viernes, 1 de septiembre de 2017

Diguem no, a la islamofobia



Los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils nos han desgarrado el corazón a todos. Cierto. Tras los multitudinarios homenajes a las víctimas, las cabeceras de los periódicos, de las cadenas de radio y televisión y de otros medios de comunicación social, se han llenado de grandes titulares sobre la ausencia de islamofobia de la población española. Y en la citada ofrenda y demostración de respeto a las víctimas y cuerpos de seguridad del Estado, Barcelona, se ha reivindicado como ciudad abierta y diversa y se ha ensalzado la necesidad que tenemos de defender hoy, más que nunca, el modelo de diversidad, como síntoma de fortaleza.

Publicado en el diario La Mañana el 01-09-2017
Sin embargo, a mi modo de ver, la realidad sobre la ausencia de islamofobia en España, no es ese escenario armonioso e idílico que algunos medios y muchos políticos nos hacen ver o pretenden que percibamos los ciudadanos. La convivencia con otras culturas, lenguas y credos, casi siempre, ha generado conflictos a lo largo de la historia humana; quizá, porque nunca han sido, ni son, bien administrados ni política ni socialmente. Y señalo esto, no sólo desde la perspectiva de una obligada tolerancia que deberíamos tener y practicar, hacia otras creencias diferentes a la nuestra. Sino, también, desde el hecho físico que genera el rechazo general de los vecinos, de cualquier ciudad, a que los templos de culto musulmanes se ubiquen en el corazón de los municipios o, simplemente, cerca del lugar o barrio en el que vivimos. Y, es por ello que, en consecuencia, se ven obligados a establecerlos en polígonos industriales u otros lugares similares. En este contexto, ¿alguien se imagina que los templos de culto católicos en cualquiera de los países del Magreb o de Estados musulmanes como Kuwait, Irán, Malasia, Indonesia, Eritrea etc. se vieran obligados, por el rechazo social de sus naturales, a establecerse en polígonos industriales? Y, digo más, ¿entenderíamos que a la comunidad judía se le diera un trato similar que a la musulmana, en cuanto a la ubicación de sus sinagogas o sus hábitos culturales…?

Convendría, asimismo, no olvidar el hecho de que la Reforma de Lutero del siglo XVI, que desencadenó violentas guerras, no fue únicamente religiosa; sino que conllevó en su semilla un cambió de la faz política y social de Europa. Subsiguientemente, ¿sería pues admisible, que los países de aplastante mayoría protestante, como Suiza, Dinamarca, Países Bajos, Noruega etc. ubicasen los templos católicos en el extrarradio o periferia de sus ciudades?

Creo que deberíamos de pensar que vamos hacia unas sociedades no tribales; sino, más bien, babélicas en el aspecto cultural, lingüístico y de creencias, con todos sus hipotéticos peligros, si los hay, y sus ventajas, si es que existen. Es por ello, que, los creyentes de todas las religiones, junto con la sociedad civil y los hombres y mujeres de buena voluntad, renunciando a cualquier forma de intolerancia y discriminación, estamos llamados a mantener la razón, la concordia y la paz en nuestra sociedad.

Y es que, como decía nuestro gran poeta Antonio Machado, “Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza”. En consecuencia, emulando a Raimon, Diguem no, a la islamofobia

Diguem no

Ara que som junts
diré el que tu i jo sabem
i que sovint oblidem…


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