lunes, 5 de octubre de 2020

Finalizó el verano, la pandemia sigue y lo peor está todavía por llegar…

 Está siendo un año atípico. Uno de esos que no deseo recordar. El más extraño, por desconocido, de todos los que hasta ahora he vivido por la omnipresente angustia de la COVID19 que nos rompió el final del invierno y nos robó la primavera que apenas hemos compartido. Pero, además, el virus nos ha desnudado. La desigual actitud y toma de decisiones de nuestros representantes políticos entre algunos barrios de la ciudad, el trato otorgado a los temporeros de la fruta por parte de algunos empresarios y municipios, la inhibición de las Administraciones Públicas ante los numerosos casos de la COVID19 en las residencias de mayores que han venido sufriendo y sufren un número de contagios insoportable, nos han sacado las vergüenzas como sociedad. Y es que la pandemia se ha transfigurado en un unificador experto en juntar, bajo la misma pancarta, a diversos colectivos abducidos por falsos pseudocientíficos, algunos antisistemas y variados grupos reaccionarios de extrema derecha que niegan y reniegan su existencia.

 En este contexto, sospecho que para muchos conciudadanos, la reclusión suscitada por la proclamación del Estado de Alarma del Gobierno, la consideraron al comienzo como unas adicionales vacaciones; pero ese benefactor ensueño se desvaneció inmediatamente. La perplejidad que nos ocasionó la llegada de un virus tan insólito e inexplicable, el temor, el preceptivo e irremediable encierro, la soledad, la extrañeza al ver las calles semidesiertas y casi en obligado silencio, la atrevida y expuesta aventura de ir a la compra, fueron socavando nuestro ánimo, paso a paso, con el inexorable transcurrir del tiempo .A cada segundo le sucedía otro y otro y así sucesivamente e igualmente acontecía con cada noticia que nos informaba sobre el avance del virus sin que nadie pudiera ponerle un freno. Tanto nos estaba quebrantando la COVID-19 nuestra capacidad de sentir y comprender emociones que nos iba dejando los afectos tan delgados y endebles, como un papel de fumar. Daba la sensación que ese forzado confinamiento no se iba a terminar nunca y, cuando concluyó, aquel ya lejano 21 de junio, tras 98 días de encierro, la “nueva normalidad” se nos hizo casi más rara que nueva; ya que, a pesar de que nos fueron retornando algunas pequeñas alegrías del pasado, éstas se nos fueron proporcionando con cuentagotas.


 Llegó el verano, y como otros tantos años, nos fuimos a la playa de l’Ardiaca en el Baix Camp. En esta ocasión, casi huyendo de la decisión del Govern de confinar perimetralmente toda la comarca de El Segrià, ante el crecimiento de casos de coronavirus por los diferentes brotes activos en la zona. Y allí, en ese atractivo, misterioso y mágico mar Mediterráneo, con muchos menos veraneantes de lo habitual, entre baño y baño, los paseos por la playa con un mar tranquilo y transparente en el que las pequeñas olas de la orilla se movían incesantemente formando al romper unas pequeñas espumas de nácar, alguna socorrida paella en el chiringuito de la zona, la casi obligada  siesta, la lectura de la prensa y alguna novela y los majestuosos atardeceres de una espectacular belleza reflejando sus efímeros colores en el Montsiá, fue transcurriendo apaciblemente la canícula de julio.

 Sobrevino agosto, y cuando pensaba que todo lo peor del año había pasado, ya que había sido sometido a una operación cardíaca el día de Sant Jordi; de pronto, casi a mediados de mes, me vi nuevamente postergado en la cama de una clínica durante unos días que se me hicieron eternos, a causa de un cólico nefrítico. Finalmente, me dieron el alta y la primera noche que pude regresar a casa, ver a mi mujer y cenar con ella, fue como si hubiera ganado un gran premio.

