Venimos de las estrellas. De unos
elemento inorgánicos que, como planteó Alexander Oparin, tras una serie de
procesos evolutivos que se iniciaron con la formación de la Tierra primitiva y
de la atmósfera, dieron origen a la vida. Es decir, que fue a partir de sustancias
inorgánicas y bajo la acción de diversas fuentes de energía, como se sintetizaron
abiogénicamente los primeros compuestos orgánicos. Posteriormente, la
concentración y agregación de éstos dio lugar a la formación de otros
compuestos de mayor complejidad y este proceso continuó hasta el surgimiento de
las primeras células. A partir de ese momento, se produjo la polimerización; esto es, la
transformación química mediante la cual, a partir de moléculas elementales parecidas
o iguales, se sintetizaron polímeros bajo la actividad de diversas fuentes de
energía.
A continuación,
aparecieron estos microscópicos polímeros diseminados en agua, aislados del
medio adyacente por una configuración similar a las membranas celulares. Eran
estructuras que no tenían vida, pero que alcanzaban a ser estimadas como
organizaciones pre-biológicas; pues en ellas, empezaban a mostrarse el trueque con
el medio ambiente, captaban elementos y los agregaban a sus conformaciones.
Nuestro planeta estaba en continua evolución y en el
templado y primitivo océano se enlazaron los aminoácidos, proteínas y distintas
clases de hidrocarburos para constituir lo que calificamos con el nombre de
coacervados. O sea, sistemas formados por la unión de variadas
moléculas que, conforme evolucionan en complejidad, van distanciándose del
medio acuoso y se constituyen como unidades autónomas que interactúan con el medio.
La Mañana 5.08.2019 |
Consecuentemente, sabemos de dónde
venimos; pero, llegados a este punto, cabe preguntarse ¿qué es la vida? Y la
respuesta no puede ser otra que, como nos dice el biólogo estadounidense Roger
Kornberg, “la vida es química; simplemente química, ni más ni menos y nada
menos”. Y es que debido a un procedimiento llamado transcripción, las células
poseen la capacidad de reproducir las instrucciones escritas en su ADN y reescribirlas
en otro idioma; en el de las moléculas de ARN que son diestras y están
instruidas para abandonar el núcleo celular. Y dicho ARN es el que rige y
encauza la elaboración de las proteínas; que son, como hoy día es bien sabido,
las indiscutibles intérpretes de la vida.
Así lo consideran los científicos; ya
que, básicamente, las proteínas son las que hacen todo. Transmiten la
información que hay en nuestros genes, a pesar de que en nuestro cuerpo tenemos
200 tipos diferentes de de células. Todas con las mismas instrucciones
genéticas; es decir, con toda la información del ADN y son ellas las encargadas
de activar los genes que van a permitir que una célula se transforme en tejido
del corazón, de la sangre, del sistema nervioso, del páncreas o de la piel, por
citar algunos ejemplos. Y esta medida la asumen en el momento de transcribir la
información desde el ADN al ARN. Por ello, si se realiza un fallo; esto es, si
se acciona el gen incorrecto o por error se provoca una alteración en una sola de
las miles de letras de un gen, se puede ocasionar una enfermedad. Así de
sencilla y, a la vez, compleja es la vida. Dicho todo lo anterior, quedan algunas
preguntas más en el tintero. ¿Qué somos? Solamente química, como afirma el
investigador Roger Kornberg, o ¿conocer nuestro origen químico tiene, además,
un atributo y naturaleza de carácter filosófico? Este es el quid de la
cuestión.
