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sábado, 17 de agosto de 2024

Relato: Días de verano

 

A veces, uno sale y se aleja de un lugar, pero solo se distancia el cuerpo. Eso me ocurre a mí cada año cuando comienzo las vacaciones de verano. Y es que al llegar a mi destino habitual, meto la mano en la cápsula del tiempo y sin saber bien de dónde vienen, se presentan ante mí los veranos de mi infancia y juventud. Conocí el mar recién llegado del Madrid de la postguerra cuando aún no había cumplido cuatro años. Fue en la bonita y acogedora ciudad atlántica de Arcila, Marruecos, en la que viví escasos meses. Recuerdo bien aquel primer día en el que tras caminar un buen rato cogido de la mano de mi madre, por un enjambre de callejones repletos de casas blancas y azules recién pintadas que casi deslumbraban cuando el sol se posaba sobre ellas, llegamos a la playa y contemplé la inmensa masa de agua que seguía más allá de lo que mis ojos alcanzaban a ver en el infinito horizonte. La mente de aquel niño, no entendía nada, tampoco por qué era salada aquella agua. Cerca de mí, había un chico con una gorra azul jugando en la orilla con las olas. A su lado, una señora rubia y pintada de rojo la boca y las uñas de sus pies y manos, no perdía detalle de lo que hacía el pequeño, mientras hablaba con mi madre. Quizás era su hijo. Son recuerdos de aquella perdida y dorada inocencia...

 

Hoy, regreso al presente desde aquellos tiempos de la infancia y aunque llevo aquí solo unas horas, ya me parece que vivo hace días en esta Dorada Costa. Debe ser que, en tan escaso trecho, he tenido el tiempo suficiente para librarme del calor, ajetreo y bullicio de Lleida. He llegado al Baix Camp con el cansancio que a mi edad ocasiona conducir escasamente hora y media en el coche. Y con los ojos colmados por los paisajes del Segriá, ahora gradualmente frutícolas y llenos de vida y antes agrestes y solitarios, y los desmontes semiáridos salpicados de almendros, olivos y pistachos de Les Garrigues, que atraviesan la autopista. Al llegar a nuestro destino, el sol estaba ya muy bajo. Salió a nuestro encuentro de entre unas lejanas nubes y un resplandor rojizo pareció incendiar el horizonte de la tarde. Fue un momento mágico.

 

La Mañana 2.09.2024

Entramos en casa. Deshicimos la pequeña maleta. Sacamos los cojines que colocamos con cuidado en el tresillo de la terraza y nos sentamos a descansar. Desde el porche, gozando de una refrescante cerveza, contemplábamos las palmeras, las adelfas, los rosales, la buganvilla, el esquelético limonero, los cuatro tomates que cultivo en una especie de huerto, al tiempo que nos acariciaba la olorosa fragancia del jazmín y el de la hierba recién segada. A lo lejos se oía el murmullo del mar que llegaba hasta la terraza. Entre sorbo y sorbo, aproveché el tiempo para ordenar los pensamientos que asaltaban mi cabeza en esos momentos de plácida calma. Pues el tiempo, es esa materia de la que está formada la vida.

 

A esa hora del atardecer surge una extraña brisa, casi secreta, que llaman la marinada y que incluso en los días de más calor circula sin norte por esta Costa Dorada. Y es a esa hora, cuando las sombras alargadas por los altos pinos empiezan a cubrir las calles y caminos y los vencejos surcan el cielo como aviones de caza, que el Paseo Marítimo nos invita a pasear. Salimos, pues, de casa. La suave animación del crepúsculo, el murmullo de la gente y el tintineo de los vasos en el chiringuito cercano a la orilla de la playa, junto al bullicio festivo de los niños en el parque del camping, creaban una atmósfera única y especialmente agradable.

