miércoles, 10 de enero de 2018

Tiempos de tristeza, un instante.




Nuestra sociedad es cada vez más agresiva. Vivimos y quemamos más rápidamente las etapas de nuestra vida. Y, quizá por ello, somos cada día más proclives, y más que nunca, a la tristeza en este recién comenzado siglo XXI. Globalmente, vivimos en una sociedad desmoralizada, donde arraiga y habita lo inmoral y negativo, más que lo auténtico y positivo. Y, obviamente, a mi entender, ni la medicina ni los fármacos tienen solución para esto.
 
Publicado en el diario El Segre el 10 Enero 2018
Aquella propuesta de vida con la que nos arengaban nuestros mayores, asentada en un guión cuyo contenido era los afectos del cariño, la sincera amistad, la formación educativa y el esfuerzo del trabajo, ha desaparecido de nuestra sociedad. Ahora lo que priva es el instante, aprovechando al máximo los escenarios y estados de satisfacción que nos vayamos encontrando. Estamos en la cultura del momento, de la imagen, porque lo que cuenta es lo que se ve, aunque solo sea fachada y falte contenido, y no importa lo que no se ve.

Y todo ello, es debido a que se han derrumbado los valores que a tantas generaciones sirvieron. Faltan unos patrones de identidad íntegros, justos y benéficos, de vidas razonables y racionales que sirvan para que los jóvenes y, menos jóvenes, se fijen en ellos. Nos faltan dirigentes en la sociedad actual, ya que los políticos están desacreditados y estigmatizados, no exclusivamente por los casos de corrupción que vamos conociendo, que también; sino porque no hay ni aparecen auténticas figuras nacionales ni internacionales capaces de ser respetadas y admiradas, y los líderes mediáticos no poseen ni forma ni fondo.

Tal vez, esta sea la razón por la que nuestra sociedad ha retrocedido y se ha tornado más conflictiva y agresiva que hace unas décadas. Y, al mismo tiempo, va también siendo más pesimista y vulnerable. Posiblemente, estamos más abatidos y amargados porque nos consideramos forzados a conseguir grandes beneficios y la perfección, tanto en el terreno profesional y sentimental, como en el económico. Y eso no es posible, porque, en el fondo, poseemos mucha más información, pero mucha menos formación humana.

Nos dejó dicho el matemático y poeta persa Omar Jayyam, en su poemario Rubaiyat, lo siguiente:” “¿Temes lo que puede traerte el mañana? /No te adhieras a nada, no interrogues a los libros ni a tu prójimo. /Ten confianza; de otro modo, el infortunio no dejará de justificar tus aprehensiones. /No te preocupes por el ayer: ha pasado.../No te angusties por el mañana: aún no llega.../Vive, pues, sin nostalgia ni esperanza: tu única posesión es el instante”.

Parece ser que en ello estamos. Quizá, porque cada vida humana es improbable y única. Posiblemente, porque cada una es un misterio. Y tal vez, porque al final de la vida, cuando nos enfrentamos a la muerte, volvemos al principio y no somos más que unos seres desvalidos, desnudos y solos. Pero…, no; no todo es un instante. La vida tiene un precio, un valor, y solamente hay que saber cuál es.








11 comentarios:

  1. No sé si tus reflexiones son producto de un instante de pesimismo o producto de una reflexión continuada. No sé si no nos dejamos llevar demasiado por lo que vemos en los medios constantemente y, esto, sí, es lo instantáneo, lo inmediato, sin que nos inviten a la reflexión. Es cierto que buena parte de la población parece sucumbir a la vorágine del consumo, del móvil o el ordenador más avanzados, último modelo mañana mismo superado. Hemos visto llegar la Navidad a mediados de noviembre y no solo en los comercios, pues balcones y terrazas he contemplado desde mi casa iluminados desde finales de noviembre… Tenemos prisa. Es cierto que los dirigentes carecen de carisma, que los “inversores” y financieros o empresarios parecen querer ambicionar más poder y riqueza cada día. Es verdad, no hay sosiego. O tal vez sí lo haya en mayor grado del que creemos percibirlo. Tú mismo, lector infatigable, alumno permanente, esforzado intérprete de la realidad, serías, eres, ejemplo de lo no inmediato, de lo profundo, del análisis riguroso, etc. No sé, tal vez esta parte de la sociedad que sí se preocupa y ocupa de los valores aquellos que ha recibido, hemos recibido de nuestros padres y vecinos sea más numerosa de lo que parece. Quiero al menos pensar que así es.
    Gracias, Juan Antonio, por tus reflexiones.
    Pepe Pascual

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  2. Buenas tardes, Juan Antonio:
    Clarividente y bellamente descrito. Pero hay que seguir intentando construir. Con la lucha, por lo menos no nos arrastrarán aunque nos dejen solos.
    También es cierto que los medios de comunicación tienen que llamar la atención sobre la mugre para vender, y eso aumenta la sensación de negatividad. En el estiércol siguen naciendo flores. Y muchas. Pero solo se habla del estiércol y no de las flores.
    A seguir batallando y feliz año.
    Antonio

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  3. Me parece realmente bueno. Muy cierto y muy bien expresado.

