sábado, 9 de noviembre de 2019

Somo Emociones, amigo: Nihil magis, nihil minus!



En sentido amplio, un escritor es la persona que, en calidad de autor, escribe cualquier obra impresa en el soporte que sea. Y en sentido estricto, el término designa a los individuos que practican la escritura a un nivel profesional; es decir, que dedican su vida a ella. Pues bien, dicho esto y ciñéndome a las definiciones del vocablo, yo no soy escritor en el sentido preciso de la palabra, aunque haya personas que gastando su tiempo y su dinero, amablemente lean mis artículos. Escribo porque me gusta escribir y al hacerlo soy consciente de que detrás de las palabras se esconden y cruzan mis emociones, según el día y/o el momento.

“La gente se resiste a la idea, pero la vida es solo química”, nos decía no hace mucho en una entrevista en El País el eminente premio Nobel de Química, Roger Kornberg. Una química que es capaz de generar pensamientos, realizar reflexiones y razonar. Esto es o dicho de otra manera, establecer relación entre ideas o conceptos distintos para obtener conclusiones o formar un juicio que sea capaz de justificar una respuesta, una opinión, un hecho, etc., mediante determinados argumentos… Y, sin embargo, muchos de los razonamientos que hacemos diariamente, y a lo largo de nuestra vida, son erróneos. ¿Cuál es la causa?, creo que es muy simple, todos esas laboriosas y concienzudas cavilaciones, todos los procesos filosóficos que enjuiciamos y consideramos, todas las ideas que estudiamos, analizamos y valoramos pasan, inevitablemente, por el tamiz de nuestras emociones.

Llegados a este punto, la inevitable pregunta es ¿de dónde salen las emociones? Creo que nadie de la comunidad científica ha encontrado todavía la repuesta. Parece ser que nuestros pensamientos y emociones son un fenómeno neurológico; es decir, que dependen de una serie de relaciones electroquímicas complejas que se producen en el cerebro. Y, según la ciencia, todos y cada uno de nuestros impulsos, sin excepción, se generan de dicha manera. Unos pensamientos y unas emociones que se forman en nuestra mente; ese lugar mágico que habita en algún lugar de nuestro cerebro, pero que nadie sabe dónde está y ni siquiera qué es. De tal forma que, cuando escribo, lo que hace mi mente es desarrollar ideas que transforma en palabras; o sea, en unas unidades léxicas constituidas por unos sonidos o conjunto de tonos, voces y acentos articulados que tienen un significado fijo y una categoría gramatical según quién la escribe y, quizá a veces o con frecuencia, otro diferente, según quién las lee e interpreta. Pues bien, en ambos casos, las citadas palabras, frases o párrafos, están, reitero, atravesadas por las emociones que genera la mente de cada uno.

Para mí, escribir, es una forma de terapia que me ayuda a escapar de esa melancolía que es inherente a “mi condición humana” y que tantas veces impregna lo que redacto, trascribo, expreso y publico. En este sentido, afronto siempre el hecho de escribir como un acto de compromiso personal que uno genera en soledad y que reúne dos alegrías: hablar solo y hablarle a los posibles lectores. No obstante, escribir, como indico al principio, no es para mí una profesión, sino una afición que surgió en mi adolescencia. Concretamente cuando estudiaba el sexto curso de Bachillerato Superior en el instituto Abyla de Ceuta, en el que comencé a redactar mis primeros artículos en la revista Hacer que se editaba mensualmente. Pocos meses después empecé a cooperar , en una sección titulada “Página 3” , en el diario El Faro de Ceuta y, desde entonces, me di cuenta que al escribir un artículo, lo que hacía era, de alguna manera, posicionarme en una determinada actitud de estar en el mundo proyectando mis pensamientos. Y para que esos pensamientos, como acto de comunicación, pudiera transmitirlos como mensaje al receptor, utilizaba, obviamente, el canal de la escritura. Lo malo venía a continuación, porque, mis palabras, según el tema del que se tratase, podían ser analizadas por rayos X y traspasar y/o violentar al receptor. Y quizás por esta razón, cuando escribo, fundamentalmente, lo hago para mí, por el puro placer de ver plasmado en un texto la sociedad o el mundo que unas veces siento y otras imagino, sin pretender que ningún lector apruebe lo que digo y se muestre de acuerdo conmigo. O, en todo caso, a lo único que aspiro es a reivindicar algunas certezas que puedan animar a vivir y ayudar a los demás a mirar la sociedad y el mundo con otro prisma. Y es que aunque no lo queramos asumir, desde el consciente y el subconsciente, estamos dominados permanentemente por nuestro mundo emocional, ese juez implacable que rige y dirige nuestros pasos durante toda la vida.

