“Recordad lo que Amalec os ha hecho, se nos ha
ordenado”. Este breve texto se cita en la Biblia, en el Antiguo Testamento. La
referencia específica proviene del Primer Libro de Samuel, capítulo 15,
versículo 3. El pasaje habla de la orden dada por Dios a Saúl a través del
profeta Samuel para destruir completamente a los amalecitas, un pueblo
considerado enemigo de Israel. La citada orden de referencia bíblica,
textualmente dice: “Ahora id, atacad a Amalec y destruid todo lo que tienen,
sin perdonar a nadie; matad a hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas,
camellos y asnos”. Y esta referencia la realizó Benjamin Netanyahu en un
discurso el 28 de octubre de 2023, como parte de su justificación para la
ofensiva militar en Gaza contra Hamás, tras el ataque terrorista de dicha
organización el 7 de octubre del mismo año; aunque históricamente los
palestinos ni son descendientes, ni tienen nada que ver con los amalecitas. Creo
que el hecho, habla por sí solo para comprender razonablemente bien la ofensiva
y supuesto genocidio que el Gobierno sionista de Israel está cometiendo en
Gaza.Netanyahu explicando en la ONU su proyecto
Se preguntará ahora el lector ¿Y cuál es la justificación de Israel para atacar ahora Líbano? El objetivo de Israel en Líbano es, destruir el país. Destruir a sus principales líderes populares, Destruir infraestructura y su capacidad de defensa. Convertir al Líbano en un zombi y llevarlo al mismo estado de humillación y despojo de Gaza. Y es que los sueños húmedos en el horizonte mesiánico del Estado profundo de Israel, siguen siendo la tentadora idea del "Gran Israel" del rabino Menachem Mendel Schneerson, líder del movimiento Chabad-Lubavitch, que alentaba y decía antes de fallecer un 12 de junio de 1994 en Nueva York: “ante la perspectiva del nuevo orden mundial, se actuará urgentemente para el establecimiento de nuevas conquistas, ahora que no existen línea rojas para el estado de Israel”. Y es lo que estamos viendo a través de la fuerza de los hechos. Un sueño territorial del “Gran Israel” que se refiere a la idea de que debería expandirse para incluir todos los territorios históricamente asociados con las antiguas tribus de Israel, según las descripciones bíblicas. En otras palabras, cumplir la promesa contenida en Génesis 15:18, donde Dios asegura a Abraham y sus descendientes una tierra que se extiende "desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates". Lo que incluiría áreas que hoy forman parte, además de Israel, de Jordania, Líbano, Siria, Egipto y posiblemente también de Arabia Saudita e Irak.
El sueño bíblico del Gran Israel
Y para ello, una vez arrasada, sepultada y conquistada Gaza por la fuerza de las bombas y la crueldad del ejército de Israel, cuyo máximo responsable es el Ministro de Defensa Yoav Galant, toca ahora Líbano, con la justificación de destruir al otro enemigo territorial que supone Hezbolá, una organización política y militar chií con sede en Líbano que fue fundada en 1985 con el apoyo de Irán y que está activa en la política libanesa desde entonces. No obstante, conviene aclarar que Hezbollah no existía antes de los sucesos en Sabrá y Chatila; unos hechos que ocurrieron entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, durante la Guerra Civil Libanesa. Estos dos sucesos citados, fueron dos campos de refugiados palestinos en Beirut, Líbano, donde se llevó a cabo una masacre de civiles palestinos y libaneses por milicias cristianas libanesas, principalmente la Falange Libanesa, con la colaboración y apoyo directo del Ejército de Defensa de Israel, que controlaba el área en ese momento. Se estima que entre 800 y 3.500 personas fueron asesinadas en esos ataques. La masacre fue condenada internacionalmente y se llevaron a cabo investigaciones sobre la responsabilidad de las fuerzas israelíes y sus aliados. El hecho es uno de esos eventos verdaderamente oscuros de la historia del que, por ser perpetrado por nuestros aliados, nunca más se supo…
En este contexto de actuación de Israel en el territorio de un país soberano como es Líbano, el Gobierno supuestamente genocida de Netanyahu, ha buscado como unos de sus más inmediatos objetivos el asesinato de Hassan Nasrallah. Un clérigo y político libanés que desempeñó el cargo de secretario general del partido político y cuerpo armado chií Hezbolá desde 1992 y que convirtió a dicha organización en una de las fuerzas paramilitares más poderosas de Medio Oriente, hasta su reciente asesinato en Beirut el 27 del pasado septiembre, tras un ataque aéreo israelí. Sin embargo, su muerte, no ha traído ni traerá la paz al Líbano, sino todo lo contrario, una escalada de tensiones. Ya que Hassan Nasrallah fue un líder carismático que no llegó a ser presidente del Líbano, porque la constitución del país lo impide. En ella, el Presidente tiene que ser obligatoriamente un cristiano maronita, el Primer Ministro un musulmán sunnita y el Presidente del Parlamento un musulmán chiita. Si las elecciones a Presidente de la República del Líbano hubiesen sido como en nuestros sistemas occidentales tradicionales, no cabe la menor duda de que Nasrallah habría sido Presidente del Gobierno de la República del Líbano, por una amplia mayoría y consenso entre la población. Y es que, durante el liderazgo de Hassan Nasrallah, la milicia de Hezbollah fue asumiendo responsabilidades de Estado, que el propio Estado de Líbano era incapaz de asumir; entre ellas, la seguridad de sus fronteras y la soberanía del país. Dado que, el ejército libanés, llegó a solicitar a Hezbollah que se desplegará en la frontera con Israel, después del conflicto de 2006. Y esta petición hecha realidad, dejó en papel mojado la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, efectuada por la destacada diplomática estadounidense Victoria Nuland, que fue adoptada en 2006 para poner fin a la guerra entre Israel y Hezbolá. Y entre cuyas disposiciones clave se encontraban las siguientes: El cese total de las hostilidades, la retirada de fuerzas israelíes, el despliegue de la UNIFIL, el desarme de grupos armados y el control gubernamental de todo el territorio del Líbano.Unas disposiciones que ninguna de ellas han cumplido ninguna de las partes en conflicto. Y así sigue la historia, Irán financiando a Hezbolá y los EEUU, con la complicidad del Reino Unido, Francia y el conjunto de la UE, haciendo lo propio con Israel.