Los atentados terroristas de
Barcelona y Cambrils nos han desgarrado el corazón a todos. Cierto. Tras los
multitudinarios homenajes a las víctimas, las cabeceras de los periódicos, de
las cadenas de radio y televisión y de otros medios de comunicación social, se
han llenado de grandes titulares sobre la ausencia de islamofobia de la
población española. Y en la citada ofrenda y demostración de respeto a las
víctimas y cuerpos de seguridad del Estado, Barcelona, se ha reivindicado como ciudad
abierta y diversa y se ha ensalzado la necesidad que tenemos de defender hoy,
más que nunca, el modelo de diversidad, como síntoma de fortaleza.
Publicado en el diario La Mañana el 01-09-2017 |
Sin embargo, a mi modo de ver, la
realidad sobre la ausencia de islamofobia en España, no es ese escenario
armonioso e idílico que algunos medios y muchos políticos nos hacen ver o
pretenden que percibamos los ciudadanos. La convivencia con otras culturas,
lenguas y credos, casi siempre, ha generado conflictos a lo largo de la
historia humana; quizá, porque nunca han sido, ni son, bien administrados ni
política ni socialmente. Y señalo esto, no sólo desde la perspectiva de una
obligada tolerancia que deberíamos tener y practicar, hacia otras creencias
diferentes a la nuestra. Sino, también, desde el hecho físico que genera el
rechazo general de los vecinos, de cualquier ciudad, a que los templos de culto
musulmanes se ubiquen en el corazón de los municipios o, simplemente, cerca del
lugar o barrio en el que vivimos. Y, es por ello que, en consecuencia, se ven
obligados a establecerlos en polígonos industriales u otros lugares similares.
En este contexto, ¿alguien se imagina que los templos de culto católicos en
cualquiera de los países del Magreb o de Estados musulmanes como Kuwait, Irán,
Malasia, Indonesia, Eritrea etc. se vieran obligados, por el rechazo social de
sus naturales, a establecerse en polígonos industriales? Y, digo más,
¿entenderíamos que a la comunidad judía se le diera un trato similar que a la
musulmana, en cuanto a la ubicación de sus sinagogas o sus hábitos culturales…?
Convendría, asimismo, no olvidar
el hecho de que la Reforma de Lutero del siglo XVI, que desencadenó violentas
guerras, no fue únicamente religiosa; sino que conllevó en su semilla un cambió
de la faz política y social de Europa. Subsiguientemente, ¿sería pues
admisible, que los países de aplastante mayoría protestante, como Suiza,
Dinamarca, Países Bajos, Noruega etc. ubicasen los templos católicos en el
extrarradio o periferia de sus ciudades?
Creo que deberíamos de pensar que
vamos hacia unas sociedades no tribales; sino, más bien, babélicas en el
aspecto cultural, lingüístico y de creencias, con todos sus hipotéticos
peligros, si los hay, y sus ventajas, si es que existen. Es por ello, que, los
creyentes de todas las religiones, junto con la sociedad civil y los hombres y
mujeres de buena voluntad, renunciando a cualquier forma de intolerancia y
discriminación, estamos llamados a mantener la razón, la concordia y la paz en
nuestra sociedad.
Y es que, como decía nuestro gran
poeta Antonio Machado, “Es propio de hombres de cabezas medianas embestir
contra todo aquello que no les cabe en la cabeza”. En consecuencia, emulando a
Raimon, Diguem no, a la islamofobia
Diguem
no
Ara que som junts
diré el que tu i jo sabem
i que sovint oblidem…
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