lunes, 26 de junio de 2017

Biografía del Silencio




He leído recientemente un libro que no sé cómo calificarlo. No es un ensayo, porque va mucho más allá del que configura un análisis de investigación. Tampoco creo que sea un relato autobiográfico, porque integra en el mismo el amplio campo de la meditación. Y no es un libro filosófico, pues no analiza, sino que mira hacia dentro. Por ello, si he de poner un adjetivo, diría que es un libro humano; aunque este término se salga de las habituales clasificaciones de las obras literarias.
 
Publicado en el diario El Segre 25-06-2017
Pablo d’Ors, en su obra Biografía del Silencio, nos regala una sonrisa a través de la observación, en un escenario tan sencillo que es fácil recorrerlo; pues, todos, lo llevamos dentro. El problema es querer iniciar el camino para verlo. Introducirse en la obra es iniciar un viaje que no te deja inerte; pues, casi sin darte cuenta, te sientes sumergido en la meditación mirando hacia nuestro interior. Paso a paso, hoja a hoja, te va enseñando a convivir con nuestro ser y a vaciarnos de experiencias.

El autor, nos hace ver que vivimos extraviados, confundidos por cientos de obligaciones y cargas que nos distancian de nosotros mismos y nos hacen subsistir en una vida que no es la nuestra. Nos pasamos el tiempo persiguiendo quiméricos sueños a través de un sinfín de planes, aspiraciones y deseos de vida que nos aprisionan y nos hacen olvidar lo verdaderamente significativo; aprender a vivir.

El discurso de Biografía del Silencio, está lleno de enseñanzas, anhelos y ánimo. Su objetivo es la confianza. Y la contagia con la certeza de que, con un poco de entrenamiento, podemos transitar por nuestra conciencia, explorarla y descubrir un territorio que nos ofrecerá la sabiduría necesaria para vivir mejor, más en paz con nosotros mismos. Como nos dice su autor, “Meditar es asistir al fascinante y tremendo proceso de muerte y renacimiento”.

Biografía del Silencio, nos ofrece la posibilidad de descubrir que se puede vivir de otra manera; ya que nos enseña que no existe la dicotomía entre yo y el mundo, sino que el mundo y yo son una misma y única cosa.

Al terminar de leerlo, han saltado, de pronto, hacia el frontal de mi cerebro, muchas de mis historias cotidianas. Y al analizarlas, me doy cuenta de que casi todos los días de mi vida, han estado cosidos, casi siempre, al pespunte de la fragilidad de mi mortal existencia. Y esta es la aporía existencial, que relata, como si fuera un romance, mi propia ausencia. Sobre todo, en ciertos días, en algunos momentos, que me han roto, por los cuatro costados, entero. En aquellos en los que mi mejor palabra ha sido el silencio…