viernes, 28 de enero de 2022

La crisis de Ucrania, una perspectiva histórica.

Con el actual tema de Ucrania ha quedado al descubierto la peligrosa naturaleza humana y más concretamente, la geopolítica de Putin. Ese personaje de pequeños ojos azules, pero duros como alfileres, que se siente lo suficientemente fuerte como para intentar reinscribir la historia restaurando las leyes e ideología de la antigua Unión Soviética. Afortunadamente, EE.UU. y los países Occidentales integrados en la OTAN, han reaccionado con rapidez ante el paulatino despliegue militar que Rusia ha realizado en los últimos meses en la frontera con Ucrania; pues Putin representa un verdadero peligro para la paz europea y mundial.

La Mañana 10.02.2022

Para comprender en su exacta dimensión la amenaza del nuevo “Zar Ruso”, basta con secuenciar el relato histórico. A saber: Tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, Occidente, no estando lo suficientemente conforme con haber vencido a la ideología comunista, decidió invertir en sectores claves de la economía rusa como las materias primas y los hidrocarburos, a través de las grandes corporaciones multinacionales, con el objetivo de atenazar a Rusia en el campo de su desarrollo industrial. Simultáneamente, teniendo como aliado instrumental al FMI, elaboró un programa de privatizaciones que permitió minar el estado social soviético y propició la aparición de una nueva y corrupta clase dirigente rusa que encontró amplio respaldo y seguro refugio económico en la City londinense y Wall Street.

  Derrotada pues la ideología y atada y bien atada la coyuntura económica, a los EE.UU y Occidente, solamente les quedaba bloquear debidamente el marco territorial de la antigua Unión Soviética en el plano militar. Y para ello, nuestros aliados, hicieron lo que cabía esperar de ellos, obligar a Rusia a que liquidara el Pacto de Varsovia. Dicho y hecho, el 31 de marzo de 1991, se estableció formalmente que las fuerzas armadas de los países miembros del Pacto de Varsovia y su Comando Unificado cesarían toda actividad militar. Y Occidente, en justa reciprocidad y en paralelo, aumentó el número de miembros de la OTAN, ingresando en la Organización 12 países del antiguo Pacto de Varsovia: Albania, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa y Rumania.

El motivo para el ingreso de los citados nuevos países en el marco de la OTAN, se explicitó, entre otros foros, durante la cumbre de Washington en 1999. En dicha cumbre, fueron mencionadas una serie de nuevas amenazas que fueron incluidas en el artículo 24 del nuevo concepto estratégico:Migración de masas sin control,tráfico internacional de drogas, crimen internacional y divulgación de armas de destrucción masiva sin control.

Y claro, dado que la misión de la OTAN es proporcionar seguridad a los aliados, al sentirse éstos nuevamente vulnerables ante semejantes amenazas rusas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, como es obvio, no tuvo más opción que incluir en sus planes de defensa a los citados países del bloque de la antigua URSS y colocar en ellos las correspondientes bases americanas. Y, además, para rematar la jugada, Occidente no sólo machacó al único aliado ruso que le había quedado en la región, la Serbia de Milosevic, promoviendo su derrocamiento en el año 2000; sino que, seguidamente, se dedicó a promover las llamadas “revoluciones de colores” en todo el espacio ex soviético, desde Ucrania hasta Kirguizistán, con el objetivo de lograr aún más aliados para su causa de mantener a Rusia rodeada y sometida.

Paralelamente, la UE decidió no quedarse al margen del sabroso negocio que representaba para su mercado interior el ingreso de nuevos miembros comunitarios y absorbió 11 países, provenientes o desgajados de la antigua URSS. Y de esta manera, con un mercado de más de 500 millones de habitantes, impuso unas duras reglas a Rusia si quería participar en la nueva economía mundial. Reglas que, en estos días de zozobra a causa de Ucrania, la UE se plantea activar contra Rusia vetando democráticamente sus exportaciones al territorio comunitario, si fuera necesario. 

 

Finalmente, cercada Rusia y sometida su economía, tal y como aparece en el tratamiento informativo que leemos continuamente en los medios de comunicación occidentales, hemos de colegir que gracias a los EE.UU. y los países aliados de Occidente, podemos vivir tranquilos el resto de los mortales. ¿Qué se habrá creído ese Putin…? ¡¡¡Más madera OTAN y UE, más madera y leña al mono…!!!

Aunque…, tras todo lo dicho y echando una ojeada a los mapas, como intuyo que la presencia de la OTAN en el mundo no parece, ni mucho menos, que su constante expansión en los últimos 20 años tenga, para nada, intenciones humanitarias, me asalta una duda: ¿es realmente Rusia quien desestabiliza Europa y propicia una guerra o más bien es lo contrario: son los EE UU y los países de la UE integrados en la OTAN…?

 Ahí dejo la cuestión para que cada uno piense lo que quiera…