sería muy bueno que leyesen tu artículo pero no lo harán y si lo hacen lo dejarán no lo terminarán.
Un abrazo,
Ramón Morell
Buenos días tío. Me ha gustado el articulo con ese tono de ironía que le has dado….., lástima que aquí no se va arreglar nada todo lo contrario a peor ira la cosa.
ResponderEliminarBesos
Nacho Valero
Hola Juan Antonio, He leído con sumo placer tu artículo, donde desarrollas tu aportación literario filosófica, en favor de una causa en estos momentos sumamente desprestigiada, como es el dialogo constructivo y el humanismo como reguladores de la escena pública, en lugar del griterío y la descalificación abrupta, que se han adueñado de los foros políticos y mediáticos de este país en sus máximas estancias.
ResponderEliminarHubo un tiempo en que la oratoria, la dialéctica, el razonamiento respetuoso con el contrario, eran méritos deseables para ser un buen parlamentario y por ende un buen político, lo que denominábamos exquisitez florentina. Sería razonable pensar que con unos niveles generales de formación mucho más extensos, con un mayor número de titulados universitarios y un menor índice de analfabetismo como indican las estadísticas, que el nivel educacional y cultural habría progresado, pero desgraciadamente asistimos a una involución terrible, a la que sin duda ha contribuido la expansión del mundo digital, que no facilita el desarrollo del pensamiento crítico, y sublima el eslogan, el mensaje encapsulado breve y rápido a través de algoritmos, que reduce las ideas a dogmas, solo así se entiende que unos energúmenos carentes de ética y empatía, accedan a las más altas cotas del poder.
El guirigay de la conferencia de Presidentes, no es más que el paradigma de una situación extendida en nuestra clase política y tambien en la mayoría de los países que hasta ahora de regían por regímenes más o menos democráticos. Qué bueno sería que utilizaran como dices en sus exposiciones verbales, metáforas inteligentes en lugar de insultos e injurias, y realmente mejor aún, que guardaran silencio, o que los votantes tuvieran suficiente criterio para poder acallarlos a todos, y encumbrar solo a aquellos que transmitan valores éticos, sabiduría y humanismo.
Un cordial saludo
Jordi Testar
Hola Juan Antonio, gracias por el artículo.
ResponderEliminarDel poemario 'Campos de Castilla' traes hasta nuestro recuerdo versos de “Retrato”, poema autobiográfico de Machado en el cual confiesa que desoye a 'tenores huecos' y a 'coros de grillos'.
A través de la personalidad que encarna Juan de Mairena, advierte:
“reparad en que no hay lío político que no sea un trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedia, en que nadie sabe su papel”.
Pues bien, el papel que nos corresponde es trabajar el pensamiento crítico, aprender a desoír, poner atención plena en medio de la confusión, desenmascarar y sacar a la luz a la tramoya y al tramoyista que descubriremos tras cada acto público representado. Al igual que lo hace tu Diario de Realidades.
Un abrazo,
Miguel Ángel Cerviño
Haces un planteamiento arriesgado y nada fácil, y lo desarrollas muy bien. Me ha gustado, y más que lo cierres con los versos del gran Don Antonio. Si a Machado (que no sé si era más filósofo que poeta o más poeta que filósofo) le hicieran más caso, nos ahorraríamos mucha vergüenza ajena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jaime Martínez
Está muy bien, reflexiona sobre el poder del lenguaje en la configuración del pensamiento y la percepción de la realidad, especialmente en el ámbito político y social.
ResponderEliminarJacinto Mínguez
El autor critica la agresividad y el enfrentamiento verbal que dominan el discurso político actual, señalando cómo el lenguaje bélico y confrontativo no solo empobrece el pensamiento, sino que también predispone a la sociedad al conflicto y la polarización. Muy bueno.
ResponderEliminarCarlos Salabeira
La metáfora se presenta como una herramienta clave para transformar el discurso y fomentar el entendimiento. No es solo un recurso estilístico, sino una estructura profunda que moldea la manera en que interpretamos el mundo. El autor sugiere que, si los políticos emplearan metáforas con inteligencia y armonía, podrían facilitar acuerdos y compromisos en lugar de perpetuar la discordia. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarConchita Argés
¡Fantástico!. El artículo plantea que el lenguaje no solo describe la realidad, sino que la programa por adelantado. En este sentido, el uso de metáforas bélicas en la política y los medios de comunicación contribuye a una percepción de constante enfrentamiento, afectando la manera en que los ciudadanos procesan la información y reaccionan ante ella.
ResponderEliminarManuela Castro
Juan Antonio, propone el silencio como una alternativa aún más radical que la metáfora. En un mundo saturado de respuestas y discursos agresivos, el silencio puede ser un espacio de reflexión y posibilidad, donde el pensamiento no está condicionado por la predicción ni la confrontación. En este contexto, el silencio no es vacío, sino una pausa productiva que permite la emergencia de nuevas ideas y formas de comunicación más constructivas.¡Enhorabuena! te ha salido de maravilla.
ResponderEliminarMercedes Franco
Magnífico artículo que concluye con una referencia al poema Retrato de Antonio Machado, resaltando la importancia de distinguir las voces auténticas de los ecos vacíos, en un llamado a recuperar un lenguaje que no reaccione con violencia, sino que respire, enlace y fomente el crecimiento.
ResponderEliminarÁngel Pérez
El artículo me parece una reflexión profunda y necesaria sobre el poder del lenguaje en la configuración del pensamiento y la realidad social. Su análisis sobre cómo las metáforas no solo embellecen el discurso, sino que también estructuran nuestra percepción del mundo, es especialmente relevante en un contexto político donde el lenguaje bélico y confrontativo domina la conversación pública.
ResponderEliminarEugenio Gómez
Me ha gustado mucho cómo el autor plantea el silencio como una alternativa radical al ruido ensordecedor de la política y los medios. En una sociedad saturada de respuestas impulsivas y discursos agresivos, el silencio se convierte en un espacio de posibilidad, donde el pensamiento puede florecer sin estar condicionado por la urgencia de ganar o imponer una postura.
ResponderEliminarAlba Díez
La referencia a Antonio Machado aporta una dimensión poética y filosófica que refuerza la idea central del artículo: la necesidad de un lenguaje que no solo comunique, sino que también construya, enlace y permita el crecimiento. En tiempos de polarización y cinismo, imaginar nuevas formas de hablar y pensar puede ser, como bien señala la autora, el acto más radical de todos. Magnífico.
ResponderEliminarBaldomero Mañueco
Me parece un texto inteligente, bien estructurado y con una propuesta valiente: cambiar el lenguaje para cambiar la realidad. ¡Enhorabuena! desconocido autor.
ResponderEliminarCelestino Picazo
Ojalá todos, o si más no, la mayoría, llegásemos a la reflexión sobre nuestra vida, a la que llegó Machado. ARDUA TAREA, ya que para ello, tendríamos que ser tan inteligentes como él y eso, lo pongo en duda.
ResponderEliminarMagda Díez
M'ha semblat molt interessant i profund.
ResponderEliminarCrec que els polítics haurien de ser referents del silenci, la metàfora, la no reactivitat i la bellesa de les paraules.
Si no, perquè hi són??
Joana Companys