A veces, no sé muy bien porqué, al leer un artículo científico en la prensa, me siento atraído por quienes demuestran con una fórmula algo que funciona en la teoría, pero no en aquello que llamamos realidad. Tal vez sea porque a mi memoria llegan algunos recuerdos de cuando terminé el Preuniversitario y comencé a estudiar Químicas en la universidad, aunque al cabo de dos años, inicié otra cosa que, con el paso de los años, se transformó en mi cotidiana realidad y medio de vida. Y esa realidad que mi fascinada ignorancia de entonces no entendía, flota ahora dentro de mí algunas veces cuando escribo y construyo historias sobre algún acontecimiento ocurrido o vinculado a determinados conocimientos de reflexión y/o filosóficos
Y este es el caso de la realidad, esa trama entretejida de sueños y materia, que se despliega ante nuestros ojos como un lienzo infinito. En sus recovecos se ocultan las verdades más profundas y los misterios más insondables. Camina de la mano de la ilusión, desafiando nuestras percepciones y a cada paso nos invita a explorar sus capas, a veces nítidas, otras veces difusas. Y como un espejo quebrado, va reflejando fragmentos de lo que es y de lo que podría ser, recordándonos que entre lo tangible y lo intangible, siempre existe un espacio para la maravilla y la contemplación. Sin embargo, la realidad, con las nuevas tecnologías, podría quedar para siempre atrapada en un bosque virtual donde todo sería, a la vez, real y ficticio, verdadero y falso, bueno y malo. Un entretenimiento fascinante y perverso, manejado con las manos, pero sin opción de regresar a la realidad tangible.
A este respeto y dadas las circunstancias actuales, creo que la realidad está cada vez más definida por el uso de las nuevas tecnologías. Nuestra relación con los demás y con el mundo pasa por ellas, y nos amoldamos sin chistar a su lógica perversa: la previsible muerte de la realidad habitual y cotidiana que conocimos Ahora, con la realidad tecnológica, nada permanece, todo es consumido de inmediato. No hay elaboración, reflexión, autonomía, tiempo. Tampoco queda apenas lugar para la memoria que tuvimos, la cual, en un contexto como éste, se convierte en algo casi potencialmente subversivo. Pues la memoria real, entendida en un sentido amplio, la que poseemos de nuestras familias, pero también la de los libros, las películas, las pinturas y, en general, la del arte, la cultura, el folclore y el pensamiento, alberga modos distintos de mirar y vivir que parece tiende desaparecer. Mientras que la tecnológica “Realidad Aumentada” ha dejado de ser una distopía, ya que Apple, hace casi un año, ha empezado la comercialización de las gafas Vision Pro, y ya se ve a personas abstraídas y concentradas en su mundo mientras se desplazan en el metro o atraviesan un paso de peatones. Una RA que, con la creación de avatares, parece que va a ser el próximo hype en cuanto a las expectativas generadas artificialmente alrededor de las personas o productos construidos a partir de la sobrevaloración de sus cualidades. En este contexto, según David Lindlbauer, profesor del Instituto de Interacción Humano-Computadora de la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, EE UU), la RA nos brinda o brindará la oportunidad de mejorar nuestras vidas al permitirnos hacer cosas que pueden resultar difíciles, como comunicarnos con seres queridos que están lejos; compartir contenido de manera divertida; ser productivos, estar menos estresados, y/o aprender cosas nuevas más fácilmente.
No obstante, a pesar de ese supuesto mundo fascinante que nos presentan, la realidad clásica es terca y, después de tanto anhelar e imaginar la tecnológica, continúa apareciendo a diario en los informativos tras los cristales traslúcidos del coche en el que viaja para mostrarnos la real y casi enigmática naturaleza humana, trayéndola hasta nuestros ojos con los horrores de las guerras de Gaza, Ucrania o Siria alimentadas por el infinito afán del poder que alimenta el dinero. Y es que a esa realidad tradicional le pasa lo mismo que le ocurriría a Sigmund Freud, que le daría algo si tuviera que formular su famosa tesis sobre el principio de placer y el principio de realidad, que, según el afamado neurólogo austriaco, rigen el funcionamiento mental, dado que la ancestral realidad común es algo cada vez más resbaladizo. Pues, redondeando la paradoja, lo cierto es, creo yo, que hoy día, junto a personas muy brillantes, coexiste y se topa uno cada vez más con un borreguismo creciente que considerándose muy especiales, libres e individualistas, se mueven en realidad en masa y sin criterio propio por raíles infinitos en los que pescan los Trump, Bolsonaro, Orban, Abascal y hasta Alvise.
Decía Goethe que toda la teoría está en la realidad y que no hay que buscarla fuera. Tal vez opinara así, porque lo más difícil de aceptar es probar que la realidad es una mentira.
Es verdad y tienes razón. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos
Antonio Puig
Después de leer tu, siempre interesantísimo artículo, al final, me alineo a la conclusión a la que llega Goethe.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Buenas noches.
Magda Díez
Desborda mis posibilidades intelectuales, aunque casi entiendo y estoy de acuerdo con tus pensamientos.
ResponderEliminarLo veo muy bien escrito, con muy buena información. Falta una c en respeto y un punto antes de Ahora, creo.
