lunes, 5 de agosto de 2019

La vida no tiene sentido. (2ª parte)



Venimos de las estrellas. De unos elemento inorgánicos que, como planteó Alexander Oparin, tras una serie de procesos evolutivos que se iniciaron con la formación de la Tierra primitiva y de la atmósfera, dieron origen a la vida. Es decir, que fue a partir de sustancias inorgánicas y bajo la acción de diversas fuentes de energía, como se sintetizaron abiogénicamente los primeros compuestos orgánicos. Posteriormente, la concentración y agregación de éstos dio lugar a la formación de otros compuestos de mayor complejidad y este proceso continuó hasta el surgimiento de las primeras células. A partir de ese momento, se produjo la polimerización; esto es, la transformación química mediante la cual, a partir de moléculas elementales parecidas o iguales, se sintetizaron polímeros bajo la actividad de diversas fuentes de energía.

A continuación, aparecieron estos microscópicos polímeros diseminados en agua, aislados del medio adyacente por una configuración similar a las membranas celulares. Eran estructuras que no tenían vida, pero que alcanzaban a ser estimadas como organizaciones pre-biológicas; pues en ellas, empezaban a mostrarse el trueque con el medio ambiente, captaban elementos y los agregaban a sus conformaciones. Nuestro planeta estaba en continua evolución y en el templado y primitivo océano se enlazaron los aminoácidos, proteínas y distintas clases de hidrocarburos para constituir lo que calificamos con el nombre de coacervados. O sea, sistemas formados por la unión de variadas moléculas que, conforme evolucionan en complejidad, van distanciándose del medio acuoso y se constituyen como unidades autónomas que interactúan con el medio.
La Mañana 5.08.2019

Consecuentemente, sabemos de dónde venimos; pero, llegados a este punto, cabe preguntarse ¿qué es la vida? Y la respuesta no puede ser otra que, como nos dice el biólogo estadounidense Roger Kornberg, “la vida es química; simplemente química, ni más ni menos y nada menos”. Y es que debido a un procedimiento llamado transcripción, las células poseen la capacidad de reproducir las instrucciones escritas en su ADN y reescribirlas en otro idioma; en el de las moléculas de ARN que son diestras y están instruidas para abandonar el núcleo celular. Y dicho ARN es el que rige y encauza la elaboración de las proteínas; que son, como hoy día es bien sabido, las indiscutibles intérpretes de la vida.

Así lo consideran los científicos; ya que, básicamente, las proteínas son las que hacen todo. Transmiten la información que hay en nuestros genes, a pesar de que en nuestro cuerpo tenemos 200 tipos diferentes de de células. Todas con las mismas instrucciones genéticas; es decir, con toda la información del ADN y son ellas las encargadas de activar los genes que van a permitir que una célula se transforme en tejido del corazón, de la sangre, del sistema nervioso, del páncreas o de la piel, por citar algunos ejemplos. Y esta medida la asumen en el momento de transcribir la información desde el ADN al ARN. Por ello, si se realiza un fallo; esto es, si se acciona el gen incorrecto o por error se provoca una alteración en una sola de las miles de letras de un gen, se puede ocasionar una enfermedad. Así de sencilla y, a la vez, compleja es la vida. Dicho todo lo anterior, quedan algunas preguntas más en el tintero. ¿Qué somos? Solamente química, como afirma el investigador Roger Kornberg, o ¿conocer nuestro origen químico tiene, además, un atributo y naturaleza de carácter filosófico? Este es el quid de la cuestión.

