sábado, 1 de junio de 2019

La belleza.



Recientemente, entre el 14 y el 25 de mayo, se ha celebrado la 72ª edición del Festival de Cine de Cannes. Un festival que ha reunido a un selecto elenco de actrices, actores, cantantes, súper modelos; es decir, it girls de todo el planeta y que, siguiendo la tradición, han desfilado por la alfombra roja. Entre los hombres, los dos actores más deseados del globo; a saber, Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, admirados por su talento y su belleza, junto a nuestro malagueño internacional Antonio Baneras, han acaparado flashes y titulares en los que la testosterona ha predominado sobre otras cuestiones cinematográficas. Por su parte, famosas como Julianne Moore, Eva Longoria, Alessandra Ambrosio, Nieves Álvarez, Izabel Goulart o Penélope Cruz, entre otras, han impactado luciendo sus mejores galas con vestidos entre los que predominaban el tul, los bordados de lentejuelas y las transparencias y adornadas con fastuosas joyas de Chopard o Boucheron y de peinados y maquillajes glamurosos. Y es que, sin duda, en la pasarela de Cannes, la protagonista indiscutible es la belleza.
 
La Mañana 01.06.2019
No obstante, si bien admiramos este tipo de belleza que nos entra por los sentidos, también existe otra. Una belleza interior, más íntima y subjetiva que percibimos desde lo más profundo de nosotros mismos. Pero es complicado glosar, describir y racionalizar esta otra belleza. Intentaré explicarme. Llamemos por ahora bello a cuanto suele considerar la estética. Incluyamos en la denominación, desde las formas clásicas hasta el último modo de trascenderlas del arte actual. Desde las formas más naturales del Quattrocento, hasta las innovaciones más audaces de la cibernética moderna. En todas las cosas estimadas bellas, tendremos que la belleza percibida incluye dos elementos, dos factores que en términos escolásticos llamó Santo Tomás “Species et lumen”, la figura y su resplandor, la imagen y la luz que difunde, la cosa y lo que desde la cosa nos admira. Es como si el ser se manifestara en totalidad al ser humano: ser y manifestación, totalidad del ser y totalidad del ser humano al que llega; he ahí el encuentro existencial al que llamamos la otra belleza.

Nuestro encuentro con la belleza, cualquiera que sea el objeto en que nos asalte su encarnación, será un encuentro compuesto, en consecuencia, por dos factores: alcanzar la belleza y ser alcanzados por ella, percibir la belleza y ser seducidos por ella, llegar a la belleza y quedar hipnotizados por ella, como diría Paul Valéry. En consecuencia, la llegada del conocimiento y amor de la belleza se corresponden mutuamente: la belleza percibida produce en nosotros un encantamiento; nadie puede ser seducido si no se la conoce, como tampoco se puede conocer la belleza sin ser seducido por ella.

Pensar y querer, conocer y amar: todo el nombre de belleza está dentro de esa actividad ¿Qué sentido puede quedarle a la Estética si ya hay unas ciencias del conocer humano y de la misma efectividad? Le queda, sobre todo uno, éste: mostrar que conocimiento y amor no deben ser dos cosas separadas en el ser humano, sino una sola, la plenitud de su vida.

Quizá, porque la crisis del ser humano moderno es una crisis de identidad, nos sentimos extraños al mundo y, así mismo, hemos perdido la sensación de estar plenamente en algo, de ser juntamente el que conoce y el que ama, el que actúa y el que es. Y la raíz de este problema es, además, también religiosa, ya que no se puede esperar que la vida ilumine nuestro objetivo y lo estabilice; pues la creación de la belleza interior y su pureza es un acto espiritual.

Nos miramos al espejo, nos miramos en nuestra mirada. Estamos vivos. Y en nuestro rostro, hay muchos rostros. En nuestro nombre muchos nombres. Y las ausencias nos quedan cerca como palabras gastadas. Son vacíos que, de por vida o al instante, nos visten por dentro. Nos enfrían la música y, algunas veces, hasta el silencio. Cuántas veces bajan las sombras a nuestros pensamientos. Y cuántas veces suben, como si fueran luces, y vuelan en claridades hasta los cielos. De unas y otras, sencillamente, estamos seguros de ver la realidad que es, que se siente. Y es que aquél que ha experimentado la belleza interior está condenado a seducirla o morir por ella, ya que la belleza supera lo expresable y solamente podemos celebrarla, no reproducirla. Tal vez, porque como nos dejó dicho Albert Einstein: “La belleza no mira, sólo es mirada”.




