sábado, 14 de diciembre de 2013

Un poco de magalopsiquia, por favor

Al igual que Teresa de Ávila, “Vive sin vivir en él” el Honorable Mas en estos días. Ya que de sus mensajes y actitud parece colegirse que considera justo y honesto dejar atrás los muchos años juntos vividos, con tal de poder entregarse a una utópica “Arcadia feliz”; ese Estado perdido y siempre deseado reino en el que los catalanes vivirán en paz con sencillez, en un ambiente idílico y en una perfecta armonía.
Pero…, antes de que ese momento llegue, alguien debería informar al pueblo catalán a qué riesgos podría enfrentarse una Cataluña independiente y voten así, si es que llegara el caso, con conocimiento de causa. Y, sin embargo, todavía no he oído a ningún político ni tertuliano, ni catalán ni español, informando a sus conciudadanos de lo que puede ocurrir si sus respectivos Gobiernos siguen con la actual postura intransigente.

Esos políticos, de uno y otro bando, que se lanzan palabras y mensajes a la cabeza como si fueran piedras, deberían empezar por explicar acerca de la viabilidad económica de una Cataluña independiente sin España y fuera, como parece haber quedado claro, del marco de la Unión Europea.

Pero también tendría que explicar el Gobierno central a los españoles, lo que le ocurriría a una España sin Cataluña, una de las regiones más dinámicas e industriosas del actual Estado.
De hecho, sin tener más conocimientos jurídicos que los argumentos de mi sentido común, considero que una escisión de Cataluña podría conducir legalmente a que ésta no tenga que hacerse cargo de su parte proporcional de la deuda de España; ya que si el nuevo Estado catalán no tiene las obligaciones y derechos del Estado español original y, en consecuencia, queda excluido de la UE, tampoco sería responsable de parte de la deuda española. Pienso.

Así mismo, España, sin Cataluña, tendría que hacer frente al pago de toda la deuda pública española que ya ronda el 100% del PIB y sin contar con la aportación fiscal catalana. Igualmente, no sé si somos conscientes de que en ese “hipotético” escenario la Seguridad Social española tendría que seguir pagando las pensiones de los jubilados catalanes, que para España continuarían siendo españoles a todos los efectos legales, como ocurre a cualquier español que esté cobrando su jubilación de Suiza, Alemania o cualquier otro país en el que ha desarrollado su vida laboral y generado sus derechos de Pensión de Jubilación. Es por ello, que estas cuestiones no se nos deberían ocultar, para que también nosotros, podamos actuar con conocimiento de causa a la hora de exigir a los representantes del Gobierno Central que adopten una actitud constructiva y de diálogo. Creo que ambos perdemos; los de un lado y otro del Ebro.

Pero, lamentablemente, de momento, la cerrilidad de las élites gobernantes madrileñas y catalanas, catalanas y madrileñas, hace imposible cualquier acuerdo y su única respuesta es el ninguneo y las amenazas continuadas siguiendo la divisa heráldica del “tanto monta monta tanto”, como queriéndonos señalar que los medios para resolver el problema no son importantes frente a la solución de éste. Un camino que se me antoja peligroso; pues recurrir uno a la consulta democrática y otro a la Norma Constitucional, es como hablar cada cual en su propia lengua sin querer entenderse.

En este sinsentido en el que, unos más que otros, pero ambos, nos han metido, sueño despierto con el hecho de que si se realiza la consulta no se efectúe ésta en un momento mediatizado por una brutal crisis económica, con millones de parados, preferentistas y desahuciados bajo un Gobierno ultraconservador con mayoría absoluta, ni tampoco cuando se cumplen 300 años de una fecha tan simbólica como 1714; ya que, entiendo, que uno y otro aspectos sesgarían la consulta e inducirían la respuesta ciudadana de forma a mi juicio poco democrática.

También despierto sueño con que el Gobierno de la nación se comprometa a reformar la Constitución y las leyes necesarias para que el resultado de la problemática consulta pudiera transformarse en realidad, sometiendo finalmente todos esos cambios legales a la decisión de quienes realmente detentan la soberanía nacional, es decir, todos los españoles, entre los que también se cuentan los ciudadanos catalanes.

Y en mis oníricos sueños, veo juntos a los políticos de un lado y a los representantes del otro hablando entre ellos y recordando las palabras del Dalai Lama, para solucionar este asunto: “Nos apercibamos de que no hay tiempo que perder, que la muerte es un hecho pero ignoramos el momento en que llega. Lo que se ha reunido se separará, lo que se ha acumulado será consumido sin dejar rastro; al final de una subida comienza el descenso, la finalidad del nacimiento es la muerte.

Al despertar me he ido a la cocina y me he preparado un “refreshing cup of café con leche”, para pasar el mal sueño…

Τις καλύτερες ευχές μου

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