viernes, 3 de febrero de 2017

Incertidumbre





El físico alemán Werner Karl Heisenberg, formuló en 1925 “El Principio de Incertidumbre”. Una contribución fundamental al desarrollo de la teoría cuántica. Teoría que establece la imposibilidad de que determinados pares de magnitudes físicas observables y complementarias sean conocidas con precisión arbitraria. Es decir, sucintamente, afirma que no se puede determinar, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertas duplicidades de variables físicas, como son, la posición y el momento lineal o cantidad de movimiento, de un objeto dado. En otras palabras, cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimientos lineales y, por tanto, su masa y velocidad.
 
Publicado en el diario El Segre el 31.01.2017
Pues bien, a este “Principio de Incertidumbre”, con el ascenso de Trump a la cabeza del Imperio, le ha salido un análogo clásico; ya que define la imposibilidad de que el nuevo Presidente de USA sea, a la vez, un político demócrata y un político populista sin escrúpulos. Ya que amenaza, con algunas de sus primeras decisiones, destrozar el frágil equilibrio internacional, estrangular la economía de terceros países y romper el axioma de la Primera Enmienda de la Constitución americana desde la aprobación de la ley de Sedición de 1798. No es, por ello, extraño que el economista y premio nobel, Paul Krugman, en su artículo, Donald, el incompetente, publicado en diversos medios, además de tratar a Trump de ignorante e inepto, dibuje un sombrío panorama económico-político.

En este contexto, siempre se ha dicho que para comprender el presente, es necesario conocer el pasado. Y hoy en día, con la llegada de Trump al poder, creo que este aforismo está vigente más que nunca. Sin embargo, a mí, hace ya tiempo que me cuesta un verdadero esfuerzo de análisis y cierto trabajo semántico, saber o, más bien, intuir qué es verdad y que es mentira de todo cuanto uno lee, ve y escucha. Y este recelo que me acecha y me hace tambalear como un poseso, seguramente, como a casi todos los mortales de este mundo, tal vez sea por culpa de las primeras decisiones de Trump tomadas a base de decretos.  Tanto es así, que tengo la sensación de que estamos viviendo en un tiempo en el que no impera la incertidumbre, sino la absoluta certeza de que más pronto que tarde, si no se pone coto a los desmanes de este capitalismo salvaje y a este recién aterrizado 45 Presidente de Gobierno de EE.UU., sobrevendrá el caos. Y, si éste llega; entonces, la única duda será entrever o adivinar el grado de perversión del liberalismo y la profundidad del autoritarismo mundial que nos aguarda.

Y en este próximo tiempo venidero, tan incierto política y económicamente hablando, pienso que los ciudadanos deberíamos tener alguna válvula de escape, no para quedarnos quietos en una antesala de espera; sino para rehacernos, de alguna manera, de todo lo que vendrá y ya está pasando en este presente proceso. Pero…, no sé qué podríamos hacer, ni qué camino tomar; pues no vislumbro hacia dónde diablos vamos a parar.






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