 Al día siguiente, aunque estaba todavía muy cansado, comencé a reanudar mi vida habitual. Algunos amigos, con las preceptivas mascarillas tapándoles la cara, vinieron a saludarme. La vivencia fue curiosa; puesto que, más allá de la satisfacción y desenfado de las conversaciones, retendré siempre en mi memoria el desconcierto, la duda y hasta el desasosiego, de no saber muy bien qué hacer con los brazos que se detenían a medio camino, con las caras que se acercaban y se paraban en seco sin tocarnos y con unos cuerpos separados y restringidos para poder expresar los afectos y ternuras de la amistad que no pueden decirse con palabras. El recuerdo del tormentoso sufrimiento de los días del cólico, se transformó de repente en casi nada, y ya no me dolía, porque algunos de mis seres queridos se encontraban delante de mí, porque los estaba contemplando y atendiendo, porque podía conversar con ellos y les sentía reír y percibir su alegría por mi regreso. Mi corazón palpitaba con fuerza dentro de mi pecho y la sangre, desbocada, corría por mis venas retumbando en mis sienes. El aire era suave, tibio y yo me sentía feliz…No obstante, qué difícil me ha sido y continúa siendo, echar a volar de nuevo con una pandemia que nos corta las alas, provocando que cada día estemos más alejados de todos y de nosotros mismos.

Vivíamos felices, hasta que un inteligible virus nos hizo percibir y comprender que la vida de nuestra especie, es un suceso contingente. Una especie de acontecimiento bioquímico sin sentido en la historia de este planeta y que si mañana desapareciéramos de la faz de la tierra, muy probablemente, todos los animales, árboles y plantas efectuarían una gran fiesta. Quizás somos culpables de todo cuanto nos acontece. Y la ruina de nuestro país comienza a notarse de manera acelerada. Sobre todo, cuando vemos que nuestras calles, incluso las más céntricas y comerciales, devienen en una sucesión de comercios de todo tipo con las persianas bajadas o en liquidación de existencias. Y es que, inevitablemente, tras la curva de la pandemia llega la de los cierres. El dolor no es solo por el ahora, sino por el cataclismo económico y social que se avecina.

Finalizó el verano, la pandemia sigue. Y lo peor está todavía por llegar…

 

 

 

12 comentarios:

  1. Es cuestión de esperar. El virus convivirá con nosotros para siempre pero lo toleraremos porque nos vacunaremos y ya no será letal para tantos. La economía tardará a recuperarse, no así la igualdad que, se dice, aumentará porque no sabremos transformar el sistema económico basado en el crecimiento desmesurado y desigual. ¿Seremos mejores? No, seguiremos siendo los mismos de milenios.
    Tu piedra se cansará de estar, no crecerá, se irá diluyendo y terminará saliendo sin decir nada, "mutis por el foro", y un buen día la radiografía, la ecografía y el médico te dirán que todo ha terminado; que ha sido un mal sueño que te ha producido mucho dolor. Y tú "saldrás" igual, escribiendo y escribiendo, es decir, pensando y filosofando sin cesar.
    Gracias, Juan Antonio, y que el otoño te traiga en lo personal sosiego y salud para compartir con Rosa paseos y atardeceres por Lleida y por Cambrils.
    Un abrazo.
    Pepe.

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  2. Te entiendo Juan Antonio. Yo también tuve, hace mas de 30 años, un fuerte colico de piedras en el riñon; ¿sabes como lo liquidé?, con un medicamento de extracto de hierbas que se vende en las farmacias.Se llama "Resolutivo Regium". A mi me disolvió las piedras sin necesidad de ninguna intervención. Ya te aviso, depende de la formacion de las piedras te puede ayudar o no servirte para nada, a mi me fue muy bien. Creo que vale alrededor de 12 Euros y no tiene contraindicaciones. Yo intenté ante mi maravilloso resultado, importar el producto para expandirlo en Suiza, pero ya tenia la exclusiva para toda Europa, un sueco. Lo vi complicado y lo dejé.
    Tu verás, espero que, de una u otra forma, logres erradicarlas de tu cuerpo. Yo, desde entonces, no he vuelto a sufrir cólicos. Te deseo buena mejoria.
    Respecto a tu artículo, me parece, como siempre, muy acertado en su contenido y bien escrito en la forma.
    Miguel Soto.

