martes, 3 de noviembre de 2015

Relato de unas tristezas: El Sr. Miguel y el Liceo Escolar de Lleida


Lunes por la mañana. Salgo de casa. Voy andando hasta la Rambla de Ferran. Llego al kiosco. No está el Sr. Miguel. Pregunto por él, Dolors, su mujer, me dice: ha muerto. Era un hombre bueno. Me despido. Despacio y triste me alejo y a mi memoria llegan, al galope, los recuerdos.

Son las cinco de la tarde. A esa taurina hora, acompañado de Rosa, salgo otra vez de casa para ir a un homenaje. El que cada año, La Paería ofrece a los antiguos alumnos de aquel recordado Liceo Escolar de Lleida que, amargamente, se hizo célebre a causa de un bombardeo.
Aparece la lluvia, intermitente al principio, enseguida un aguacero. Me mojo. Me cabreo. Abro el paraguas. Las calles son ríos de agua. Inspiro. Caminamos de prisa, en silencio.
Ex-Alumnos del Liceo Escolar - Homenaje 2015

Llegamos. Concejalía de Cultura. Subimos al primer piso. En la sala Alfred Perenya, abre el acto el Alcalde. Rememora Ángel Ros, con unas sentidas palabras, lo que el Liceo encarnaba en la Lleida de aquel tiempo y efectúa una semblanza del luctuoso suceso. En primera fila hay sentados ex-alumnos que aún quedan del admirado centro. Son antiguos compañeros de mi suegro. Memoria viva de aquellos trágicos momentos. Dos de ellos, junto con el Alcalde y mi suegro, en una placa instalada en el mismo monumento de la calle de Bondel, han inmortalizado un texto en el que, con hondo sentido, expresan aquel infausto recuerdo. Y… tan amargo hecho.


Antes de finalizar el acto, unos alumnos, de la escuela San José de Calasanz y del colegio el Carmen, ganadores del XVIII premio Liceo Escolar de plástica, han leído unos poemas por la paz y el entendimiento.
Después, una alumna, del Conservatorio Municipal de LLeida, tañe “El cant dels ocells”. Aplausos. Reparto de rosas. Fin del acto. Silencio…

Salimos del edificio. Son las siete de la tarde. Con tranquilidad, sosiego y sorteando abundantes charcos, hasta el Nadal Meroles, nos allegamos andando. Subimos. Habitación 508, Josep, mi suegro, sentado en una silla de ruedas, con indisimulada impaciencia, esperaba nuestra visita. Mira a su hija a los ojos. Y Rosa, le cuenta a su padre, con infinita paciencia, todos los pormenores, pinceladas, fragmentos y hasta los mínimos detalles del feliz acontecimiento.

Volvemos a casa. Y veo, en la vereda izquierda del Segre, entre los álamos de los Campos Elíseos, salir la luna horadando el firmamento y casi en secreto, y en un murmureo bisbiseo, declara sus sentimientos: ¡Venturoso seas, Liceo, morada de instrucción y entendimiento!...




2 comentarios:

  1. Aquest escrit, com tots els altres que he llegit, són un regal per l'ànima. Gràcies!!
    Joana

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  2. Gràcies per compartir amb mi el relat dels sentiments d'aquest dia ple d'emocions.
    Abraçades
    Mati

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