domingo, 21 de mayo de 2017

Razonar y convencer




Hasta finales del pasado diciembre era un fiel seguidor del programa “La Sexta Noche” que presenta el periodista Iñaki López. Pero…, prácticamente he dejado de verlo cansado de la estulticia de alguno de los contertulios, el dogmatismo practicado por otros, la desvergüenza y cinismo del que se autotitula periodista de investigación y, sobre todo, por la ausencia de sólidas argumentaciones que, salvo un par de los asistentes, manifiestan el resto para convencer a los televidentes. En los desarrollos de los debates, la mayoría, sean de la ideología política que sean, se empecinan en tener siempre razón y por mucho que intente alguno de ellos analizar y ponderar el tema del que se trate, el oponente de turno no da jamás su brazo a torcer. Y, además, “para convencer” se dedica, con tozuda sordera, a expresar sus opiniones a gritos; probablemente, pensando que, cuantos más decibelios utilice, más razón posee. Y así, la discrepancia se alarga y adquiere una elevada temperatura, hasta que ocurre un hecho trascendente; el más listo del grupo que, hasta ese momento, ha permanecido callado mientras consultaba discretamente su móvil o tablet, levanta la mano e interviene dando a la discusión el dictamen inapelable que le transcribe la pantalla como si fuera el juicio del mayor e infalible oráculo del reino.
Diario La Mañana, 20 de mayo de 2017

Y es que, en el citado programa, se echa de menos la presencia de auténticos intelectuales; esas personas que eran referentes del colectivo en el que se movían y de la sociedad, en general, hasta no hace muchos años. De hecho, hasta que San Google hizo acto de presencia de una manera masiva en nuestros comportamientos y conductas, siempre había alguien en nuestro entorno, más o menos cercano, que lo sabía casi todo. Y cuando había dudas, se le requería su criterio y valoración; pues, con suma facilidad argumentaba, rememoraba nombres, fechas y datos con total y clara exactitud, gracias a su excepcional memoria, nutrida por heterogéneas, numerosas y, a veces, aparentes improductivas lecturas. Pero…, aquellos eran otros tiempos que no volverán; ya que, hoy en día, el sabio bagaje cultural no vale de nada. Quizá sea porque la erudita sabiduría es una cualidad humana que, en la actual bolsa de la vida social, cotiza a la baja. Y así nos va en este país; pues, en el hoy y ahora, son los mediocres los que han llegado y alcanzado las más elevadas cotas del poder político y cultural.

Tal vez, se comporten así debido a que, a pesar de tantos avances tecnológicos, seguimos sin entender que la mayor parte de nuestras opiniones son creadas por las palabras y las fórmulas, mucho más que por la razón. Razonar y convencer, es un camino difícil, largo y trabajoso…
Ya nos lo advirtió nuestro filósofo de Vic, Jaume Balmes: “No es muy difícil atacar las opiniones ajenas, pero sí el sustentar las propias; porque la razón humana es tan débil para edificar, como formidable ariete para destruir”. En ello, estamos…