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  3. Muy personal y emotivo. Como siempre, el único pero que le puedo poner es su extensión. No sé si tienes información, creo que debe ser imposible, acerca del interés que despiertas entre los lectores del diario. El que yo los encuentre demasiado largos no quiere decir, ni mucho simo menos, que otros lectores también participen de esta misma opinión.
    Buenas tardes.
    Ramon Morell

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  4. Recuperando esa capacidad nuestra de sentir y de comprender emociones que, como bien dices, ha quedado adormecida, deseo que recuperes pronto la salud y el bienestar.
    Te pido, como a Job, un poco de paciencia más, para que el decaimiento físico no alcance al decaimiento moral y también confianza en que los trozos de piedra desaparecerán del todo como un mal recuerdo.
    Que deseos e ilusiones de hoy se confundan pronto con ese feliz acontecimiento con la luz y con la vida de mañana.
    Vida que se nos ha puesto de cara en forma de experiencia atípica y extraña como bien describes en tu artículo y que explica perfectamente la sensación generalizada en la población al finalizar este verano.
    Me alegro de que retomes tu vieja manía de escribir.
    Y para terminar, no te haré llegar una jota castellana, pero sí te envío otra medicina en forma de música antigua con imágenes de Salamanca.
    El cantar dice así:
    No teme tormento quien ama con fe,
    si su pensamiento sin causa no fue:
    aviendo por qué más valen dolores,
    que estar sin amores.
    Escribió así Juan del Encina, hay quien cree que es natural de Salamanca, otros dicen que nació en Fermoselle, provincia de Zamora.
    Que lo disfrutes.
    Un abrazo,
    Miguel Ángel

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  5. Muy bien Juan Antonio, pero me he puesto un poco triste. Creo que de tanto esconder los sentimientos y de apartar las caras, como dices , también he escondido las emociones y al leer, me he sentido triste, quizás porque iba reconociendo, en otro mis dudas y miedos.

    Espero que pronto estés bien y consigas tirar la jodida piedra. Ponte al sol a ver si sale como los caracoles.
    Y si,es “pa larrastre”.
    Mucho ánimo y muchos besos

    Carmen

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  6. ¡Hola!
    Después del detallado informe sobre tu estado de salud, sólo me queda darte mucho ánimos y desearte que te mejores lo más pronto posible y recobres la alegría de vivir.

    En lo referente a tu artículo, haces una certera descripción del panorama en el que estamos immersos por culpa de la Covid 19. O quizás, mejor dicho, por nuestra responsabilidad en maltratar nuestro planeta.

    Con el deseo de que los políticos estén por la labor y dejen de preocuparse de sus egos y de que los científicos tengan éxito en la elaboración de una vacuna efectiva; te mando un afectuoso saludo.


    Pilar

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  7. ¡Hola! Juan Antonio, has hecho un buen resumen de las sensaciones percibidas en el ya largo periodo de coexistencia con el Covid-19, las cuales comparto, ya sabes, al cien por cien; pues así lo he expresado, también yo,en diversos artículos remitidos a la prensa local. Obviamente, exceptuando tus propias e intensas vivencias personales que afortunadamente has superado positivamente. Y a pesar de que indicas de que lo peor aún está por llegar, espero que también podamos superar el duro, largo e incierto periplo que queda para volver a una normalidad qu, con todos sus defectos, añoramos y podamos, no muy tarde, reencontrarnos sin las barreras que la seguridad y la prudencia imponen.

    Un cordial saludo.