10 comentarios:

  1. M'ha seduït profundament l'article sobre la bellesa.
    Ens costa descobrir la bellesa interior, fins i tot la de cadascun de nosaltres.

    Petons
    Joana

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  2. Hola:

    Me resulta complicado, después de leerte, hacer un comentario para estar a la altura en la respuesta; porque, dices cosas tan reales y sensatas, a mi parecer, que solamente puedo felicitarte por el relato y su publicación.
    Verdaderamente nacemos bellos, unos más que otros. Una prueba son, como bien dices, los que desfilan por la alfombra roja. Pero…, el paso de los años nos va llenando de defectos físicos, imperfecciones, cicatrices interiores y exteriores, etc. Y, entonces, descubrimos que no somos tan bellos como nos habían dicho, ni gustamos a todo el mundo y ese día nace la belleza de verdad, la que no va con el código genético, aquella que solo ve el que sabe mirar; porque la belleza interior se manifiesta desde los ojos de los demás, que sólo unos pocos saben apreciar. Son esos compañeros de vida o entrañables amigos que, al final, harán que nuestra vida haya valido la pena.
    Yo he sabido mirar y ver esa belleza en ti. La posees, prueba de ello, es tu fantástico relato.

    Un abrazo,

    Magda

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  3. Buenos días.
    ¡Qué lejos está la sociedad actual de lo que escribes!. Mientras en la ESO y Bachillerato no les llenen la cabeza de filosofía y humanidades, no tenemos nada que hacer; de todos modos se te ha de felicitar porque, al menos, hay alguien que todavía sabe lo que un ser humano ha de ser, o, en todo caso, intentar ser.

    Ramon Morell

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  4. Pues que no sé qué decirte. ¡Cómo puedo yo añadir nada a todo lo que tú tan acertadamente dices!. Desde luego, esa belleza del cuerpo que se exhibe entre hermosas telas y joyas en el glamour de la alfombra roja y las pantallas es, sin duda, un valor; pero es fugaz, por mucho que se sometan ellos y ellas a esas consabidas operaciones de estética. Es pasajera. Es la otra belleza, la interior, esa que acompaña a la persona sin que se exhiba, esa que es conocimiento y amor, esa que puede generarse en la responsabilidad, la obra bien hecha, la generosidad, la entrega, esa que enriquece espiritualmente a la persona y a quienes la rodean, esa que es auténtica y no de pose, esa es la que valoro y envidio.
    En fin, que sigues sorprendiéndome con tus temas, con tus citas, con tus pensamientos.
    Sigue en ello. ¡Vale la pena!.

    Un abrazo.
    Pepe.

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  5. ¡Felicidades!. me encanta leer tus artículos.

    Un abrazo

    Marisa

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  6. Muy bueno e interesante el artículo. ¡Enhorabuena!

    Anna Extremera

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  7. Acabo de leer tu artículo. ¡Qué bonito!, o, mejor dicho, ¡qué bello!

    Carmen Rengel

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  8. Buenas noches.
    Muy bueno el artículo. Una de las frases que más me han gustado es cuando dices: "Cuántas veces bajan las sombras a nuestros pensamientos. Y cuántas veces suben, como si fueran luces". Me paro aquí; porque..., eso del cielo, para mi forma de pensar, lo encuentro muy metafórico.

    Albert

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  9. Hijo mío, esto ya es filosofía. He tenido que leer tu artículo más de una vez. ¡Que barbaridad! Totalmente de acuerdo. Una preciosidad. Te traslado mi admiración.
    Un abrazo.
    Jaime

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  10. Buenos días, Juan Antonio.
    Leo y releo "La Belleza" y aunque identifico el espíritu del pensamiento que se manifiesta en claros párrafos, otros, en cambio, me cuesta hilar con comprensión. Será que estoy algo espesa y las palabras se vuelven polisémicas o en desconexión. O tal vez son cosas de momentos personales complejos o -expresado con tus palabras -crisis de identidad. Reflexionaré sobre ello.
    Lo que he entendido bien es lo complicado de racionalizar la belleza interior por seres subjetivos, pero sólo por la sensibilidad de intentar conocer lo que importa de las personas, completando esa dualidad de belleza que registras, eso que no está a la vista, merece felicitaciones y agradecimiento, porque, sin duda, es para bien.
    Me pregunto, a veces, si los conceptos que expresas en alguno de tus escritos son parte de tí, vivenciales, o son divulgaciones que consideras de calado, interesantes, que trasmites por conocimiento. Pero bueno, tienes toda la libertad para considerar la pregunta como "retórica".
    Como siempre, gracias. Un abrazo.

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