Me despierto. Desayuno. Y me voy
calle abajo en busca de ese mar, tan compañero. En silencio, observo el ir y
venir de las olas en la playa de La Ardiaca de Cambrlis. El día es claro,
luminoso, con una temperatura que me hace soñar en un estío próximo. Rememoro.
¿Cuántas veces habrán llorado por mí unas olas semejantes a las que hoy
contemplo en silencio? Sí. Allí. Junto a los abruptos acantilados de la bella
playa de Benítez se hicieron realidad algunos de mis más hermosos sueños. El
sonido del mar era tan armonioso como la puesta de sol de aquella tarde y sus
alegres lágrimas, salidas de sus entrañas, tiñeron sus ojos del más puro azul
marino. Luego…, el tiempo me dejó sólo, huérfano al otro lado del océano. Y me
sentí como una barca perdida en alta mar…
Playa Benítez - Ceuta |
En este contexto, también recuerdo que un día,
viviendo en Marruecos, le oí decir a un anciano marroquí que hablaba con un
español en el zoco: “Ustedes tienen el reloj, nosotros tenemos el tiempo”. Era
todavía algo pequeño para entenderlo, hoy, traspasado mi último tercio, lo comprendo.
No existe mayor realismo en la vida.
La muerte, esa etapa final que, a Iñaki
Gabilondo, le ha dicho un científico que ha entrevistado en la cadena de TV #0,
que la ciencia vencerá, me causa estupor y congoja. La afirmación del
científico es una improbable certeza y una posibilidad inalcanzable, creo, ya
que la realidad no lo podrá desmentir. En todo caso, cada uno de nosotros, por
si acaso, debería conjugar el verbo y escoger el tiempo: Quise, quiero,
quisiera. Ya que después solamente nos quedará silencio…
Por ello, ahora que estoy a tiempo, me aplico
la expresión que dijo el poeta romano Horacio:”Carpe diem; o sea, Vive el
momento”. Pues como decía Virgilio en su poema Georgicas, “Tempus
fugit”; es decir, el tiempo vuela…
Y dicho esto, comunico que, hasta mediados de
mayo, estaré ausente. Me voy lejos; pero no en silencio…