miércoles, 29 de enero de 2014

¿Cuál es mi realidad?





No hace muchos días, releyendo el libro de Vygotsky “Pensamiento y Lenguaje”, en el capítulo II, página 45, encontré una frase que me parece realmente magnífica: “Una necesidad solo puede ser realmente satisfecha a través de una determinada adaptación a la realidad”. Y, es una gran verdad. Si se para uno a pensar sosegadamente, te das cuenta de su vigencia, puesto que cuando hablamos, cuando opinamos o escribimos, lo hacemos siempre desde una realidad que es diferente para cada uno. Y ahí estriba el problema: ¿Cómo saber si mi realidad es la misma que la tuya? Uno no ve lo mismo que ve el otro. Eso es lo que nos pasa a unas personas respecto a otras.

La visión de la realidad es algo particular, propio de cada individuo... no es nunca una norma general: “yo soy yo y el otro es otro” y cada uno tiene una realidad, su realidad, independientemente de que, a nivel general, compartamos una realidad común social.

El animal que llevamos dentro, desde que se hizo humano, está en continuo cambio y es el único ser capaz de trasformar la realidad que nos rodea. En un mundo globalizado y dominado por las autopistas de la información y de la desinformación, el hombre actual y moderno asume en su conocimiento y, a la vez, ignorancia polarizada, comunicativa y bibliográfica, al pueblo y hace que no veamos, o que lo percibamos escasamente, los intereses de las grandes trasnacionales: su egoísmo y su codicia que nos vuelven cada día más sumisos de la sociedad de consumo y de la realidad que ellos nos fabrican y que quieren que veamos, presentándonosla a través de los medios de comunicación social, en base a repetir una y mil veces lo mismo, lo único que ellos desean que sepamos y veamos; su verdad de la realidad.

De esta manera es muy fácil que el hombre se pueda adaptar, mediante la docilidad y el acatamiento, a la ignorancia, a un mundo más desigual y lo acepte, por no conocer otras formas de desarrollo social, otras formas de vida, quizás no perfectas, pero más equitativas con más oportunidades para todos, y no para unos pocos, como está ocurriendo actualmente en este regreso social hacia la época feudal.

Históricamente el desarrollo evolutivo del hombre fue una lucha constante para sobrevivir, y el trabajo lo fue trasformando para “humanizarlo” más; pero hoy en día ese hombre se encuentra, nos encontramos, en una encrucijada: O seguimos evolucionando dialécticamente para seguir sobreviviendo, o perecemos por la ignorancia a la que nos están llevando la desinformación que mal forma nuestra personalidad, provocando una posible involución que nos haga desaparecer como especie.

Escribió José Martí, entre otros muchos aforismos, uno que se me antoja esencial para el desarrollo del ser humano: “Ser cultos para ser libres”, y es un gran verdad, pues la ignorancia mata los pueblos.
Personalmente, en mi utopía, espero que llegue algún día la hora de matar a la ignorancia, para que un mundo mejor sea posible y el hombre, entonces, se pueda adaptar a una mejor forma de vivir, a una nueva sociedad en una cultura donde se globalice la solidaridad, las ciencias y el buen uso de la tecnología para un verdadero desarrollo humano sostenible.

 Decía George Orwell que, si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento. En esos dos enlaces, en clave de humor, hay un claro ejemplo de cómo podemos retorcer el lenguaje, hasta hacerlo incomprensible. Y eso es lo que nos pasa a las personas; que cada uno vivimos una realidad distinta y el lenguaje que utilizamos lo retorcemos según los intereses de nuestra particular verdad. Y es que “La lengua lo soporta todo menos que le capen el diccionario”, como dijo un día el Marqués de Tamarón.



http://youtu.be/j-3cz1zYw-M