 

Con esa luz ya tibia pero que todavía no declina totalmente, las cosas se ven con mucha precisión desde la escollera del espigón de la riera, a la que nuestro caminar nos ha llevado. Y esa concreción y exactitud visual es idéntica a la que tienen los sonidos que hasta nosotros llegan. Cada uno aislado y completo en sí mismo, cubriendo a veces una larga distancia, de modo que una voz distante o el silbido de un pájaro escondido en un lejano tamarindo, parecen estar muy cerca, pero son invisibles, como también los es el motor lento de un coche que oímos pero que tampoco vemos. Echamos una última ojeada al viejo búnker contra el que chocaban con fuerza las olas y cogidos de la mano, regresamos despacio, saboreando el misterio del ocaso. La brisa marina, cargada de sal y nostalgia, acariciaba mi rostro y, por unos instantes, me transportaba de nuevo a aquellos interminables días de juegos infantiles y risas sinceras. Las luces del paseo marítimo se encendieron reflejándose en el agua como luciérnagas atrapadas en un sueño. Y sin decir nada me acogí al silencio, que tiene una pureza cóncava como de interior de aljibe, y en ese lento caminar, a pesar de mi sordera, iba oyendo los pasos sobre el enlosado pavimento del paseo. Lo que íbamos viendo, camino ya de casa, mientras caía la tarde e iba llegando la noche, lo dice mejor que yo Antonio Machado en la penúltima estrofa del poema Yo voy soñando caminos: “La tarde más se oscurece/y el camino que serpea/ y débilmente blanquea/ se enturbia y desaparece”. Llegamos finalmente a nuestra morada cuando la luna se asomaba con cautela, el cielo se teñía de un azul profundo y comenzaba a salpicarse de tímidas estrellas que emergían una a una, como si fueran los recuerdos que, al caer la noche, despertaran.

 

 

 

miércoles, 14 de agosto de 2024

Hipótesis de la simulación y el desafío de la normalidad

 

Hace unas semanas, tuve conocimiento de una investigación liderada por el renombrado físico de la NASA, Thomas Campbell, cuyo objetivo es elucidar una teoría con el potencial de transformar radicalmente nuestra manera de entender y concebir el cosmos. Es la llamada Hipótesis de la simulación, que propone que nuestra realidad podría ser una compleja simulación. En este sentido, no sé si dicha conjetura es cierta o no; pero de lo que si estoy seguro es que algo parecido a una simulación ha ocurrido con el regreso y fuga de Carles Puigdemont el pasado día 8. Y es que efectivamente, aunque ha costado verlo, creo que el expresidente de la Generalitat hace tiempo que se convirtió en personaje y dejó de ser político. Tal vez sea como parte de la herencia que la tradición cervantina, en la figura del personaje Perot lo lladre, cuyo callejón encontramos entre la calle Portaferrisa y del Pi, dejó en la Ciudad Condal, en los cinco capítulos de su inmortal obra, el genio de Cervantes. Y digo esto, porque el Líder independentista, como un nuevo Pere Rocaguinarda en tiempos modernos, polariza a la sociedad catalana. Y al igual que el legendario bandolero, es venerado por muchos seguidores como un héroe popular, mientras que para otros tantos, las autoridades lo persiguen y demonizan con razón. Ambos, a pesar de sus contextos históricos muy diferentes, comparten la característica de ser figuras controvertidas que suscitan pasiones encontradas entre la población catalana.

 

La Mañana 21.08.2024

Asimismo, en este contexto, tampoco debemos olvidar el histórico y bohemio Callejón del Gato que inspiró a Valle-Inclán, el lucido gallego creador del esperpento, para escribir su obra Luces de Bohemia, que en estas fechas cumple cien años. Y cuyos personajes Max Estrella y su amigo Don Latino, se pasean por las calles de Madrid terminando en el citado Callejón del Gato, famoso por sus espejos curvos que deforman la figura de quien se refleja en ellos. Y es que dichos personajes, proyectados en Puigdemont y Boyé, tras los hechos ocurridos el pasado jueves en el Arco del Triunfo de Barcelona, deforman la imagen de la política actual catalana y la hacen aparecer, a menudo, distorsionada por intereses partidistas, medias verdades y una constante búsqueda de culpables. Siendo ambos, en todo lo que concierne a ese acto, las figuras claves en esta trama en la que, a través de sus espejos, han intentado con sus acciones y discursos deformar la realidad de la normalización de la política que se estaba realizando a escasa distancia en el Parlament de Catalunya.