En todo caso, somos animales que piensan y, a partir de ese hecho de pensar, nace la filosofía. Ahora bien, antes de que el proceso evolutivo diera al ser humano la capacidad de pensar, existieron homínidos no humanos que ya eran capaces de crear algún tipo de pensamiento o, al menos, eso nos gusta colegir. En definitiva, ¿cuándo, cómo, y por qué comenzó el pensamiento racional? Según un reciente estudio publicado en la revista Science, hace unos 350.000 años, bastantes años antes de lo que se consideraba hasta la fecha, comenzó a existir el homo sapiens. ¿Cómo razonábamos entonces? ¿Y el homo sapiens sapiens; esto es, la subespecie que abarca a todos los seres humanos actuales, reflexionábamos ya de manera análoga a la actual? Hoy en día se sabe que, este cercano familiar nuestro vivía ya en grupos muy unidos, con códigos compartidos y con creencias religiosas. Por lo que cabe deducir que no poseía un pensamiento en solitario; sino, un pensamiento social que era favorecido, cada vez más, por la selección cultural, lo que ayudaba a mantener compacto al grupo.

En resumen, si nuestra naturaleza humana no diverge mucho de la del chimpancé y el cerebro no deja de ser más que una suma de cables e interruptores químicos, tal vez convendría que nos desembarazásemos de la opinión de que somos lo que pensamos. Por lo tanto, ¿qué somos? No somos ni mente ni cuerpo. Quizás, somos consciencia. Una consciencia que busca afanosamente un sentido a la vida y que nos diferencia de otras especies. La consciencia está detrás de todo y no es algo que tengamos que adquirir; puesto que ya está ahí. El resto es silencio. En consecuencia, ¿qué sentido tiene la vida? Su único propósito lo establecen nuestros genes y lo proyecta y manifiesta el funcionamiento de nuestra mente. En otras palabras, desde esta perspectiva, la vida no tiene sentido; aunque la mayoría de la gente se resiste a la idea.


9 comentarios:

  1. Asunto complejo. Los genes nos condicionan. Pero ¿Y la conciencia, la voluntad, los sentimientos, las ocasiones... Todo química?
    Hay una palabra que nunca antes había visto u oído: coacervados.

    ¡Enhorabuena!

    Un abrazo, Pepe

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  2. Sigo de vacaciones, pero he venido un par de días a Lleida por cuestiones familiares. Al abrir el ordenador, me he encontrado con tus dos últimos artículos, uno ya publicado en La Mañana y el otro, la segunda parte, recientemente enviado. Cada día me pones más difícil darte mi opinión, porque no tengo ni idea de tus argumentaciones. Lo que si me atrevo a decirte con toda sinceridad es si la La Mañana es un buen sitio para publicarlos, ya que son artículos hondos y de fuerte contenido teórico. Creo que son artículos que los lectores de este periódico no valoran y, evidentemente, difícilmente los van a leer. No sé si te has hecho esta reflexión. Te debe costar escribirlos y creo que tu esfuerzo no se ve recompensado, A mi parecer son artículos que deberían formar parte de revistas de pensamiento mensuales; aunque, entonces, quizás tendrían que ser más largos. Te lo reitero, no creo que La Mañana sea un medio apto para su publicación.

    Ramon Morell

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  3. Tus dos artículos," La Vida no Tiene Sentido", el primero y el segundo, los encuentro formidables, resumes muy bien, una de las teorías de la historia de la humanidad. Para mí la única en la que creo, después de abandonar el pensamiento religioso que, como sabes, con su teoría de la creación, lo enmaraña todo; aunque no solo esta creencia, sino todas las creencias religiosas. Pienso que ha sido uno de los fallos del desarrollo de nuestro cerebro, donde sigue existiendo un espacio misterioso que nos hizo y nos hace crear diversos dioses, cuando la mente no entendía algunos misterios de la naturaleza.
    Bravo por tu excelente trabajo.

    Un abrazo.

    Miguel Soto.

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  4. ¡Pedazo de artículo! Un estudio a conciencia sobre el bioquímico A.OPARIN con su teoría de la interacción de elementos para la formación de la célula primitiva. Y, sobre todo, "el exhaustivo" trabajo que has hecho acerca del biólogo R.KRONBERG, premio Nobel por el descubrimiento del mediador ARN y la manera en que se transmiten la información con el ADN. Como bien sabes, en mi familia sufrimos alguna consecuencia, por error de órdenes, mal ejecutadas.....

