El físico
alemán Werner Karl Heisenberg, formuló en 1925 “El Principio de Incertidumbre”. Una contribución fundamental al
desarrollo de la teoría cuántica. Teoría que establece la imposibilidad de que
determinados pares de magnitudes físicas observables y complementarias sean
conocidas con precisión arbitraria. Es decir, sucintamente, afirma que no se
puede determinar, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertas
duplicidades de variables físicas, como son, la posición y el momento lineal o
cantidad de movimiento, de un objeto dado. En otras palabras, cuanta mayor
certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su
cantidad de movimientos lineales y, por tanto, su masa y velocidad.
Pues bien, a
este “Principio de Incertidumbre”,
con el ascenso de Trump a la cabeza del Imperio, le ha salido un análogo
clásico; ya que define la imposibilidad de que el nuevo Presidente de USA sea,
a la vez, un político demócrata y un político populista sin escrúpulos. Ya que amenaza,
con algunas de sus primeras decisiones, destrozar el frágil equilibrio
internacional, estrangular la economía de terceros países y romper el axioma de
la Primera Enmienda de la Constitución americana desde la aprobación de la ley
de Sedición de 1798. No es, por ello, extraño que el economista y premio nobel,
Paul Krugman, en su artículo, Donald, el
incompetente, publicado en diversos medios, además de tratar a Trump de ignorante
e inepto, dibuje un sombrío panorama económico-político.
En este
contexto, siempre se ha dicho que para comprender el presente, es necesario
conocer el pasado. Y hoy en día, con la llegada de Trump al poder, creo que
este aforismo está vigente más que nunca. Sin embargo, a mí, hace ya tiempo que
me cuesta un verdadero esfuerzo de análisis y cierto trabajo semántico, saber
o, más bien, intuir qué es verdad y que es mentira de todo cuanto uno lee, ve y
escucha. Y este recelo que me acecha y me hace tambalear como un poseso,
seguramente, como a casi todos los mortales de este mundo, tal vez sea por
culpa de las primeras decisiones de Trump tomadas a base de decretos. Tanto es así, que tengo la sensación de que
estamos viviendo en un tiempo en el que no impera la incertidumbre, sino la
absoluta certeza de que más pronto que tarde, si no se pone coto a los desmanes
de este capitalismo salvaje y a este recién aterrizado 45 Presidente de
Gobierno de EE.UU., sobrevendrá el caos. Y, si éste llega; entonces, la única
duda será entrever o adivinar el grado de perversión del liberalismo y la
profundidad del autoritarismo mundial que nos aguarda.
Y en este
próximo tiempo venidero, tan incierto política y económicamente hablando,
pienso que los ciudadanos deberíamos tener alguna válvula de escape, no para
quedarnos quietos en una antesala de espera; sino para rehacernos, de alguna
manera, de todo lo que vendrá y ya está pasando en este presente proceso.
Pero…, no sé qué podríamos hacer, ni qué camino tomar; pues no vislumbro hacia
dónde diablos vamos a parar.
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