jueves, 30 de diciembre de 2021

Fin de año, un territorio simbólico.

 

Sobre los adoquines desgastados y sabios de la vieja Ilerda, resuena el eco sordo de unos pasos cansados. Se detienen un momento. Apenas pueden ya caminar más; tal vez debido al peso acumulado entre las grietas de sus días. Es como si hubieran sido absorbidos por el pavimento y que pensaran en la posibilidad futura de ser reemplazados. Han transcurridos muchas jornadas arropados entre los colores de los amaneceres, curtidos por luces y oscuridades de senderos y valles, y de haber volado por nubes de colores imposibles. Y, quizás por ello, ya no se sienten capaces de recorrer otros muchos días más y desean cejar en su empeño de querer hacerlo.

 

Se diría que son estas pisadas como las hojas de un libro viejo, doradas y desgastadas por el silencioso acarreo de los días recorridos a lo largo de este año. Un libro repujado en cuero que uno repasa con la veneración de quien sabe que tiene entre sus manos la memoria de un año. Una joya cuajada de tiempos, de pisadas y de manos, porque ese libro contiene las vidas de aquellos que durmieron entre sus cuentos y lloraron las letras de sus llantos. Y son, también, las pisadas que el libro acumula con todos los caminos que los lectores recorrieron con él entre sus dedos. Unas hojas, unos caminos y unos pasos que se nutrieron de esquinas dobladas, de opiniones, de algunos pocos versos subrayados y de las citas y notas que hasta sus orillas llegaron.

 

La Mañana 2.01.2022

Desde no muy lejos, en la inmediatez de un instante mudo, parecen oírse otros pasos que están llegando. Y es que se acaba, se termina el año y con esos pasos que concluyen y finalizan su andadura quiero traer a este inhóspito presente dominado por el Covid-19, la variante Ómicron y la pandemia, todas las cosas que he ido guardando a lo largo de estos pasados “trescientossesentaycincodias”, en ese recóndito lugar de mi cerebro donde se ubica la memoria. Es posible que, en esta especie de relato, algo se me quede en el tintero fuera del recuerdo, pero ya se sabe que hay hechos que se olvidan; aunque después un día, sin saber cómo, nos llegan de manera veloz al pensamiento y los encontramos mezclados con otros episodios, entre otras cosas, en algún lugar extraño y, tal vez, modificados.

 

Quiero traerlos casi todos para que tú, amigo lector los leas y, si te parece oportuno, reflexiones sobre ellos; ya que al revisar los sucesos, vicisitudes, sustancias y mercancías que a través de los pasos y sus días me dejó el año encontré algunos tan hermosos que quisiera compartirlos contigo. Me refiero a esos que, como tú bien sabes, cuanto más das, más tienes, pues no se gastan ni desaparecen. Es algo curioso, pero real, son esos días que se pasan llenos de sonrisas y alegrías con compañeros, amigos y/o familia y que cuantos más regalas, más pleno y satisfecho te sientes y así, de esa manera, han quedado grabados entre mis reminiscencias.

 

Tengo otros extraordinarios recuerdos en los que ha brillado una luz especial que les otorga un color maravilloso y que llenan un sitio personal de mi memoria; son los pasos de esos días que recorrí invadido por el misterio del amor que, aún siendo tan grande, resulta liviano y nada pesa. Y es que compartir los mil colores de esos días, mezclados con los melodiosos sonidos de un sinfín de palabras, es participar y corresponder con trocitos de alma a los seres queridos que en el camino del año a uno le han acompañado en las mañanas, mediodías, tardes y noches.

 

Y, también tengo en mi memoria guardados los días de abatimiento y de tristezas de este año. Es bueno llevarlos igualmente a cuestas para recordar cuando estamos contentos que, de la misma manera, existe la amargura, el dolor y el sufrimiento; pues no todo en nuestra vida es como un lago de agua pura y cristalina cubierto de un sinfín de estrellas.

 

Siempre llevo de un año para otro los recuerdos. Y, tal día como hoy, me miro tranquilo en el espejo de mi conciencia y los contemplo, abro ese recóndito lugar de mi cerebro y reflexiono e, invariablemente, guardo en el arcón de mi memoria aquellos que más feliz me han hecho.

 

¡¡¡Feliz año nuevo 2022 a todos…!!!