En todo caso, somos animales que piensan
y, a partir de ese hecho de pensar, nace la filosofía. Ahora bien, antes de que
el proceso evolutivo diera al ser humano la capacidad de pensar, existieron
homínidos no humanos que ya eran capaces de crear algún tipo de pensamiento o,
al menos, eso nos gusta colegir. En definitiva, ¿cuándo, cómo, y por qué
comenzó el pensamiento racional? Según un reciente estudio publicado en la
revista Science, hace unos 350.000 años, bastantes años antes de lo que se consideraba
hasta la fecha, comenzó a existir el homo
sapiens. ¿Cómo razonábamos entonces? ¿Y el homo sapiens sapiens; esto
es, la subespecie que abarca a todos los seres humanos
actuales, reflexionábamos ya de manera análoga a la actual? Hoy en día se sabe
que, este cercano familiar nuestro vivía ya en grupos muy unidos, con códigos
compartidos y con creencias religiosas. Por lo que cabe deducir que no poseía
un pensamiento en solitario; sino, un pensamiento social que era favorecido,
cada vez más, por la selección cultural, lo que ayudaba a mantener compacto al
grupo.
En resumen, si nuestra
naturaleza humana no diverge
mucho de la del chimpancé y el cerebro
no deja de ser más que una suma de cables e interruptores químicos, tal vez convendría
que nos desembarazásemos de la opinión de que
somos lo que pensamos. Por lo tanto, ¿qué somos? No somos ni
mente ni cuerpo. Quizás, somos consciencia. Una consciencia que busca afanosamente un sentido a la vida y que nos diferencia de
otras especies. La consciencia está detrás de todo y
no es algo que tengamos que adquirir; puesto que ya está ahí. El resto es
silencio. En consecuencia, ¿qué
sentido tiene la vida? Su único propósito lo establecen nuestros genes y lo proyecta
y manifiesta el funcionamiento de nuestra mente. En otras palabras, desde esta
perspectiva, la vida no tiene sentido; aunque la
mayoría de la gente se resiste a la idea.
Asunto complejo. Los genes nos condicionan. Pero ¿Y la conciencia, la voluntad, los sentimientos, las ocasiones... Todo química?
ResponderEliminarHay una palabra que nunca antes había visto u oído: coacervados.
¡Enhorabuena!
Un abrazo, Pepe
Sigo de vacaciones, pero he venido un par de días a Lleida por cuestiones familiares. Al abrir el ordenador, me he encontrado con tus dos últimos artículos, uno ya publicado en La Mañana y el otro, la segunda parte, recientemente enviado. Cada día me pones más difícil darte mi opinión, porque no tengo ni idea de tus argumentaciones. Lo que si me atrevo a decirte con toda sinceridad es si la La Mañana es un buen sitio para publicarlos, ya que son artículos hondos y de fuerte contenido teórico. Creo que son artículos que los lectores de este periódico no valoran y, evidentemente, difícilmente los van a leer. No sé si te has hecho esta reflexión. Te debe costar escribirlos y creo que tu esfuerzo no se ve recompensado, A mi parecer son artículos que deberían formar parte de revistas de pensamiento mensuales; aunque, entonces, quizás tendrían que ser más largos. Te lo reitero, no creo que La Mañana sea un medio apto para su publicación.
ResponderEliminarRamon Morell
Tus dos artículos," La Vida no Tiene Sentido", el primero y el segundo, los encuentro formidables, resumes muy bien, una de las teorías de la historia de la humanidad. Para mí la única en la que creo, después de abandonar el pensamiento religioso que, como sabes, con su teoría de la creación, lo enmaraña todo; aunque no solo esta creencia, sino todas las creencias religiosas. Pienso que ha sido uno de los fallos del desarrollo de nuestro cerebro, donde sigue existiendo un espacio misterioso que nos hizo y nos hace crear diversos dioses, cuando la mente no entendía algunos misterios de la naturaleza.
ResponderEliminarBravo por tu excelente trabajo.
Un abrazo.
Miguel Soto.
¡Pedazo de artículo! Un estudio a conciencia sobre el bioquímico A.OPARIN con su teoría de la interacción de elementos para la formación de la célula primitiva. Y, sobre todo, "el exhaustivo" trabajo que has hecho acerca del biólogo R.KRONBERG, premio Nobel por el descubrimiento del mediador ARN y la manera en que se transmiten la información con el ADN. Como bien sabes, en mi familia sufrimos alguna consecuencia, por error de órdenes, mal ejecutadas.....
