martes, 26 de mayo de 2020

Pandemia, élites y filosofía.



Tengo la sensación y pienso que la cuarentena a causa del covid19 es una forma más, aunque muy sutil, del espíritu de dominio capitalista. Este confinamiento no tiene otro principio que no sea la idea matriz para que no se colapsen los sistemas de los ricos. A mi modo de ver, es una forma de continuar reproduciendo el sistema neoliberal. Y los perdedores seremos los de siempre; es decir, aquellos cuyo destino no se encuentre en el grupo social adecuado. El coronavirus nos ha traído una mortandad brutal y, según todos los expertos y hasta los propios políticos que así lo manifiestan, va a producir una destrucción económica tan completa que ocasionará el enviar a millones de familias hacia el hambre y la miseria. Y el salvaje capitalismo que, una vez más, saldrá victorioso de esta crisis, abandonará sin escrúpulos a los trabajadores que no se sometan a sus nuevas condiciones; es la marca de la casa.

En este contexto, como dicen los especialistas americanos en pandemias, los ciudadanos de los Estados Unidos se van a enfrentar al “invierno más oscuro de su historia moderna”. Señalan que la ventana de oportunidad que tiene el país para gestionar el coronavirus se está cerrando; ya que, si la Casa Blanca no escucha a la ciencia, la pandemia empeorará y se alargará. Y una de las cosas que está haciendo la actual Administración de EE.UU, para derivar y apartar la importancia de sus irracionales e insensatos excesos es encontrar las oportunas cabezas de turco. Las políticas de Trump han ocasionado directamente la muerte de cientos de miles de personas, pero no quiere que se sepa, así que echa la culpa a otro. Culpa de las consecuencias de la pandemia a China y a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y es una buena estrategia porque sus entusiastas seguidores no aprecian ni al país asiático, ni a la citada  organización internacional de la salud. Es por ello, que las mejores instituciones científicas están cabreadas y lo están con razón. Y ponen como ejemplo lo ocurrido en Nueva Orleans a mediados del siglo XIX con la fiebre amarilla, en que los adinerados blancos sureños, usaban a los esclavos negros y la mano de obra barata para mantener la distancia social mientras duraban los brotes. Y, mientras tanto, la economía continuaba su ritmo gracias al trabajo de los criados de origen africano que, si resistían a la infección, se revalorizaban por estar inmunizados. En consecuencia, que el nivel socioeconómico juega un papel determinante; así ha sido siempre cuando ha habido cualquier crisis y así lo seguirá siendo ahora

Situándonos en nuestro país y hablando de cosas concretas sobre la pandemia, estos pasados día hemos visto y oído en los medios que grupos de personas del barrio más elitista de Madrid, esa llamada milla de oro, se han venido manifestando profiriendo gritos como: “Yo pago mis impuestos y el Gobierno no hace nada” o “Están haciendo un país de vagos y ahora me lo quieren quitar todo”, “Se nos prohíbe la libertad” etc.… Y es que cuando los ciudadanos que responden al concepto de élites, advierten el hundimiento económico y entrevén con incomodidad y malestar sus consecuencias, lo primero que hacen es desligarse de la consecución del bien común y emplean sus energías, de manera especial, a defender su personal bienestar y al de la clase social a la que pertenecen. En este sentido, Krugman ha apodado a esta estrategia “la imprudencia de las élites” y opina que hay que culpabilizar de los hechos a quienes los realizan y no a imaginarios o inexistentes autores como el Gobierno. Ya que en el fondo y en la forma, lo que se persigue es una maniobra directa contra el poder para hacerlo caer.

Afirmaba el sofista  Gorgias de Leontini en su obra Sobre el no ser o de la Naturaleza que "si el no ser no pudiese ser pensado, no existiría el error. Dado que el error existe, se infiere que puede pensarse el no ser". En consecuencia, siguiendo el razonamiento del filósofo y trasladándolo a los actuales hechos, podríamos decir que hay cosas no pensadas que existen, y cosas no existentes que pueden ser pensadas.