 

 

 

 

 

martes, 14 de diciembre de 2021

LUCA, los virus y la variante Ómicron.

 

La más pretérita e incuestionable certeza de vida en la Tierra hasta nuestros días, la representa una bacteria que vivió en una chimenea hidrotermal en el fondo del océano, hace unos 4.000 millones de años. Su nombre es LUCA, sigla que significa Last Ultimate Common Ancestor; es decir, “último antepasado común definitivo” y su descubridor fue William Martin, jefe de un equipo de investigación de la Universidad alemana Heinrich Heine de Düsseldorf. Según el informe que el citado equipo publicó en la revista norteamericana Nature Microbiology en el verano de 2016, los 355 genes que secuenciaron en LUCA indican que fue un organismo muy sencillo que podía subsistir sin oxígeno, ya que conseguía la energía necesaria para vivir sobre la base del dióxido de carbono, hidrógeno y otros gases calientes emitidos y depositados por la citada chimenea en el fondo marino. Descubrieron, además, que LUCA tenía una enzima que le facultaba para poder subsistir a temperaturas muy altas y que la hacía supeditada a determinados elementos químicos metálicos como el hierro, lo que la permitía prescindir de la luz y el oxígeno para sobrevivir. Un hecho que, hasta que se produjo ese descubrimiento, era contrario a la creencia científica que pensaba que todas las formas de vida necesitaban imperiosamente esos dos factores citados anteriormente para poder vivir.

La Mañana 14.12.2021

 

En este contexto del nacimiento de la vida, y partiendo de la base de que LUCA es, pues, el organismo del que descendemos todos los seres vivos de la Tierra. Y de que los virus, científicamente hablando, no pueden ser considerados como seres vivos, ya que no cumplen las leyes básicas que rigen la biología: nacer, crecer, alcanzar la capacidad para reproducirse y morir, cabe preguntarse ¿qué son los virus? En este sentido y tomando en cuenta las consideraciones del mundo científico, los virus se definen como unos agregados moleculares y proteínicos carentes de vida propia. O sea que, de acuerdo con la biología, se les considera como microorganismos constituidos por material genético en su interior que puede contener ADN o ARN en el que van impresas las instrucciones para formar nuevos virus, una cápsula proteica y una membrana lipídica; pero que están desprovistos de vida propia, ya que necesitan la célula de otro ser vivo para sobrevivir y para multiplicarse, pues no se pueden replicar por sí mismos.

 

Dicho esto, la siguiente pregunta que cabe hacerse es ¿de dónde proceden los virus? Realmente no se sabe cómo surgieron, ni su origen evolutivo y es un enigma para la ciencia que ni siquiera se pone de acuerdo sobre si estas partículas son seres vivos o no. Según explican algunas teorías científicas, se desarrollaron a partir de células parásitas que se corrompieron hasta quedar convertidas en unos cuantos genes recubiertos por proteínas. Otras, afirman que evolucionaron de fragmentos de material genético escapado de los genes de algún organismo. Y para algún otro, como es el caso del astrofísico británico de origen cingalés Chandra Wickramasinghe, los virus proceden del espacio exterior. En este sentido, el citado científico afirma que el coronavirus SARS-CoV2 llegó a China en un meteorito que cayó en la región de Wuhan en octubre de 2019. Sea como fuere su procedencia, los virus son las entidades biológicas más abundantes en la biosfera y todas las especies biológicas son susceptibles de ser infectadas por algún tipo de virus. Y, en efecto, así es y cada especie animal está asociada a unos virus característicos. Así, por ejemplo, el Covid19 a los murciélagos, el VIH a los simios, la gripe a los patos; especies que son y actúan como los reservorios virales, ya que no afectan a los citados animales, pero que sí son el vehículo de transmisión para nuestra especie; un hecho  que se conoce con el nombre de zoonosis.

 

Básicamente, los virus, para replicarse primero interactúan con el receptor celular, una vez conseguido se introducen dentro de la célula. Acto seguido liberan su genoma viral y a continuación realizan la producción de copias del genoma viral y la síntesis de las proteínas virales y finalmente realizan el ensamblaje de nuevas partículas virales y ejecutan la liberación de las mismas. Es por ello, por lo que la variante Ómicron ha generado una enorme preocupación al mundo científico y puesto en alerta a todos los países, ya que es la variante del coronavirus SARS-CoV2 que más mutaciones tiene. Y es que el elevado tamaño de la población humana, su concentración en grandes ciudades y con el añadido de que habitamos en un mundo hiperconectado, tenemos la ecuación perfecta para favorecer la dispersión y transmisión de éste y otros virus. En consecuencia, debemos protegernos de los agentes patógenos a través de las vacunas, pues vivimos en competición evolutiva con estos y otros microorganismos y no hay ninguna garantía de que nosotros vayamos a ser los supervivientes.

