Leo el diario,
veo los informativos de la televisión, escucho las noticias de la radio y me
doy cuenta de que vivo inmerso en un mundo inquieto. Soy consciente de que
formo parte de una sociedad plena de modernidad global y que me mantiene en
vilo porque no encuentro en ella respuesta a mis angustias cotidianas que, como
ciudadano, me atenazan. Y…, es, porque a esta casa europea en la que habito, no
acabo de entenderla y menos aún de comprenderla…
Resido en un
mundo ambiguo, en el que los Estados, todos menos uno, pierden gran parte del
poder que democráticamente los ciudadanos les hemos otorgado y, por contra, una
determinada “Autoridad”, ensambla territorios mercantiles, financieros y
económicos. ¿Hasta dónde, hasta cuánto, hasta cuándo…?
Quizá haya
llegado el momento, y tengamos el deber de rebelarnos contra la lógica de la
exclusión de los más débiles, de los desplazados, de los que pierden su trabajo
y de los que a la calle indecentemente arrojan desde sus viviendas. Tal vez en
este año lleno de elecciones, es llegada la hora de reinventar un nuevo relato
cultural que permita recuperar la libertad de soñar en una sociedad global más
justa, más ética, más humana que la actual. Posiblemente, con el esfuerzo de
algunos y la ayuda de muchos de nosotros, podamos restablecer los valores que
dieron sentido a la historia social de cada país de esta Europa y que hoy están
amenazados por un oscuro internacionalismo financiero que solamente defiende,
con vehemencia y. despiadadamente, los intereses de sus riquezas.
Troika comunitaria |
Todo sistema,
todo poder financiero, son tiranos de su tiempo que esclavizan a los pueblos.
Pero… ellos, no son entes abstractos, son hombres y mujeres sin entrañas que
toman decisiones y también cometen errores. Y…, ahora los están cometiendo al
propiciar que ese hecho de la reversividad sea cada vez más difícil para toda
esa gente que se queda fuera del sistema. Quizá por ello, creo que ha comenzado
a instalarse una nueva lógica en los ciudadanos que empieza a construirse; pero
no olvidemos que es un entendimiento que se elabora, se cimenta y se alza con
la ayuda de todos, pues no nos caerá del cielo hecho…
No hay que ser
sabio, ni economista, ni ingeniero o maestro para comprender que la
desregularización, consentida y auspiciada por un poder político corrupto, es
el mecanismo que ha permitido que el gran poder del sistema financiero, esas
grandes multinacionales y las firmas que operan en la sombra desde dentro de
los países ricos, hayan podido invadir otras partes del mundo y arruinar a las
pequeñas empresas familiares y nacionales, con un inmenso costo: convertirnos a
todos en un inmenso mercado de consumo de sus productos.
En este
proceso, la austeridad que nos impone la troika, el sistema y los mercados con
su poder económico, es el equivalente de la limpieza étnica, constituyendo, a
mi juicio, un claro delito contra la humanidad. Sin embargo, el problema que
tenemos existe porque en esta Unión Europea, dominada por los opresores de los
desplazados, casi ningún partido político se atreve a tipificar y denunciar
estos hechos. Y…, el ejemplo más claro es lo que está ocurriendo con Grecia,
que como condición para recibir los préstamos, han tenido que sumir en la
miseria a más del 50% de la población helena. Y… encima, el dinero de dichos
préstamos nunca llegó a Grecia, sino que fue directamente a parar a las arcas y
bolsillos de los grandes bancos y tiburones financieros.
Y… ahora,
cuando ya se ha consumado el desastre. Cuando en un país como Grecia tibiamente
empezaba a abrirse camino la idea de recuperar a los ciudadanos que quedaron al
otro lado de la línea divisoria, llega nuevamente la troika y tras escuchar al
oráculo, obliga a esos dirigentes, que habían elegido los ciudadanos, con la
fuerza de sus armas financieras, a cerrar nuevamente la puerta a la esperanza…
Sin embargo…,
se me dirá y con razón, que esto, todo cuanto expreso, siempre ha existido, que
no es nada nuevo. Que esta injusticia y desigualdad, la sociedad, el pueblo,
invariablemente, ya la hemos sufrido y la hemos vivido; pero…, hay desigualdades
y desigualdades. Y cuando la desigualdad es tan profundamente injusta como
ahora está ocurriendo, no hay Ley que sirva para enderezarla. En este momento
histórico que estamos viviendo este nivel de injusticia es tan patente y se
hace tan ingente que o se corrige o terminará destruyendo al sistema. Y la
troika, los mercados y grandes financieros lo saben... Se lo han contado en
Davos y han tomado buena nota de estos hechos y por eso envían, a determinados
países, a los hombres de negro; pues son conscientes de que la desigualdad ha
ido demasiado lejos, mucho más allá de lo que, incluso ellos, puedan llegar a
controlar.
La desigualdad
está incrustada en el ser humano, es cierto; pero llega un momento en el que
llega a ser molesta. Y esa desigualdad se está transmutando en el cáncer del
capitalismo global, porque ha llegado a convertirse en injusticia y esta
palabra conlleva mayores problemas para la convivencia, ya que supera a la Ley.
La historia está llena de recuerdos… Son matices que conviene no olvidar, ya
que cuando las leyes se vuelven injustas, el nivel de tolerancia de los pueblos
explota y es entonces cuando produce todos esos devastadores efectos de tan
tristes recuerdos. Y si esto ocurre es porque el límite de lo justo e injusto
lo tenemos todos, independientemente del nivel de cultura que cada uno posea. Y
en estos momentos…, juzgo y evidencio, que estamos viviendo en una injusta
desigualdad. Una injusticia rayana en la locura, en la que las 85 personas más
ricas del mundo atesoran el equivalente de riqueza que tienen más de 3.570
millones de personas. Y es entonces cuando surgen los problemas… Ya lo hemos
vivido y lo hemos sufrido. Y…, quizá olvidado.
No obstante,
abriguemos alguna dosis de esperanza. Pues esa historia, que casi siempre ha
sido sabia, está repleta de grandes imperios y centros de poder que un día
cayeron. En consecuencia, no desmayemos, pues si que existe la posibilidad de
lo reversible; aunque en estos convulsos momentos el fenómeno de lo
transformable pueda parecer que queda lejos…
En mis sueños.
Cuando despierto sueño, me río de esas 85 personas y de los mercados y de los
hombres de negro y de las citys financieras de Londres y New York y también de
los políticos que lo consintieron. Me carcajeo de Obama, de Merkel, de Draghi,
de Lagarde , de Juncker, de Rajoy y de tantos otros que se creen eternos…. Y de todos ellos me río porque, como yo, más
pronto o más tarde, se irán a la tumba; sin su poder, sin su dinero. Y…, allí,
donde nos encontraremos todos, en la mísera tumba o en el mausoleo, también les
espero…
Ya nos lo dijo
el sabio filósofo griego, Epicuro de Samos
“La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y
cuando existe la muerte, ya no existo yo…”
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