domingo, 20 de mayo de 2018

¿Galgos o podencos?


Cuando recordamos, traemos al presente momentos de nuestro pasado que creemos vívidas réplicas de lo ocurrido. Fragancias, olores, sonidos y melodías se unen a la imagen para recrear aquello que creemos que sucedió. Sin embargo, no dejan de ser construcciones de nuestro cerebro, apenas unos retazos fragmentados de la realidad que son maquillados con eficacia para erigir una ficción de la verdad, una memoria que se autodefine como el equilibrio entre recuerdos y olvidos, entre apenas unas informaciones objetivas y muchos espacios en blanco que son pintados con la firme mano de la verosimilitud. Incapaces de reconocer lo verdadero de lo inventado, aceptamos como cierto lo que nos entrega nuestra mente, hasta el punto de aceptarlo como verdades inmutables en un acto de fe que tendrá tan corto recorrido como el siguiente recuerdo. Creamos ficciones de un pasado que nos reconfortan con la realidad de un presente que será engullido rápidamente por el pasado.

Así ocurre con el Procés y la intervención de la Generalitat de Cataluña a través del artículo 155 de la Constitución que, aun habiendo complicado las relaciones entre el PP, PNV y PDeCAT, los citados partidos, siguen empujando en una misma dirección en diversas coyunturas. Y en el Congreso de los Diputados,  a pesar de las insalvables incompatibilidades y subidas de tono, las tres formaciones no han dejado de confluir en las proposiciones más afines a su espectro ideológico. De hecho, los abismos existentes entre ellos, no han impedido que se hayan alineado para defender las iniciativas más acordes con su doctrina conservadora, como el desahucio exprés, o para rechazar las que iban contra estos postulados, como gravar la ostentosa riqueza y desmesurados beneficios económicos de algunas notables familias, de la empresas del Ibex 35 y de las Multinacionales establecidas en el país.

Y es que a la hora de favorecer sus intereses ideológicos y partidistas, no tienen inconveniente en pactar entre ellos, demostrando su capacidad de confluencia nada más arrancar la XII Legislatura. Así lo hicieron el 19 de julio de 2016, cuando PNV y PDeCAT facilitaron la presidencia del Congreso a Ana Pastor, del PP, algo que ha sido determinante en la configuración de su órgano rector, la llamada Mesa del Congreso, y en el desarrollo de la vida parlamentaria.
Así mismo, los tres partidos han acreditado esa sintonía incluso sin éxito, votando contra el informe aprobado recientemente por el Congreso para aumentar el control de las cuentas de los partidos y ampliar el delito de financiación ilegal y tratar de evitar los casos de corrupción y los escándalos que han convulsionado la vida política española. Además, refutándolo bajo el mismo argumento de que PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos los habían dejado fuera de la negociación.

Otra alianza que ha pasado casi inadvertida para los ciudadanos, es la que han mantenido PP, PDeCAT, Ciudadanos y PNV con la aprobación, el pasado 17 de abril en el Congreso, de lo que los ecologistas han designado como “la contrarreforma de la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad”. Una contrarreforma que va en contra del criterio de los científicos y técnicos de conservación y a favor de los intereses del lobby de cazadores y pescadores. Se trata de una serie de modificaciones de esta ley que indulta a las especies invasoras, que debían ser erradicadas. Las organizaciones ecologistas WWF, Ríos con Vida, SEO/BirdLife, Greenpeace, Ecologistas en Acción y Amigos de la Tierra han denunciado este paso atrás en lo que se considera la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo. Pero…, les da lo mismo

Y mientras tanto, de cara a la galería, nos entretienen con sus desavenencias, sobre si Cataluña y España, España y Cataluña son galgos o podencos bajo la atenta mirada de los pastores vascos…

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