Define la RAE “Masoquismo”,
en una de sus dos acepciones, como cualquier complacencia en sentirse
maltratado y humillado; siendo su característica fundamental la satisfacción
obtenida sufriendo dolor físico en distintos grados. A esta característica,
cuando es ajena al placer sexual, se le denomina “Algolagnia”, término creado por
el médico y aristócrata alemán Barón Schrenk-Notzing a comienzos del pasado
siglo.
La “algolagnia” puede ser activa
y pasiva, según la complacencia ante el agravio la despierte la recepción del
dolor o el ejercerlo sobre otros. En este contexto, conviene tener las ideas
claras y no equivocarse, pues la “algolagnia”, en razón de que corresponda
a un tipo u otro, puede ser o no puede ser un sinónimo de sadismo, ya que está
relacionada con este concepto y quienes la padecen manifiestan connotaciones
psicológicas con la mencionada parafilia.
Si bien el masoquismo es la
obtención de placer al ser víctima de actos de crueldad o dominio, su observación
histórica y antropológica resulta un tanto oscura. En el periodo premoderno, el
masoquismo quedó encubierto por el hecho de que la conducta óptima de todo vasallo,
a diferencia del ciudadano, era equivalente a la de un esclavo. O sea, el masoquista,
reconocía la autoridad y la sujeción a dicha jerarquía con una obediencia sin
paliativos y, por lo tanto, con una aceptación activa del orden impuesto y de
los métodos de castigo utilizados por el poder para mantenerlo, incluyendo los
mecanismos represivos.
Por otro lado, la “algolagnia”
es una reacción psicológica del individuo al dolor que no necesariamente involucra
directamente deseos. No obstante, adicionalmente, en tiempos de gran crueldad y
brutalidad provocados, como actualmente ocurre, por la crisis financiera de los
mercados e institucional de los gobernantes, no resulta difícil de impulsar a la
ciudadanía hacia situaciones que se resuelven mediante la aplicación de un
control exhaustivo de ella por medio de los mecanismos legislativos del poder
político-económico que lo aplica con mayor o menor intensidad según el alcance de
las necesidades del contexto socio-cultural.
En resumen, una ciudadanía con algolagnia
disfruta el dolor pero podría desear no hacerlo, y una sociedad masoquista
desea el dolor pero podría no ser capaz de disfrutarlo realmente.
Dicho esto, a tenor de los
resultados del Barómetro del CIS de abril 2014, sobre intención de voto y
valoración de líderes de cara a las próximas elecciones europeas, se ha de
colegir que un considerable número de ciudadanos españoles son “algolágnicos”;
unos activos y otros pasivos o quizás con ambas cualidades a la vez, pues no se
entiende, o al menos yo no comprendo, que sigan manifestando su intención de
voto mayoritariamente al PPy al PSOE, partidos ambos
que, aunque con notables diferencias, han llevado hasta la insostenible
situación que actualmente padece una gran mayoría de la población.
Para más información se ruega ver
los gráficos:
Barómetro
del CIS de abril de 2014
Fuente Gráficos: Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
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