Dice Jorge Bucay, el escritor y psicoterapeuta argentino que, “No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones”. En este sentido, convendría no olvidar, como decía anteriormente, que las pequeñas y grandes emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta. Y es que en realidad, entender el cerebro y la mente, la mente y el cerebro, es, sin duda, uno de los mayores retos que tiene planteados la ciencia actual. De momento, seguimos sin conocer ni comprender cómo el cerebro genera la mente y quien diga lo contrario es un ignorante o miente. De hecho, la neurociencia, solamente ha podido demostrar la llamada Hipótesis de Alcmeón de Crotona; es decir, que el cerebro es la sede de la mente y que en algún lugar concreto de dicho órgano es dónde reside la consciencia; pero seguimos sin saber en qué consiste la naturaleza humana. Tal vez…, no falte tanto para llegar a ello. No obstante, mientras tanto, deberíamos ser conocedores y consecuentes de que ¡somos emociones!, amigo lector. Nihil magis, nihil minus; esto es, ¡Nada más, ni nada menos…!


11 comentarios:

  1. Buenos dias,
    Vaya artículo , muy reflexivo y muy íntimo; aunque me estoy dando cuenta que cada día, me da la impresión, de que lo que escribes es muchísimo mas personal. Tal vez sea, que lo entiendo o lo interpreto mal. Yo, como ya te comuniqué, he votado con las manos apretando la nariz. Con la edad me vuelvo mucho mas humanista y me deslizo hacia la izquierda y tengo la impresión que los "otros", hacen todo lo contrario. Sabes que apoyé a Pedro desde el principio, me subía por las paredes discutiendo con Paco y Marga sobre el tema, pues ellos eran más de partido; o sea, de Susana. He visto como 4 veces la entrevista que le hizo Jordi Evole a Sánchez, me emocioné cuando hablaba de las presiones que había sufrido y... ahora me disgustó profundamente el desprecio que vi en sus actuaciones desde las elecciones de abril hasta el último debate, este no es mi Pedro. Como tengo que votar en León, no puedo desperdiciar un voto otorgándoselo a Podemos; porque ahora, debido a esa irracional Ley Electoral (D’hont), puede sacar uno de los 4 diputados. Y no interesa.
    Lo que si puedo asegurarte es que será la última vez que vote con reflexión , a mi edad y a partir de ahora lo haré con mis emociones y como bien dices "me responsabilizaré de los actos de mis emociones".

    Un fuerte abrazo.
    Santiago

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  2. Muy certero Jorge Bucay. Es difícil controlar las emociones. Los catalanes somos de acción/reacción. Yo ya hace muchísimos años que convivo con gente que no piensa ni opina como yo y siempre les he dicho lo mismo. Yo respeto a cada uno pero cuando me atacan ataco. A veces es malo porque a base de ir tragando llega un punto en que a veces se habla más de la cuenta. De todos modos los años ayudan a pensarlo 2 veces o más antes de replicar. Como también es cierto que con los años ya estamos de vuelta de todo y no nos callamos nada por el que dirán.

    En fín la reflexión ya hace días que esta hecha. Cuando se es fiel a unos principios dificilmente se cambia.

    Un abrazo.

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  3. Muy bien. Yo también creo que somos mucho, en cuanto a acciones y pensamientos, resultado de las emociones; más incluso de lo que pensamos y quizás deseamos. Y a mi me parece este hecho muy importante, porque forma parte de la identidad de cada uno de nosotros. Muchas veces pienso que los conflictos nacen, precisamente, por no respetarnos en nuestras emociones.
    A mí no me preocupa tanto como a ti el saber de donde proceden o se originan, a mi lo que me importa es que por muchas años las siga teniendo y sintiendo. Hay que vivir con emociones y, como digo, ser tolerantes de las de los otros.

    Buenas tardes.

    Ramon Morell

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  4. Estimado Juan Antonio.
    Como siempre, leo todos tus escritos al igual que tus libros, aunque en honor a la verdad como tu dices "depende del día y de tus emociones" utilizas mucho tecnicismo, en el cual te escondes y es difícil saber realmente cómo eres y cómo estás emocionalmente.
    Cuándo leí tu primer libro, "bajo mi punto de vista y por lo que creo que te conozco" por supuesto. Vi una persona muy humana y sensible, narrando parte de su vida y vivencias en la cuál me transmitían nostalgia de tu pasado.
    Tú segundo libro, lo he comenzado dos o tres veces para finalmente dejarlo en un rincón. No es culpa del escritor... Soy yo que no sé encontrar el punto para engancharme a esa lectura.
    En cambio, cuando narras tus paseos por la playa y sus maravillosas puestas de sol, la brisa marina etc… me transporta a esos lugares
    Tú que eres un gran observador, ya me conoces un poco. Yo soy muy orgánica y me muevo casi siempre por mis emociones aunque muchas veces me equivoco. Pero como tu bien dices.
    deberíamos ser conocedores y consecuentes de que ¡somos emociones.

    Bueno, amigo mío, no quiero cansarte más… Tú continúa sumergiendo tu mente y pensamientos en tus escritos para gozo y placer de tus seguidores. Un abrazo fuerte para ti y María Rosa.