ResponderEliminarSe nota que has dedicado un tiempo precioso a todo ello, para después transmitirlo, de la forma más sencilla y de comprensión, a tus lectores. Gracias de nuevo.
Y ahora, me adentro en la vertiente filosófica. Ya sé que somos envases, vasijas, continentes de todas estas proteínas formadas entre materia inorgánica, elementos químicos y agregados varios, para formar nuestras células; pero...., ¿ y nuestra alma o consciencia como yo prefiero llamarla? Hace 350 mil años no sé si razonarían como ahora lo hacemos, pero al final hemos de dar algún sentido a todo o a casi todo esto; es decir a la vida, que es eso que pasa mientras hacemos otras cosas. Diría más, lo que nos ocurre entre espera y espera, entre historias que acaban y las que nos van a volver a emocionar. Creo que eso es lo que nos hace estar vivos y lo que, por tanto, da sentido a la vida.
Reconozco que soy de las que me resisto a pensar que somos únicamente química.
Un abrazo
Magda
Esta segunda parte tan interesante como la primera.
ResponderEliminarTal como describes en tu artículo es posible que la vida no tenga sentido, pero seguro que cada persona tenemos experiencias en nuestra vida por las que ha valido la pena estar en este alocado mundo.
Cómo siempre, gracias y un abrazo.
Ana
Muy bueno, Juan Antonio. Además, sobre un tema que siempre me ha atraído. Utilizo mucho una frase de Hegel: "Somos la única instancia en la que el Universo se hace consciente a sí mismo". Cabe también pensar si no somos un subconjunto de algo tan absurdo como es el propio universo. Discrepo en algún sentido en el final. Es verdad que hemos asomado a este mundo por casualidad. Pero nadie ni nada nos impide que demos un sentido a la vida, aprovechando que hemos aterrizado en este sitio y que hemos llegado hasta aquí.
ResponderEliminarTe deseo una grandes vacaciones y fructíferas reflexiones.
Un abrazo.
Jaime
Muy científico, muy intelectual, muy serio, muy bien escrito, muy largo . Aunque quizás, no para verano con 32 grados. Mejor en invierno.
ResponderEliminarAbrazos
Me gusta, está bien construido y puede ser útil para muchos y también inútil para otros tantos.
ResponderEliminarQuienes están a favor de la religión consideran que su fe da un sentido a la vida, imponiendo así una verdad que puede no ser cierta, generando un sistema de falsas creencias.
Interesante leer a teólogos de frontera, díscolos, como Han Küng, Arregui, Tamayo, su teología es de calle no de sacristía. Interesante también el pensamiento de Schopenhauer; Nietzsche; Russell; Heidegger; Sartre, por citar a los más próximos que han abierto caminos de entendimiento nuevos. Ciencia y Religión, dos visiones contrapuestas del mundo y la fe, obviamente, sigue apartada del argumento, al contrario de la ciencia que proporciona rigurosamente las experiencias de base a partir de las cuales los conceptos tienen un enganche con la realidad.
Aunque tu conclusión final -la vida no tiene sentido- responde bien al concepto científico expuesto, también deduzco que es inútil tratar de comprobar la veracidad de nuestras creencias contemplando el mundo: Siempre nos va a dar la razón, porque el mundo que contemplamos, tanto unos como otros, viene a ser el efecto de nuestras creencias.
A pesar de todo, y creo que tú también lo piensas, es una pena que la filosofía esté destinada a reducirse a cenizas, pero esa es su grandeza y en esa precariedad se hace inagotable, porque versa sobre algo que, pienso yo, nunca tendrá una respuesta definitiva: La relación entre el ser y la nada, que diría Sartre.
Maite
Espectacular. Me ha gustado mucho. ¿Cuando descansa tu cabeza?
ResponderEliminarAbrazos.