Como cada enero, los 8.705.707 jubilados con una pensión contributiva, los 545.960 con una no contributiva y los 633.415 de clases pasivas (funcionarios jubilados), recibiremos una carta de la ministra de Empleo y Seguridad Social o del Ministerio de Hacienda en la cual, haciendo gala de la más descarada desvergüenza, nos expondrán que el Gobierno, haciendo un perseverante esfuerzo, va a aumentarnos las mismas en un generoso 0,25%. Más o menos dos euros al mes. Ante tal medida, ¿acaso debemos sentirnos ofendidos?.No. Dijeron que nos subirían cada año las pensiiones y ahí están, como un clavo. Debemos estar muy agradecidos al Gobierno del PP. En consecuencia, tomo la iniciativa de proponer a todas las personas, víctimas de este atropello que, como mínima acciçon de protesta, devuelvan la carta al remitente y que nuestros envíos sean como un símbolo de nuestro reproche físico a tanta impostura, desfachatez y cinismo.
rosa.piro@telefonica.net
domingo, 21 de enero de 2018
domingo, 14 de enero de 2018
Devolver al remitente
Dentro de unos días,
presumiblemente, como es habitual cada mes de enero y siguiendo la tradición de
años anteriores, los 8.705.707 jubilados/as que perciben una pensión
contributiva, los 545.960 de las no contributivas y los 633.415 pensionistas de
clases pasivas (funcionarios públicos jubilados), recibiremos una carta de la
ministra de Empleo y Seguridad Social, los dos primeros colectivos citados, y
del Ministerio de Hacienda y Función Púbica, el tercero, en la cual, haciendo
gala de la más descarada desvergüenza, nos expondrá que, El Gobierno, haciendo
un perseverante esfuerzo en su inquebrantable objetivo de proteger y consolidar
el Sistema Público de Pensiones, va a incrementarnos las mismas en un generoso
0,25 %. Es decir, más o menos, unos 2 euros de aumento/promedio, al mes.
Ante semejante medida económica,
¿acaso debemos sentirnos enojados, contrariados, irritados, soliviantados, u
ofendidos? Decididamente, no. No cabe reprocharle nada a este Gobierno de Rajoy
y del PP; pues cumple escrupulosamente sus promesas. Nos dijo a los jubilados
que nos subirían cada año las pensiones y ahí está, como un clavo. En cuanto
recibamos la retribución correspondiente al primer mes de este año 2018, la
veremos acrecentada en ese colosal 0’25%. La verdad es que le debemos estar muy
agradecidos al Gobierno y, en particular, a la ministra María Fátima Báñez
García y al Ministro Cristóbal Montoro Romero, respectivamente, por su
considerada carta, en la cual, además de notificarnos la espectacular subida,
nos manifestará su aprecio y comprensión por estos complejos y dificultosos
años de crisis, en los que los pensionistas hemos contribuido con nuestro
granito de arena a sostener este país, y lo que es más significativo y
trascendente, nos expondrán que, gracias a ello, nos aumentan la retribución.
No se puede usted ni imaginar, Sra. Ministra/ Sr. Ministro, la satisfacción y
regocijo que nos van a proporcionar a todos los jubilados. Obtener semejante
gratificación todos los años nos reconforta y fortalece mucho, y anhelamos que
la Virgen del Rocío continúe iluminándola, Sra. Ministra, para que, en su labor
de optimizar su departamento, prosiga siendo tan atinada. Y lo mismo deseo para
usted, Sr. Ministro, en sus visitas y oraciones a la parroquia San José María
Escrivá de Balaguer de Aravaca o a la de San Miguel Arcángel, de Guadarrama.
