viernes, 29 de enero de 2021

Es tiempo de pensar el tiempo

 

Hay días que parecen repetirse y nos encontramos como atrapados en el tiempo. Son días en los que notamos que nos van pesando los años. Y es que el tiempo es la materia de la que están hechas todas las cosas. Una especie de agujero que chupa y escupe a la vez esa materia y que es, también, la conciencia de que lo podemos perder, de que se nos acaba. Y este hecho hace y nos puede ocasionar que sea muy angustioso o quizás, en determinadas circunstancias, extraordinariamente placentero.

La Mañana 29.01.2021
Hubo un tiempo prehistórico, cuando aún no existían números, ni días, ni calendarios, en el que, si bien el tiempo pasaba, la edad no existía. Sin embargo, en nuestra sociedad, dicha edad, es el factor fundamental que marca el paso del tiempo y la que nos hace ser conscientes de su transcurso por los años que tenemos. Pero no es el único elemento, pues su discurrir tiene también que ver con el tema del trabajo; ya que es referencia y marca de todo aquello que anhelábamos y hemos o no conseguido.

No obstante, el tiempo, como significación absoluta, posee vínculos y sentidos diversos según cada cultura. Realmente, los ingredientes históricos y culturales diferencian la manera en que los individuos experimentan, determinan y computan el tiempo. Y en efecto, mientras en la cultura occidental la idea del tiempo, que proviene de la tradición judía, es lineal, en la cultura hindú, en otras también orientales, y en algunas americanas, el tiempo es circular; pues se repite perennemente y siempre tiende a ser lo mismo. Y, por eso, pueblos como los Aymara, tienen un modo distinto de pensar, sentir y medir el tiempo y el espacio que nosotros, pues todo se imagina y se mueve en torno a un continuo y eterno retorno.

En consecuencia, el paso del tiempo, aunque sea igual para todos, no todos lo percibimos por igual, Y, a medida que nos vamos haciendo mayores, tenemos la sensación de que pasa cada vez más rápido. De hecho los seres humanos somos la única especie que se percata e interpreta la rapidez con la que pasa la vida. Y somos conscientes de ello cuando advertimos que en ese calendario van existiendo cada día menos hojas y obviamente, este acontecimiento y circunstancia, nos inquieta y perturba en la forma de percibir nuestra propia existencia. Y es que la divergencia está en manos de nuestro cerebro, que es el órgano que interpreta la experiencia de lo vivido y la realidad de lo que nos puede quedar por vivir. Un cerebro del que, a pesar de que podamos tener trastornos cognitivos que nos hagan perder la noción del espacio y no sepamos regresar a casa, como ocurre con las personas que padecen alzhéimer, no tenemos certeza de ninguna enfermedad que nos lleve a olvidar la noción del tiempo. Y este singular comportamiento lo realizan un conjunto de neuronas que codifican de forma inclusiva el espacio y el tiempo y que se encuentran ubicadas en el hipocampo, esa estructura embutida en lo más profundo del cerebro.

Ya nos lo dijo Einstein cuando afirmó que “el espacio y el tiempo son un conjunto de la misma realidad”. De manera que, si el tiempo y el espacio de esa realidad es una esfera blanca de un reloj sin números ni agujas y porque hubo también un tiempo en el que no había estrellas en el cielo, al despertar cada mañana, deberíamos meditar sobre este hecho y atrevernos a pensar el tiempo. Un tiempo que acaso cabría definir como un espejo móvil de la eternidad…

jueves, 7 de enero de 2021

2021, la esperanza de un año diferente.

 

En casual y momentánea concurrencia con el frío y las borrascas, se nos ha despedido el fatídico 2020. Un año que no hace falta pensar mucho para resumirle en una palabra: SARS-CoV-2. Un término entendible en todos los idiomas globales y globalizados que da nombre al patógeno que ha generado la pandemia. Un nombre en clave, completamente desconocido hasta hace un año para la inmensa mayoría de la población del planeta, y que, en ese lapso de tiempo, se trocó en inolvidable para todos.

El año 2020 comenzó con el letargo de un virus de 2019 que cobró un nuevo e inesperado sentido. Un agente infeccioso microscópico acelular que con el paso del tiempo se convirtió en una angustiosa pesadilla, confirmando esa manida frase de que la realidad supera a la ficción.

Fue un año en el que las relaciones sociales se vieron trastornadas por el maldito virus, con la instauración de las acciones y actitudes barrera de distanciación social: no más besos, no más abrazos, no más apretones de manos, no más palmadas en el hombro. Y en el que experimentamos esa extraña sensación de no controlar nada y, al mismo tiempo, tuvimos que hacer considerables y vastas concesiones sobre nuestras libertades.

La Mañana 7.01.2021
Aún así, en este pasado año 2020, con la pandemia en pleno crecimiento, hemos podido ver el humanismo solidario del colectivo sanitario y la falta de éste en algunos compatriotas. Y es que la pandemia, a nivel de nuestro país y europeo, ha servido, entre otras cosas, de esclarecedor observatorio del comportamiento humano y social de la mayoría de sus ciudadanos. Y, asimismo, también nos ha ofrecido una especial fuente informativa, pues junto con la Covid19 han viajado las fake news, esas falsas noticias que se han propagado con furia entre el ruido narcisista, el autoritario racismo y la manipulación que provenía del otro lado del Atlántico.

Sea como fuere pienso que, puesta en marcha la campaña de vacunación contra la Covid-19 en este recién estrenado 2021, es imperativo apartar de nosotros el miedo, la ansiedad y pesadillas que provocan algunos discursos que replican sin pudor las redes sociales de comunicación. Y, por el contrario, abrir los brazos a unos pensamientos positivos llenos de esperanza, de sosiego y hasta buen humor, si viene al caso.

Por lo, tanto, más allá de esta pesadilla que, junto a longevas nieblas, todavía va a durar muchos días de invierno y primavera, creo que tenemos una magnífica oportunidad para reconectarnos con nuestra identidad profunda, para buscar quiénes queremos ser en el mundo y cómo queremos vivir en él. Quizás porque, como enunció hace décadas el biólogo alemán Ludwig von Bertalanffy en su  Teoría General de los Sistemas, .la crisis provocada por la Covid-19 es una crisis sistémica que generará mecanismos de cambio estructurales contra los que de nada sirve luchar, si pretendemos seguir viviendo como hasta ahora para que no cambie nunca lo de siempre. Es por ello que debemos comenzar nuestra transformación interior para que podamos reinventar el futuro de nuestro viejo planeta.

¡Ojalá! que el 2021 sea el año del triunfo de la ciencia, la luz y la razón que dé sentido a nuestra existencia, y sirva para librarnos de este presente oscuro.

¡Feliz Año Nuevo! y buena salud a todos.