 

El expresidente autoexiliado de la Generalitat de Cataluña, regresó a España en un movimiento que sorprendió a muchos y dejó en evidencia a las fuerzas de seguridad. Puigdemont, logró entrar al país y, tras una breve aparición pública, protagonizó una fuga que ha generado una ola de críticas y debates. El suceso ha suscitado múltiples respuestas. Por un lado, los seguidores de Puigdemont celebran su habilidad para desafiar al sistema y evadir la captura, viéndolo como un acto de astucia y resistencia. Y por otra parte, como indico anteriormente, hay fuertes críticas hacia las fuerzas de seguridad por su incapacidad para detenerlo. Este episodio pone en entredicho la eficacia de los Mossos d’Esquadra y los servicios de inteligencia, y plantea preguntas sobre la coordinación y ejecución de las operaciones policiales en situaciones de alta visibilidad y sensibilidad política. Su habilidad para regresar a Cataluña y luego escapar puede ser interpretada como una burla al sistema judicial español, lo que podría sembrar dudas en la población sobre la capacidad de las instituciones para hacer respetar la ley de forma eficaz. En todo caso, este incidente subraya, a mi modo de ver, la complejidad y los desafíos a los que se enfrenta el país en la gestión de su situación política interna.

 

De todas maneras, la realidad nos muestra que El Parlament ha consumado el cambio de ciclo en Cataluña con la elección de Salvador Illa como Presidente de la Generalitat. El independentismo ha perdido el poder y los catalanes que desean la independencia no llegan actualmente, según sondeos de opinión, al 39%. A Junts le corresponde solventar sus problemas internos con un Puigdemont dimitido y, si finalmente es detenido y encarcelado, que pueda ser indultado mientras se le aplica la amnistía.

 

La investidura de Salvador Illa conlleva un renovación de etapa. Ahora bien, todas esas frases, repetidas aquí y allá, de fin del “procés”, de la rotura de la dinámica de bloques, del regreso de la política social; entiendo que vale para tertulianos, pero no para los buenos periodistas que saben bien de todos los entresijos de la política. Estoy con ellos y pienso que no hay nada roto, nada ha terminado, que nadie piense que el independentismo ha muerto. Simplemente, ahora está huérfano de dirigentes y queda, casi todo, en espera. Lo dicen los protagonistas, es de sentido común. Muchos de los que vivimos en Cataluña lo sabemos. Las certezas llegarán con el tiempo. Aunque nadie puede descartar nada, pues la contingencia siempre está agazapada.

 

Queda por ver qué y cómo se legisla, pero bien podríamos estar, si se cumplen las promesas,  ante una mejora del sistema autonómico del que, ordinalidad incluida, nos beneficiemos todos. En la misma estela, convendría evitar que los diputados de Junts sientan descrédito de seguir apoyando a un Puigdemont nuevamente huido; pues puede ser la mejor manera de que éstos se avengan a conducirse de nuevo institucionalmente y permitir así que salga adelante, además de la legislatura catalana, también la nacional. Ya que la cuestión, a nivel nacional, que tiene Junts ahora, es elegir entre apoyar al PSOE o dejarlo caer favoreciendo a PP/VOX. Interesante dilema del que no pueden escapar.

 

 

 

 

martes, 6 de agosto de 2024

Futuro incierto ante la estrategia de Israel

 

Ismail Haniyeh ha sido asesinado por Israel horas después de que Hezbolá confirmara la muerte de su comandante Fuad Shukr en el ataque de Israel a Beirut del pasado 31 de julio. Y es que en el contexto internacional, una de las monstruosas anormalidades de las prácticas de Israel ha sido la constante eliminación selectiva de sus adversarios a lo largo de su historia. En este contexto, dicen algunos analistas políticos que estas acciones de eliminar selectivamente a dirigentes de Hamás y/o de la milicia chiita de Hizbulá, que perpetra Israel por medio del Mossad, el servicio de inteligencia, no llevan a ninguna parte. Craso error, pues cada acción de Israel consigue una reacción también violenta de sus enemigos; tras la cual, les sirve de pretexto a los sionistas para ocupar un poco más de territorio y matar unos miles más de palestinos utilizando la seguridad como excusa. Y es que sí que conducen a un sitio, llevan a la ocupación total del territorio y el exterminio del pueblo palestino. Paso a paso, metro a metro, muerto a muerto... Sin embargo, no nos engañemos, Israel solo hace lo que le autoriza EEUU. Es su brazo ejecutor en Oriente Medio. Que no haya confusión alguna. Pues lo que vemos en Palestina de manos del Estado de Israel no es diferente de las acciones de EEUU y sus aliados, fundamentalmente el Reino Unido, contra tantos otros pueblos, en esa y otras regiones del planeta desde el siglo XIX. Por mucho menos de lo que hace Israel, cualquier país del mundo estaría marginado de la comunidad internacional, como se ha hecho recientemente con Rusia. Pero, mientras Netanyahu y su genocida Gobierno cuente con el apoyo incondicional de los EEUU y de gran parte de la comunidad internacional occidental, los israelíes seguirán amenazando y matando a los que intenten oponerse a ellos.

