martes, 6 de marzo de 2018

La vida misma



En un mundo tan singular como éste en el que estamos. Un mundo al que otorgamos más valor a la forma que al fondo de las palabras y los hechos; quizá, porque recalar mucho tiempo en el espíritu tiene el riesgo de poder quedarnos dentro. Un mundo construido, a veces, con hilos como muros y, en otras ocasiones, con hilos de seda que van abriéndose al exterior en variadas facetas hasta conseguir llegar a escasos fondos y demasiadas formas concretas. Un mundo que es un espejo repleto de ecos de un mismo afán, a veces con luz, a veces con sombras y en el que casi siempre andamos a tientas, para finalizar hallando nuestro universo a través del espacio infinito de nuestra propia naturaleza.

Publicado en el diario Segre el 06.03.2018
La vida, nuestra vida, es como una página de ese mundo construido como un ensayo o una novela tan conocida y tan nuestra como la propia casa. Y, de vez en cuando, tan desconocida y hermética como el momento en el que empieza una tormenta. La vida es esa narración que cuando éramos jóvenes escribíamos deprisa y ahora la vamos trazando despacio. Esa existencia que se adorna entre blancos y negros, se rellena de grises y que cada uno autoconstruye como quiere entre la verdad y el invento. Tenemos en ella, como en las casas, ventanas por las que dejamos penetrar concretas y pensadas claridades, rincones oscuros, espacios con polvo y hasta algún rincón en el que habitan fantasmas de los que nunca nos desprendemos. Y, al final, pese a todas las establecidas barreras, terminamos por habitar una realidad que se nos impone, arropada por otra que intentamos porque nos gusta más y que está, perennemente, ubicada en nuestros sueños.

Una realidad que establece y distribuye los hechos que nos ocurren en nuestra casa. Esa casa que, sin piedad, tantas veces nos encierra. Y que, a días, disimulamos y nos tomamos un analgésico. Y en otros, musitamos gritos. Y a veces, la luz que penetra nos asombra. Y…, mientras tanto, la vida sigue y nos seguimos llamando con el mismo nombre.

Io naqui ogni mattina. (Yo nazco todas las mañanas), nos dijo el poeta José Bergamín. Todas las mañanas de todos los días; ese es el verdadero y permanente acontecimiento de la vida. De nuestra vida. La vida misma.

9 comentarios:

  1. Profundo y bello, tu vena lírica es muy estimable.

    Un saludo

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  2. Cierto, el día a día es el lugar que habitamos y nos habita. Intwrpretar ese lugar es lo quen hacemos. Unos con más fortuna que otros.

    Merche

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  3. Bona pluma i millor pensament.
    Elena

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  4. ¡Fantástico, fantástico!!!.¡Qué suerte poder tener tu mente! Yo también nazco..., o al menos lo intento, cada mañana.

    Magda

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  5. ¡Que regalo tomar el café con la lectura de tus escritos; pues, siempre son geniales! Te animo a que sigas haciéndolo, aunque, a veces, no sean publicados.

    Saludos
    Anna

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  6. Ya lo he visto en SEGRE esta mañana y lo he leído. Lo que siempre te digo,
    el nivel de tus escritos están muy por encima de las cartas que se
    publican en la misma sección y también he de decirte de la mayoría de las
    colaboraciones que, en forma de artículos, se publican, algunos como el de
    hoy, por ejemplo, entre el existencialismo y el pensamiento socrático.

    Felicidades.

    Ramon Morell

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  7. Precioso, Juan Antonio. Se aúnan filosofía y poesía.
    Ya habrá gente que compre el periódico por si tú has escrito.
    Un abrazo.
    Jaime

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  8. Escribes muy bien, Juan Antonio, y tienes una gran capacidad de análisis. Sabes analizar y describir hechos y situaciones complejas sin dejar de lado los claroscuros. Me ha encantado esa frase: “La vida es esa narración que cuando éramos jóvenes escribíamos deprisa y ahora la vamos trazando despacio”

    Tener entre tus amigos a personas como tú es una suerte.

    Un abrazo,

    Elena

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