    Se nota que has dedicado un tiempo precioso a todo ello, para después transmitirlo, de la forma más sencilla y de comprensión, a tus lectores. Gracias de nuevo.

    Y ahora, me adentro en la vertiente filosófica. Ya sé que somos envases, vasijas, continentes de todas estas proteínas formadas entre materia inorgánica, elementos químicos y agregados varios, para formar nuestras células; pero...., ¿ y nuestra alma o consciencia como yo prefiero llamarla? Hace 350 mil años no sé si razonarían como ahora lo hacemos, pero al final hemos de dar algún sentido a todo o a casi todo esto; es decir a la vida, que es eso que pasa mientras hacemos otras cosas. Diría más, lo que nos ocurre entre espera y espera, entre historias que acaban y las que nos van a volver a emocionar. Creo que eso es lo que nos hace estar vivos y lo que, por tanto, da sentido a la vida.

    Reconozco que soy de las que me resisto a pensar que somos únicamente química.

    Un abrazo

    Magda

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  5. Esta segunda parte tan interesante como la primera.
    Tal como describes en tu artículo es posible que la vida no tenga sentido, pero seguro que cada persona tenemos experiencias en nuestra vida por las que ha valido la pena estar en este alocado mundo.
    Cómo siempre, gracias y un abrazo.

    Ana

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  6. Muy bueno, Juan Antonio. Además, sobre un tema que siempre me ha atraído. Utilizo mucho una frase de Hegel: "Somos la única instancia en la que el Universo se hace consciente a sí mismo". Cabe también pensar si no somos un subconjunto de algo tan absurdo como es el propio universo. Discrepo en algún sentido en el final. Es verdad que hemos asomado a este mundo por casualidad. Pero nadie ni nada nos impide que demos un sentido a la vida, aprovechando que hemos aterrizado en este sitio y que hemos llegado hasta aquí.
    Te deseo una grandes vacaciones y fructíferas reflexiones.
    Un abrazo.
    Jaime

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  7. Muy científico, muy intelectual, muy serio, muy bien escrito, muy largo . Aunque quizás, no para verano con 32 grados. Mejor en invierno.

    Abrazos

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  8. Me gusta, está bien construido y puede ser útil para muchos y también inútil para otros tantos.
    Quienes están a favor de la religión consideran que su fe da un sentido a la vida, imponiendo así una verdad que puede no ser cierta, generando un sistema de falsas creencias.
    Interesante leer a teólogos de frontera, díscolos, como Han Küng, Arregui, Tamayo, su teología es de calle no de sacristía. Interesante también el pensamiento de Schopenhauer; Nietzsche; Russell; Heidegger; Sartre, por citar a los más próximos que han abierto caminos de entendimiento nuevos. Ciencia y Religión, dos visiones contrapuestas del mundo y la fe, obviamente, sigue apartada del argumento, al contrario de la ciencia que proporciona rigurosamente las experiencias de base a partir de las cuales los conceptos tienen un enganche con la realidad.
    Aunque tu conclusión final -la vida no tiene sentido- responde bien al concepto científico expuesto, también deduzco que es inútil tratar de comprobar la veracidad de nuestras creencias contemplando el mundo: Siempre nos va a dar la razón, porque el mundo que contemplamos, tanto unos como otros, viene a ser el efecto de nuestras creencias.
    A pesar de todo, y creo que tú también lo piensas, es una pena que la filosofía esté destinada a reducirse a cenizas, pero esa es su grandeza y en esa precariedad se hace inagotable, porque versa sobre algo que, pienso yo, nunca tendrá una respuesta definitiva: La relación entre el ser y la nada, que diría Sartre.
    Maite

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  9. Espectacular. Me ha gustado mucho. ¿Cuando descansa tu cabeza?

    Abrazos.

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