En un mundo tan singular como
éste en el que estamos. Un mundo al que otorgamos más valor a la forma que al
fondo de las palabras y los hechos; quizá, porque recalar mucho tiempo en el
espíritu tiene el riesgo de poder quedarnos dentro. Un mundo construido, a
veces, con hilos como muros y, en otras ocasiones, con hilos de seda que van
abriéndose al exterior en variadas facetas hasta conseguir llegar a escasos
fondos y demasiadas formas concretas. Un mundo que es un espejo repleto de ecos
de un mismo afán, a veces con luz, a veces con sombras y en el que casi siempre
andamos a tientas, para finalizar hallando nuestro universo a través del
espacio infinito de nuestra propia naturaleza.
Publicado en el diario Segre el 06.03.2018 |
La vida, nuestra vida, es como
una página de ese mundo construido como un ensayo o una novela tan conocida y
tan nuestra como la propia casa. Y, de vez en cuando, tan desconocida y
hermética como el momento en el que empieza una tormenta. La vida es esa
narración que cuando éramos jóvenes escribíamos deprisa y ahora la vamos trazando
despacio. Esa existencia que se adorna entre blancos y negros, se rellena de
grises y que cada uno autoconstruye como quiere entre la verdad y el invento.
Tenemos en ella, como en las casas, ventanas por las que dejamos penetrar
concretas y pensadas claridades, rincones oscuros, espacios con polvo y hasta
algún rincón en el que habitan fantasmas de los que nunca nos desprendemos. Y,
al final, pese a todas las establecidas barreras, terminamos por habitar una
realidad que se nos impone, arropada por otra que intentamos porque nos gusta
más y que está, perennemente, ubicada en nuestros sueños.
Una realidad que establece y
distribuye los hechos que nos ocurren en nuestra casa. Esa casa que, sin
piedad, tantas veces nos encierra. Y que, a días, disimulamos y nos tomamos un
analgésico. Y en otros, musitamos gritos. Y a veces, la luz que penetra nos
asombra. Y…, mientras tanto, la vida sigue y nos seguimos llamando con el mismo
nombre.
Io naqui ogni mattina. (Yo nazco todas las mañanas), nos dijo el
poeta José Bergamín. Todas las mañanas de todos los días; ese es el verdadero y
permanente acontecimiento de la vida. De nuestra vida. La vida misma.
Profundo y bello, tu vena lírica es muy estimable.
ResponderEliminarUn saludo
Cierto, el día a día es el lugar que habitamos y nos habita. Intwrpretar ese lugar es lo quen hacemos. Unos con más fortuna que otros.
ResponderEliminarMerche
Bona pluma i millor pensament.
ResponderEliminarElena
¡Fantástico, fantástico!!!.¡Qué suerte poder tener tu mente! Yo también nazco..., o al menos lo intento, cada mañana.
ResponderEliminarMagda
¡Que regalo tomar el café con la lectura de tus escritos; pues, siempre son geniales! Te animo a que sigas haciéndolo, aunque, a veces, no sean publicados.
ResponderEliminarSaludos
Anna
Ya lo he visto en SEGRE esta mañana y lo he leído. Lo que siempre te digo,
ResponderEliminarel nivel de tus escritos están muy por encima de las cartas que se
publican en la misma sección y también he de decirte de la mayoría de las
colaboraciones que, en forma de artículos, se publican, algunos como el de
hoy, por ejemplo, entre el existencialismo y el pensamiento socrático.
Felicidades.
Ramon Morell
¡Súper...!
ResponderEliminarPrecioso, Juan Antonio. Se aúnan filosofía y poesía.
ResponderEliminarYa habrá gente que compre el periódico por si tú has escrito.
Un abrazo.
Jaime
Escribes muy bien, Juan Antonio, y tienes una gran capacidad de análisis. Sabes analizar y describir hechos y situaciones complejas sin dejar de lado los claroscuros. Me ha encantado esa frase: “La vida es esa narración que cuando éramos jóvenes escribíamos deprisa y ahora la vamos trazando despacio”
ResponderEliminarTener entre tus amigos a personas como tú es una suerte.
Un abrazo,
Elena