sábado, 8 de noviembre de 2014

Sobre la consulta catalana del 9N



Considero que, a las personas, como yo, que no somos catalanes; pero que vivimos en Cataluña y admiramos esta tierra, no nos resulta sencillo posicionarnos sobre la cuestión de la pretendida “Consulta ciudadana”. Digo esto, porque, obviamente, aunque tengamos fuertes lazos que nos ligan a ella y respetemos desde el convencimiento de la razón su particular idiosincrasia, carecemos del hecho más relevante: el sentimiento que genera el cordón umbilical del nacimiento que une a una madre con sus hijos.

Sin embargo, la serie de despropósitos que se han generado desde el Gobierno de Rajoy, ha sido tan inmenso que ha desembocado en que el sucedáneo de “Consulta popular” se haya desbordado y huido del carácter de protesta ciudadana con el que comenzó. Y, si a ello le unimos, además, la montaraz campaña de los dirigentes del PP, con su proverbial e innata habilidad para ridiculizar hasta la náusea la idea de un Estado que admita diferentes sensibilidades, han conseguido que uno empiece a tener serias dudas sobre la cuestión y empiece a creer que, quizá, los independentistas catalanes tienen razón en sus aspiraciones.

El reiterado uso de la Norma Constitucional, como argumentario esgrimido por el Gobierno del PP y dirigentes de otros partidos políticos, para demostrar la ilegalidad de la “Consulta catalana”, sin despreciarlo, creo que es insuficiente, ya que es una Norma jurídica que incluye decisiones políticas y dentro de estas decisiones, está implícita la capacidad del Gobierno para saber regular adecuadamente la convivencia.

Así mismo, creo que sería bueno recordar que ningún pueblo ha conseguido un cambio de estatus jurídico-político, basándose únicamente en la aceptación de las constituciones soberanas de los Estados que le acogían. De ser así, jamás habrían alcanzado su independencia los antiguos reinos de España en ultramar, los EE.UU, Canadá y tantos otros pueblos, hoy día soberanos y legitimados por la comunidad internacional e, igualmente, la Revolución Francesa no se habría producido. Y, ellos, lo saben…

Saludos cordiales

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