 

 

 

jueves, 9 de diciembre de 2021

Paseo. Se acerca el invierno

 

A mi edad, en estos días de frío y recientes lluvias que anuncian la próxima llegada del invierno, salir a pasear siguiendo las recomendaciones de los médicos, se convierte en una actividad de riesgo. Por ello, camino despacio, con cierto temor en el cuerpo, por si al pisar las hojas de catalpas, chopos, ginkos, plataneros y otros árboles que en estos otoñales días pierden sus hojas y alfombran el suelo, pudiera resbalar y dar con mis huesos contra el suelo.

 

Segre 19.12.2021

Cruzo la pasarela. Me adentro en los Campos Elíseos y mientras avanzo por su desnudo paseo, contemplo los árboles que duermen tranquilos luciendo su esbelto esqueleto. Miro con tristeza el verde espacio que en su seno acoge los abandonados jardines y unas fuentes carentes de su preciado elemento. Hace ya años que este lúdico espacio perdió su sonrisa, serenidad y elegancia, pues ya en él no se celebra el tradicional Baile de Fiesta Mayor, ni se ve jugar a los niños, ni a las primerizas madres dar un paseo empujando el carrito para arrullar a su tierno angelito, ni a los ancianos conversando en sus bancos recordando otros tiempos. Hoy, dando una vuelta despacio por él, solamente he oído lamentos y un profundo silencio, como si se hubiera muerto.


Salgo del parque. Atravieso el Puente Mayor. Miro hacia el puente nuevo y mientras escucho el murmullo del cauce del río, una bandada de patos levanta el vuelo. Está cerrado el día, cubierto, amenaza lluvia y las nubes se han asentado sobre el azul del cielo. Por el cauce del Segre llega un viento frío y fresco. Las precipitaciones de estos días han dejado a su paso la tristeza del color del invierno. A mi memoria llegan los recuerdos y de entre ellos surge algún pensamiento demasiado intenso. Por un momento, el pasado invade las sombras y se cuela entre mis despiertos sueños. Reviven los rostros, resuenan los nombres. Son nostalgias, son olores y sentimientos de una realidad que dejé atrás hace ya mucho tiempo. Los años no esperan, no piensan, ni lloran, ni engañan; solamente entierran los caminos hechos y desgarran la vida en silencio. Siempre el agua, siempre el tiempo, siempre camino unido a mis sueños.

 

Giro hacia la derecha y por la Rambla Ferran regreso. Me cruzo con un ciego y su acompañante me mira como solamente saben hacerlo los perros. Esa mirada firme de sus ojos negros, sin saber porqué, me trae otra de muy lejos: una bella figura de ébano en Guinea, qué lejos te advierto. Camino despacio, en silencio. Y me veo a mí mismo en diferentes fases de mi pasado tiempo, por otros espacios muy bellos, por otras ciudades de las que añoro aquellos años, aquellos días y aquellos momentos. Sus recuerdos me hacen vibrar, me causan mucha alegría y originan que me sienta contento. Y hasta me ocasionan alguna contradicción al respecto. Y es que sus matices y la fugacidad del tiempo, implican también la pequeña melancolía que siento. Un sentimiento que no percibo con tristeza, sino con optimismo, pues me contemplo en una de aquellas épocas tejiendo las noches de sueños. Una divertida, entusiasta y gozosa etapa de mi vida junto al Escalda que siempre me acompaña y guardo en mis recuerdos.

 

Vuelvo a casa con tranquilidad, con sosiego, caminando a solas con mis pensamientos. A mi regreso me espera, esa habitación despacho que cada día me acoge entre libros, fotos, papeles, un ordenador ya viejo, cuadros, pinceles, el tic-tac del reloj de pared y los recuerdos; base de mi universo. Y, sobre todo, una mirada cálida, una abierta sonrisa y una clara y precisa luz que me acompaña con gesto amable y amor verdadero desde hace tiempo.

