No hace muchos días, releyendo el
libro de Vygotsky “Pensamiento y Lenguaje”, en el capítulo II, página 45,
encontré una frase que me parece realmente magnífica: “Una necesidad solo
puede ser realmente satisfecha a través de una determinada adaptación a la
realidad”. Y, es una gran verdad. Si se para uno a pensar sosegadamente, te
das cuenta de su vigencia, puesto que cuando hablamos, cuando opinamos o
escribimos, lo hacemos siempre desde una realidad que es diferente para cada
uno. Y ahí estriba el problema: ¿Cómo saber si mi realidad es la misma que la
tuya? Uno no ve lo mismo que ve el otro. Eso es lo que nos pasa a unas personas
respecto a otras.
La visión de la realidad es algo particular,
propio de cada individuo... no es nunca una norma general: “yo soy yo y el otro
es otro” y cada uno tiene una realidad, su realidad, independientemente de
que, a nivel general, compartamos una realidad común social.
El animal que llevamos dentro,
desde que se hizo humano, está en continuo cambio y es el único ser capaz de
trasformar la realidad que nos rodea. En un mundo globalizado y dominado por
las autopistas de la información y de la desinformación, el hombre actual y moderno
asume en su conocimiento y, a la vez, ignorancia polarizada, comunicativa y
bibliográfica, al pueblo y hace que no veamos, o que lo percibamos escasamente,
los intereses de las grandes trasnacionales: su egoísmo y su codicia que nos
vuelven cada día más sumisos de la sociedad de consumo y de la realidad que
ellos nos fabrican y que quieren que veamos, presentándonosla a través de los
medios de comunicación social, en base a repetir una y mil veces lo mismo, lo único
que ellos desean que sepamos y veamos; su verdad de la realidad.
De esta manera es muy fácil que
el hombre se pueda adaptar, mediante la docilidad y el acatamiento, a la
ignorancia, a un mundo más desigual y lo acepte, por no conocer otras formas de
desarrollo social, otras formas de vida, quizás no perfectas, pero más
equitativas con más oportunidades para todos, y no para unos pocos, como está
ocurriendo actualmente en este regreso social hacia la época feudal.
Históricamente el desarrollo
evolutivo del hombre fue una lucha constante para sobrevivir, y el trabajo lo
fue trasformando para “humanizarlo” más; pero hoy en día ese hombre se
encuentra, nos encontramos, en una encrucijada: O seguimos evolucionando dialécticamente
para seguir sobreviviendo, o perecemos por la ignorancia a la que nos están
llevando la desinformación que mal forma nuestra personalidad, provocando una
posible involución que nos haga desaparecer como especie.
Escribió José Martí, entre otros
muchos aforismos, uno que se me antoja esencial para el desarrollo del ser humano:
“Ser cultos para ser libres”, y es un gran verdad, pues la ignorancia
mata los pueblos.
Personalmente, en mi utopía, espero
que llegue algún día la hora de matar a la ignorancia, para que un mundo mejor
sea posible y el hombre, entonces, se pueda adaptar a una mejor forma de vivir,
a una nueva sociedad en una cultura donde se globalice la solidaridad, las
ciencias y el buen uso de la tecnología para un verdadero desarrollo humano sostenible.
Decía George Orwell que, si el
pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el
pensamiento. En esos dos enlaces, en clave de humor, hay un claro ejemplo de
cómo podemos retorcer el lenguaje, hasta hacerlo incomprensible. Y eso es lo
que nos pasa a las personas; que cada uno vivimos una realidad distinta y el
lenguaje que utilizamos lo retorcemos según los intereses de nuestra particular
verdad. Y es que “La lengua lo soporta todo menos que le capen el
diccionario”, como dijo un día el Marqués de Tamarón.