 

La Mañana 6.08.2024

Es evidente que entre Israel y Palestina hay un conflicto. Pero la resolución de conflictos no depende solo de lo que la otra parte hace o no hace, depende de lo que uno mismo, la propia parte, intenta y hace. En este sentido, la pregunta que muchos ciudadanos nos hacemos es ¿cómo quiere Israel acabar esta guerra? Porque es evidente que ni con atentados selectivos ni con bombardeos masivos y generales va a acabar con Hamás o con cualquier otro grupo que lo sustituya, ni tampoco va a conseguir la devolución de los rehenes y mucho menos vivos En realidad la pregunta sería ¿quiere y desea Israel, y en concreto Netanyahu y su extremista Gobierno, acabar esta cruel guerra? Porque lo que parece con semejantes acciones y tal vez pretende es aumentarla a toda la región del Medio Oriente. El Estado de Israel lleva mucho tiempo esperando esta guerra regional. Su objetivo, que ya ni siquiera es objeto de disimulo por su parte, es conseguir lo que ellos llaman "El gran Israel" y llevar a cabo su propia teoría del espacio vital como en su día hizo la Alemania nazi. Es por ello que Israel sólo cumplirá su destino cuando ocupe el mayor territorio posible de Palestina y expulse o extermine a sus enemigo, es decir, a los palestinos. Y otra pregunta, de momento, sin respuesta ¿puede el Estado de Israel estar constantemente en guerra y con su población movilizada? ¿Se lo va a aceptar el pueblo israelí? Y aquí creo que está la clave de todo, ¿consentirán y soportarán los israelíes una constante movilización e ideología de guerra? Lamentablemente, por ahora parece que si…

 

No obstante, la estrategia del Estado de Israel de control y dominio militar en la región, antes percibida como necesaria, ya no se entiende de la misma manera. En este contexto geopolítico cambiante, la acción cometida por Israel se la ve como peligrosa y desestabilizante, lo que genera más inseguridad y acabará perdiendo su sentido, especialmente si se quiere llegar a un mundo donde reine la paz. ¿Hasta dónde van a dejar las potencias occidentales, con EEUU a la cabeza, que Netanyahu, su ejército y servicios secretos manejen a su antojo este conflicto que puede tener consecuencias nefastas para el mundo? Tal vez, él día que vean los israelíes  caer las bombas en sus ciudades, y sus habitantes afectados, todo cambiará y la Paz será posible. Desde luego con la dinámica actual no lo es. A este respecto, un punto a destacar es cómo y por qué Israel mata al negociador de la posible paz y alto el fuego en la actual guerra de Gaza, en plena visita oficial en otro país, considerado además su gran enemigo. Se trata de un acto evidente intencionado para romper todo tipo de puentes y provocar una guerra más amplia. Todo da a entender que Netanyahu, ha elegido un momento concreto y un país preciso para provocar una guerra regional, que es lo que estás intentando hacer a toda costa desde hace tiempo. En este aspecto, considero que se avecina algo más gordo, Irán no puede dejar pasar este asesinato de un dirigente político que encima participaba en las negociaciones de Paz, sería debilidad y en un entorno, donde ese es el peor de los pecados, creo que la guerra está servida siempre y cuando Irán tenga el apoyo incondicional de Rusia, que está ávida por encontrar más aliados, y de China que puede ser un magnífico suministrador de armamento.

 

Dicen que Israel es una democracia. Yo no lo creo o, al menos, a mi modo de ver, no se comporta como un país democrático. No obstante, en el supuesto de que sí lo sea mi última pregunta es ¿aprueban o aprobarán los ciudadanos israelíes esta posible guerra sin sentido…?. Aquí lo dejo.