Así, pues, en este contexto, no
cabe que nos extrañemos con la citada disposición y calculada cantidad
económica establecida. Pues, ya nos lo había manifestado el Sr. Presidente del
Gobierno español en el Congreso de los Diputados, durante la moción de censura
que le presentó Unidos Podemos la semana del 16 de junio de 2017. Aquel día, el
Sr. Rajoy lo dejó bien claro: "Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor
para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político"
Al parecer, según todo indica, la
dignidad de la vida humana de los jubilados, no era advertida ni estaba
pronosticada en los objetivos, programas y previsiones del Gobierno; ni tampoco
en la demanda de soluciones logísticas de los mercados, ni de la globalización…
En consecuencia, y con el debido
respeto, tomo la iniciativa de proponer a todas las personas, víctimas de este
atropello que, como mínima acción de protesta, DEVUELVAN LA CARTA AL REMITENTE y que nuestros envíos, aparte de
llenar los buzones y los despachos sean como un símbolo de nuestro reproche
físico a tanta impostura, desfachatez y cinismo. Y, para ello, lo único que hay
que hacer es, simplemente, escribir en el sobre, sin abrirlo, "Devolver al
remitente" y echar la carta en el buzón correspondiente de correos.
Quizá tenía razón Enrique Jardiel
Poncela cuando dijo: “El que no se atreve a ser inteligente, se hace político”.
miércoles, 10 de enero de 2018
Tiempos de tristeza, un instante.
Nuestra
sociedad es cada vez más agresiva. Vivimos y quemamos más rápidamente las
etapas de nuestra vida. Y, quizá por ello, somos cada día más proclives, y más
que nunca, a la tristeza en este recién comenzado siglo XXI. Globalmente,
vivimos en una sociedad desmoralizada, donde arraiga y habita lo inmoral y
negativo, más que lo auténtico y positivo. Y, obviamente, a mi entender, ni la
medicina ni los fármacos tienen solución para esto.
Aquella
propuesta de vida con la que nos arengaban nuestros mayores, asentada en un
guión cuyo contenido era los afectos del cariño, la sincera amistad, la
formación educativa y el esfuerzo del trabajo, ha desaparecido de nuestra
sociedad. Ahora lo que priva es el instante, aprovechando al máximo los
escenarios y estados de satisfacción que nos vayamos encontrando. Estamos en la
cultura del momento, de la imagen, porque lo que cuenta es lo que se ve, aunque
solo sea fachada y falte contenido, y no importa lo que no se ve.
Y todo ello, es
debido a que se han derrumbado los valores que a tantas generaciones sirvieron.
Faltan unos patrones de identidad íntegros, justos y benéficos, de vidas
razonables y racionales que sirvan para que los jóvenes y, menos jóvenes, se
fijen en ellos. Nos faltan dirigentes en la sociedad actual, ya que los
políticos están desacreditados y estigmatizados, no exclusivamente por los
casos de corrupción que vamos conociendo, que también; sino porque no hay ni
aparecen auténticas figuras nacionales ni internacionales capaces de ser
respetadas y admiradas, y los líderes mediáticos no poseen ni forma ni fondo.
Tal vez, esta
sea la razón por la que nuestra sociedad ha retrocedido y se ha tornado más
conflictiva y agresiva que hace unas décadas. Y, al mismo tiempo, va también
siendo más pesimista y vulnerable. Posiblemente, estamos más abatidos y
amargados porque nos consideramos forzados a conseguir grandes beneficios y la
perfección, tanto en el terreno profesional y sentimental, como en el
económico. Y eso no es posible, porque, en el fondo, poseemos mucha más
información, pero mucha menos formación humana.
Nos dejó dicho
el matemático y poeta persa Omar Jayyam, en su poemario Rubaiyat, lo siguiente:” “¿Temes lo que puede traerte el mañana?
/No te adhieras a nada, no interrogues a los libros ni a tu prójimo. /Ten
confianza; de otro modo, el infortunio no dejará de justificar tus
aprehensiones. /No te preocupes por el ayer: ha pasado.../No te angusties por
el mañana: aún no llega.../Vive, pues, sin nostalgia ni esperanza: tu única
posesión es el instante”.
Parece ser que
en ello estamos. Quizá, porque cada
vida humana es improbable y única. Posiblemente, porque cada una es un
misterio. Y tal vez, porque al final de la vida, cuando nos enfrentamos a la
muerte, volvemos al principio y no somos más que unos seres desvalidos,
desnudos y solos. Pero…, no; no todo es un instante.
La vida tiene un precio, un valor, y solamente hay que saber cuál es.
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