 

Sin sospecharlo, la memoria se me va con pasos de paloma al tiempo en que era un niño y la felicidad renueva mis sueños.

 

lunes, 15 de noviembre de 2021

La crisis entre Bielorrusia, Rusia y la UE

 


Jean Monet, padre espiritual de la Unión Europea, comentó al final de su vida: “Si lo hubiera sabido, habría comenzado por la cultura”. En este contexto y en este otoño, en el que vemos cómo se desajusta y tiembla el engranaje de la Europa económica ante las amenazas del Presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, de cortar el tránsito de gas ruso hacia la UE. Y la confusión y el miedo se manifiestan bajo la sombra del egoísmo y la insolidaridad con los refugiados que se agolpan en la frontera de Bielorrusia con Polonia, tal vez convendría hacer una reflexión en torno a varios conceptos esenciales y la manera de priorizarlos en nuestras vidas: individuo, sociedad, estado, supervivencia, tolerancia. Es decir, el eterno problema de encontrar una razonable y humana convivencia del ser humano con otros seres humanos.

 

¿Estamos ante una disyuntiva moral por razones humanitarias? Desde mi punto de vista, éste es el único argumento desde el que se puede intentar justificar que la UE acepte la entrada de esos miles de migrantes de Estados fallidos, en los que Occidente tiene una gran culpa, y que Lukashenko ha lanzado hasta la frontera polaca, vulnerando el derecho internacional. Hace ya algo más de 25 siglos que Tucídides en su Historia de la guerra del Peloponeso, dejó claro que una cosa es las evidencias y análisis con los que se explican los conflictos y otra las razones que los agitan y remueven. Y aquí, en esta situación, sin haber choque directo entre las partes enfrentadas, si que existe una trampa, la instrumentalización política, llena de claras amenazas por parte del dictador bielorruso; pues lo que está en juego no es solamente cortar el gas ruso hacia Europa, sino las vidas de varios miles de seres humanos.

La Mañana 29.11,2021

Después de algo más de treinta años del fin de la guerra fría, el alegre humor del mundo que acogió con júbilo la caída del muro de Berlín, ha cambiado y se ha vuelto más sombrío. Y, pese al éxito del euro, el de la UE también. Durante estas pasadas decenas de años, la ampliada Unión Europea se ha centrado en arreglar problemas caseros, aunque alguno de ellos ha terminado en un estruendoso fracaso, como ha sido el tema del Brexit. Un fracaso y decepción derivado del hecho de que los dirigentes del Reino Unido, tanto los conservadores como los laboristas, han soñado con volver a ser una potencia nacional, sin ver con claridad los cambios que se estaban produciendo en el mundo que tenían delante y que, ahora, tras la ruptura comienzan a sentir. Y, a su vez, esta quiebra, de alguna manera, ha provocado también ciertos deterioros democráticos en otros países miembros de la UE, como en Hungría y Polonia, generando una situación de crisis e incertidumbre cuyo alcance está todavía por ver.

 

Es por ello, que la UE para asegurar la estabilidad en Europa, indudablemente, tiene que centrarse en materializar un claro entendimiento con Rusia, fomentando unas relaciones constructivas basadas en la colaboración política, tanto por razones de seguridad como económicas. Pero, sobre todo, para evitar que dichas relaciones se vuelvan hostiles, máxime cuando los EE.UU, han dejado claro que no están ya interesados en pagar los miedos ni recelos europeos ante el gigantesco país euroasiático. Por esta razón, se entiende que la UE debe sumar al instrumento diplomático que representa y al peso económico que tiene, una política de defensa propia con la que respaldar una acción exterior común. Solamente así, con una política autónoma de defensa propia, aunque siga amparada por la OTAN, podrá en un futuro resolver crisis como la actual migratoria, desencadenada en la línea divisoria exterior del este de la Unión Europea, por Bielorrusia y Rusia. Países ambos que, mientras el conflicto se solventa, prosiguen engrasando su maquinaria bélica

 

Y, mientras tanto, esperando acontecimientos, ahí continúan estacionados miles de migrantes procedentes, en su inmensa mayoría, de Siria, Yemen e Irak, llenos de esperanza. Y es que, para ellos, como decía Juan Rulfo: “Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul. Hay esperanza, en suma”. Y, tal vez, hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar.