lunes, 12 de febrero de 2018

Desahucio



La mañana del sábado, entrevistada por Javier del Pino, he escuchado en el programa A vivir que son dos días, de la cadena SER, la historia de una mujer desahuciada de su casa. Una historia tremenda y humana, en la que relataba unos hechos que, en según qué circunstancias, podrían ocurrirle a cualquiera de nosotros.

Se llama Mercedes, tiene 60 años, y desde hace unos días intenta sobrevivir como puede. Hace más de quince años que, junto con un hijo adolescente y un hermano dependiente, llevaba viviendo en una casa de alquiler. Con la crisis se quedó en el paro y al no lograr hacer frente al importe del citado alquiler de la vivienda, la han desahuciado.

Publicado en el diario La M añana de Lleida el 12.02.2018
Le explica a Javier del Pino que ha solicitado una vivienda pública en la Comunidad de Madrid; pero que, a pesar de que la tiene concedida, todavía no se la han adjudicado. Y mientras tanto, trata de subsistir, como puede, con los seiscientos y pocos euros que reúne entre lo que cobra del paro y una pequeña pensión por orfandad absoluta que cobra su hermano.

El drama del desahucio se produjo el pasado día 2 de febrero. Ese día, mientras su hijo se encontraba en el instituto, se topó con la cruda realidad: una Comisión Judicial se presentó en su domicilio con la orden de que abandonara su casa. El drama no había hecho más que empezar. Varios vehículos de la Policía Nacional habían cortado la calle, los vecinos se asomaban a los balcones presenciando la escena, su hermano discapacitado la miraba sin comprender nada de lo que pasaba. La Secretaria Judicial, sin ninguna empatía y casi con desprecio le exigió la entrega de las llaves del piso…

Tras buscar infructuosamente trabajo durante más de 3 años y no encontrarlo a causa de sus 59 años. Agotados los ahorros que tenía. Después de entrevistarse con la propietaria de la vivienda para pedirle, por favor, que le rebajara durante un tiempo el alquiler, porque no podía pagarlo. Y con los limitados ingresos que recibe. Tuvo que tomar una decisión; o bien abonaba las facturas de luz, de gas, de agua y el alquiler y no podían comer o, por el contrario, comían y no pagaban nada. Eligió la segunda opción No tuvo otra alternativa.

Allí, al cruzar por última vez el umbral de la que había sido su casa, la de su hijo y hermano, quedaron los libros, se convirtieron en humo los recuerdos, desapareció casi toda una vida, se esfumaron los sueños; pues…, ya no podía cargar con ellos.

Historias de vida rotas por la incomprensión humana, la intolerancia de la Ley, la indiferencia de la sociedad, la frialdad de las empresas y, sobre todo, la insensibilidad de la Administración.

Razón tenía Sopenhauer, cuando nos advirtió que “Aunque el mundo contiene muchas cosas decididamente malas, la peor de todas ellas es la sociedad”







5 comentarios:

  1. És tan trist!!!!
    Diuen que vivim al primer món.

    Petons, Mati

    ResponderEliminar
  2. Hola,acabo de leer tu escrito. Lo que planteas, humanamente es difícil de entender. Pero se trata de un conflicto entre dos partes y la justicia resuelve.

    Me llama la atención que no hayas puesto más énfasis en el papel de la administración. ¿Cómo es posible que si ya tiene asignada una vivienda , y ante una situación como esa, no agilicen los trámites para que esa familia se pueda trasladar a la casa concedida? Desde que sale una sentencia hasta que se ejecuta pasa un cierto tiempo, que hubiera tenido que ser suficiente para que esa familia no se viera en esa situación
    Por otra parte, también te has olvidado de la venta de edificios completos de viviendas sociales que llevó a cabo la Sra. Botella a fondos "buitre" para poder cuadrar sus cuentas. Creo que, a pesar de lo duro de la situación, la sociedad concienciada no debería poner el acento en el desahucio sino en todas las circunstancias que hacen posible que eso suceda.Ya sé que el desahucio ocurre en un momento y es muy periodístico contar una historia lacerante, pero de un buen periodismo espero algo más. No me refiero a ti sino al periodismo profesional.
    Y no digo más. porque me indigno.

    Un abrazo
    Merche

    ResponderEliminar
  3. Un ejemplo más de la indiferencia del mundo que como dice el tango es sorda y es muda¡!!!!!!

    Mirta

    ResponderEliminar
  4. Escuché el programa de J. del Pino y este asunto en concreto. Lo has reflejado perfectamente.

    Un abrazo.

    Pepe.

    ResponderEliminar

Gracias por tus comentarios.