    En esta línea acabo de leer un libro del fallecido Carles Capdevila titulado: La vida que aprenc que es muy instructivo y hace una reflexión muy buena sobre los valores de la sociedad actual. Sobre los que se han perdido y los que afortunadamente perduran.

    A ver que nos depara este 2018.

    Un abrazo

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  4. Bon dia. En aquests moments tan confosos aquest article em reconforta i assegura. Gràcies per fer-ho ho tan bé. Petons Joana

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  5. Muy bonito. En tu línea filosófica, poética y erudita.
    Un abrazo.
    Jaime

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  6. Hola Juan Antonio. Feliz año nuevo. Magnífico artículo del cual comparto punto de vista.
    Añadiría más: se premia dicha ausencia de valores, de esfuerzo, de capacidad y de competencia... Lo vemos y comprobamos cada día sin que nadie se avergüence. Nadie asume ya responsabilidades por nada...La culpa siempre es del otro, de los demás, del empedrado...No se admite la dimisión como un acto de responsabilidad y de dignidad propia, sino como fracaso personal, ignominia...
    Sin embargo debo rebelarme. No me considero mejor ni peor que nadie. Uno más educado en valores de aquéllos lejanos años 60 y 70 de mi infancia y pienso: “Aquella propuesta de vida con la que nos arengaban nuestros mayores, asentada en un guión cuyo contenido era los afectos del cariño, la sincera amistad, la formación educativa y el esfuerzo del trabajo” es en la que he sido educado, la he recibido de mis padres, de mis educadores, el principal de los cuales fue Juan Antonio de los seis años hasta la adolescencia, y con esa educación recibimos un sentido de la responsabilidad, de la justicia y hasta del honor...
    Me niego a creer que desapareció la educación en valores de nuestra sociedad, quiero pensar que está adormecido... Me resisto a dejar una sociedad deshumanizada a nuestros descendientes y sin embargo, en contradicción conmigo mismo, he de darte la razón. Pero ¿No es acaso contradictorio que una sociedad humana se encuentre deshumanizada? ¿Nadie examina su papel en esta sociedad sobre todo en los medios de comunicación o en el ámbito público? Los contenidos que se emiten a diario en televisión son la mayor vergüenza que debemos soportar quienes detestamos a quienes nos han traído hasta este lodazal. Hagamos un último esfuerzo en perseverar.


    Un abrazo,
    Miguel

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  7. Juan Antonio, creo que hay una gran carga de subjetividad y de pesimismo en lo que dices en este artículo, como no puede ser menos. Para eso es tuyo. Pero no podemos estar haciéndonos constantemente la pregunta de si antes la sociedad era más o menos feliz. Somos los individuos los que somos o no felices; los que tenemos unos valores u otros y los que vamos realizando nuestro camino.
    Tú has vivido una vida cómoda y burguesa con unos valores burgueses y hablas desde esa comodidad. Pero,¿ crees que los chicos de tu edad que vivían en una pobreza extrema como por la que ha pasado este país se planteaban todos esos valores que tú pretendes eran transmitidos por los padres? La sociedad en la que vivían era una mierda y lo que ella les daba lo mismo. Y el analfabetismo no les daba armas para esos razonamientos que tú te podías hacer. Los que les daban trabajo les explotaban, pero tenían que seguir en el surco aunque así lo sintieran.
    Yo no creo que la sociedad haya retrocedido, ha cambiado. Y han cambiado los valores con el paso del tiempo, como ha sucedido a lo largo de la historia. Y será así hasta que el individuo no soporte más la explotación y reviente. Pero no será nada nuevo. Viene siendo así desde que tenemos noticias.
    Yo tengo confianza en el ser humano como individuo y creo que hay mucha gente que trabaja con una gran generosidad por ayudar al otro. Y porque, como tú dices, la vida tiene un precio y,sobre todo, un valor, cada uno elige vivirla de una manera distinta, si le es posible elegir. Pero esto es otra cosa.

    Siempre es un placer leer lo que escribes, aunque no siempre esté de acuerdo.
    Sé que dicen de que un pesimista es la persona bien informada.También creo que, desde la información, se tiene que aceptar que los tiempos y la escala de valores cambian. Estoy rodeada de gente joven con grandes y positivos valores. Es esta experiencia la que me hace ser optimista.
    Un abrazo

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  8. Hola!

    Muchas gracias por tu artículo, muy interesante. Es verdad que ahora vivimos el momento, sin pensar, sin reflexionar. ¿Hasta cuando ?

    Que pases un buen día.

    Un abrazo,

    Anne

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  9. Totalmente de acuerdo. Para mí también son tiempos de tristeza. Ayer volvimos de Argentina y siento que mi hermoso país se ha muerto.No queda nada de lo que era.

    Un abrazo.

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  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  11. Extraordinario. Me ha gustado mucho y te felicito.

    Un abrazo

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Gracias por tus comentarios.