    Jordi

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  8. Comparto tu pesimismo, nos están robando un año casi y solo estamos rodeados de incertidumbre, duda, inestabilidad, congoja, miedo. Y, como bien dices, lo peor está por llegar y no saber cuándo se termina.Ya nos anularon tres viajes a España, uno precioso a Lanzarte y que, para nosotros que hacíamos un gran viaje siempre al otro lado del mundo cada tres meses, ha sido frustrante.
    Bueno lo importante es estar sano. Espero que se te pasen esos cólicos tan dolorosos.
    Cordiales saludos y buena recuperación.

    Mirta

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  9. Me alegro de tener noticiass tuyas y de saber que vas superando los malestares. Dice una colega mia, abulense, que Dios aprieta pero no ahoga; pero por lo que indicas, creo que te está apretando mucho. Yo que no creo en dioses digo que la vida mata, y mata cada dia un poquito. Deseo que te recuperes y que algun dia nos veamos, con el permiso de don virus.
    El artículo, como todos los que te publican, muy bueno.

    Un abrazo para ti y otro para Rosa.
    Marta

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  10. Querido Juan Antonio: Ya me parecía a mí que tanto tiempo sin escribir se debía a algo... Lo siento, y aunque yo no he padecido de piedras, mi mujer pasó una racha terrible que le llevó al quirófanos en varias ocasiones. Como testigo de su muchos cólicos, sé lo terriblemente dolorosos que son. Curiosamente, cuando le extirparon la vesícula se acabó ese problema. Y lo tuyo me imagino, localizada la piedra y accesible, terminará pronto o habrá terminado ya el problema.
    Claro que me ha gustado tu artículo. Muy melancólico, pero bonito.
    Siento haber tardado en contestarte, pero he estado desde el viernes en Córdoba, con motivo de la celebración de nuestro VI Congreso, y no tuve tiempo para mucho, aparte de que no miré el correo. Ayer por la noche llegué a Cádiz y otra vez de vuelta en esta "nueva normalidad".
    Un abrazo fuerte y seguro que estás mejor que cuando me escribiste.
    Jaime

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  11. Ánimo!! pronto saldremos de esta pesadilla . Parece que esa piedra no quiere dejarte.
    El artículo, muy bueno.

    Mª Jesús

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  12. ¡Hola! J.A.
    Subscribo casi totalmente cuanto relatas sobre este funesto año 2020 del Covid 19, que creo y si nada lo remedia, tiene intención de prolongarse más allá del 31 de diciembre.
    La actitud de los políticos y la inhibición de las Administraciones Públicas, no es nada nuevo, simplemente se han mostrado públicamente de una forma más clara e intensa.
    Pasado lo que ya hemos pasado, conviene tener mucho sentido común; pero, a la vez, intentar "destensionarnos", porque si no, a los efectos del impacto físico de la pandemia se unirán los psíquicos, que no serán menores.
    En algo si discrepo contigo (de ahí el casi) y es en el quebrantamiento de la capacidad de sentir y comprender emociones. Creo que, muy al contrario, si algo de positivo hemos de adjudicarle a este virus, o lo que sea, es para darme cuenta de cómo estimo a los que estimo y que nunca pensé que los echaría tanto en falta y aún les echo; pues a algunos de ellos no los he podido ver más que virtualmente.
    Sabes que siento muchísimo todo lo que has sufrido, sobre todo físicamente, estos últimos tiempos y deseo tu rápida recuperación y "expulsión" de lo que no conviene que tengas en tu cuerpo, porque eres, desde mi humilde opinión, una de esas personas que no estás hecho para que las "plagas" se ceben contigo; ya que, padeces más, por el tiempo que se te escapa, tan valioso para ti, que en condiciones normales utilizas para leer, pensar, escribir, compartir, etc. que por el hecho del dolor físico que te causan.
    Esperemos que esta pandemia nos sirva para ser más conscientes de nuestra inconsciencia y, entre todos, remediar lo que ojalá no sea irremediable en cuanto a la Naturaleza.
    Seamos optimistas, creamos más en los científicos que en los políticos, ya que a estos últimos, sabemos lo poco que les importa a todos, los de arriba, los de abajo y los del medio.
    Un abrazo fuerte
    Magda D.

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