Pepe Pascual
Buenos días ! Muy interesante tu artículo y como siempre.bien documentado.
ResponderEliminarUn abrazo,
Anna García
Querido Juan Antonio, creo que estás, como los miles o millones de terrestres pensantes que estamos en este infierno de mundo tecnológico, asustado. La realidad y la no realidad con TRUMP y sus amiguitos , es todo ficción . Créeme. Yo estoy asustada. Que estos locos tengan tanto poder , es demencial. Nos toca vivir una realidad irreal. Yo doy gracias a que no tengo ni hijos ni nietos, porque sufriría más , por lo que les viene encima.
ResponderEliminarUn abrazo
Carmen Rengel
Acabo de leer tu artículo y tengo que felicitarte, me he enterado de cosas que no conocía en absoluto (la Realidad Aumentada) y me ha recordado una cuestión de lógica formal que describe la escritora irlandesa Sally Rooney en su última novela "Intermezzo" que llega a la conclusión que la distancia entre verdad y mentira es más pequeña de lo que imaginamos. Una vez más, enhorabuena, y repito lo que ya te he comentado en muchas otras ocasiones, estás más brillante en tus artículos, digamos, profesionales, todos aquellos que tienen que ver con tus conocimientos universitarios. No sé si mucha gente puede leer este artículo, pero la culpa no es tuya, la culpa es del lector/a que no está preparado/a.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ramón
Hola Juan Antonio, me alegro de recibir tu nuevo artículo, gracias.
ResponderEliminarMira Juan, de todo este discurso sobre la realidad y la tecnología trato de quedarme con el aspecto más humanista. Cuando hablas sobre la memoria en sentido amplio, mencionas familias, pueblos, cultura, folclore...Gracias a la tecnología se puede conservar y apreciar como si de un verdadero tesoro se tratara.Pondré un ejemplo muy concreto, contando una pequeña historia, a continuación: Gracias a la televisión se pudo registrar entre 1972 y 1982 en una serie documental llamada “Raíces” las costumbres y tradiciones de los pueblos de España. En la sierra de Francia, en Salamanca, por ejemplo, se registraron en el pueblo de Miranda del Castañar algunas tradiciones como bailes, costumbres y, curiosamente, algunas canciones que interpretó de viva voz una mujer mayor y que más tarde se conocieron como el “Breve cancionero de la tía Petra”. Bien, pues pasados 50 años y gracias a aquel añejo programa de la televisión y a la actual tecnología de los estudios de grabación se ha realizado una versión de una las canciones más bellas que yo haya escuchado: “La mujer del seronero”. Resulta que esta canción se ha extraído del "Cancionero de la tía Petra" de aquélla grabación para televisión, y se ha realizado una versión con los arreglos musicales y en la voz del folclorista Eliseo Parra. Una delicia y una maravilla de canción dedicada a las gente más humilde de Salamanca en otros tiempos. En ella se narra la aflicción de una mujer por la pobreza en la que vive debido al oficio del marido, que trabaja como seronero y como es tan pobre quiere ser “descasada”...¡!Seronero! Es decir, que hacía y vendía serones, seras grandes y anchas que entonces servían a los arrieros para llevar las cargas por sendas y caminos a lomos de sufridos burros.Esta memoria se ha preservado gracias a la tecnología, como dices, “alberga modos distintos de mirar y vivir” y no va a desaparecer, sino que hace poco nos ha vuelto renovada. Y con este logro humanista y esta maravillosa canción en la memoria, me quedo:
"La mujer del seronero", está en Youtube.
Un abrazo,
Miguel Ángel
Ciertamente es así, hemos convertido, consciente o inconscientemente, el móvil en el foco que ilumina nuestras vidas, el móvil nos distrae, con él nos relacionamos, con el móvil nos informamos y gracias a él conforman opiniones y idearios políticos. Es esta realidad bifurcada de la que hablas en tu artículo que a menos a mi personalmente me resulta cada vez más difícil desvelar y que cada vez más me refuerza el escepticismo. Santo Tomás creyó cuando vio, actualmente no puedes creer ni lo que estás viendo.
ResponderEliminarBona nit.
Manuel Pulido
Buen día tío, muy chulo tu artículo; en tu línea filosófica.
ResponderEliminarUn abrazo
Nacho Valero
Buenas noches, después de leer por segunda vez tu artículo, para mí, empiezas filosóficamente, más adelante das conceptos, que para los nacimos hace un montón de años como me ocurre a mi, no sabemos el significado (RA, Hipe ...).
ResponderEliminarNo se si voy errada, pero creo que tiene que ver con IA. Admito, tiene cosas buenas manipuladas en manos honestas, pero que va ha crear muchos problemas en manos de los hakers.
¡Enhorabuena!,
Encarna Bosch
He llegit l'article.
ResponderEliminarL'he trobat difícil.
Interessant aquesta bifurcació entre lo virtual i lo real.
El que em passa és que no sé ben bé que és la realitat.
La de cadascú condicionada per les percepcions de cadascú?
Tot i així, gràcies per compartir la reflexió.
Joana Companys
Muchas gracias por el envío.
ResponderEliminarMe asombras porque te atreves con todo. Es casi filosofía, pues los grandes misterios solo se pueden tratar así.
Un abrazo.
Jaime