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  5. Átono, amorfo, tal vez dormido o dormitando aunque vaya andando. No sé apenas de emociones en esta temporada ya demasiado larga, tampoco de nítida consciencia que me permita hacer algo creativo... En cambio, tú, que te declaras "emoción", eres capaz de sacar de no sé dónde cantidad de citas de muchos autores y siempre apropiadas. ¿Es el cansancio otra emoción? Creo que no, simplemente eso, cansancio. Y acaso falta de ánimo, de ilusión y de ganas de hacer. Pero en lo de votar lo tengo claro. Ni siquiera quise seguir el DEBATE. Seguiré apostando por el PSOE aunque vea errores notables en el Jefe.

    Un abrazo
    Pepe

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  6. Hola J.A.
    Delante de la mesa electoral, se ha producido en mi, la acción-reacción siguiente:
    La acción: Depositar en las urnas, los sobres blanco y sepia, con el voto elegido, bajo mi criterio, después de haber analizado las circunstancias y sin perder los principios.
    La reacción: Pués...,ese cosquilleo interior, producto de la emoción que me ha invadido, por la responsabilidad depositada.
    ¿Y si al final es cierto, que las emociones, son producto de no se qué combinaciones orgánicas y terminaciones electricas de nuestro cerebro?; pués...., ¡¡¡que no se acaben nunca estas fusiones!!!
    Un abrazo
    Magda

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  7. Hola Juan Antonio.
    Aunque te contesto hoy, ayer leí tu artículo y te puedo decir que como siempre es de un acierto total.
    Creo que haces unas reflexiones que ayudan a clarificar ideas y no dejarse llevar por los sentimientos, cosa que en mi caso tengo que reconocer que cuantan más los sentimientos que la razón.
    He depositado mi voto y tengo la esperanza de que entre todos consigamos hacer un país donde podamos vivir en armonía y prosperidad.
    Un abrazo.
    Anna

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  8. ¡Hola!, buenos días.Como siempre efectúas un ejercicio literario científico bien argumentado y desarrollado, se nota que escribir te produce "emoción". Tu pasión en trasmitir tus ideas y tus conocimientos para que no queden en el terreno baldío de lo no nombrado ni manifestado és, imagino, una emoción placentera y se nota que en ti aflora esa pasión por la escritura y la palabra.

    Estoy de acuerdo contigo que el origen de las emociones no obedece a ningún patrón genérico ni universal y aunque pueda tener su explicación bioquímica y racional, aún estamos muy lejos de conocer sus entresijos; pero estan ahí, impregnándolo todo, sin duda, porque dirigen nuestros pasos y decisiones, muchas veces incluso contra planteamientos más acordes con un análisis sosegado y racional de la realidad, si es que algo admite raciocinio, porque cualquier hipótesis y teoria esta fundamentada también inicialmente por emociones que, con el tiempo y nuevas teorías, le hacen perder su vigencia.

    En resumen, tu escrito, lo acabo de leer ahora y poco ha influido en el voto expresado ayer, pero como queda evidente en los resultados, las emociones han jugado un papel importante, ya que han generado una composición parlamentaria de difícil asimilación, que no augura estabilidad ni paz social, y que indican las dificultades enormes que tiene gobernar la España invertebrada, ya que los consensos mínimos de país son imposibles de conseguir.

    Un saludo
    Jordi

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  9. La verdad es que es un tema de enorme hondura. ¿Qué ocurrirá cuando se descubra -si se descubre- el problema de la formación de la consciencia? Me echo a temblar, aunque creo que por razones de edad no lo llegaré a ver. Sería el fin del hombre como lo conocemos. Cambio total de paradigma.
    Muy bien, Juan Antonio.
    Un abrazo.
    Jaime

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  10. Hola Juan Antonio: Me agradaría compartir contigo la reflexión de una lectura de hace tiempo, de la cual no recuerdo ni el nombre del autor ni el título del libro. Dicho libro hacía comentarios acerca de las relaciones entre Catalunya y España entre otras muchas cosas. Era una frase que expresaba “mas lo que nos une, que a lo que nos separa” y la frase finalizaba: “.en la medida que les dejen seguir siendo catalanes”.
    Una frase que en principio no le di importancia, pero que en el transcurso de lo que está pasando la veo llena de contenido y fuerza argumental.
    Ello me ha dado por reflexionar lo siguiente: Un andaluz, un aragonés, un gallego, un vasco, cada uno con su particularidad, son, se sienten y viven como andaluces, aragoneses, gallegos, vascos y por tanto se sienten españoles en la medida que su idioma, sus costumbres, su folclore, son respetados e incluso aplaudidos. Sin embargo a un catalán se le insiste que viva y sienta como un español, cuando su lengua, su folclore, sus costumbres, sus personajes literarios, son ninguneados e ignorados. Para mí, este puede ser un choque emocional que perdura en el tiempo.
    Seguro que ello permite ampliar más el contenido, pero es una reflexión que quería poner en tu conocimiento y que matizaras con tu mejor saber.

    Juan Antas

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  11. Gracias por el artículo. Tienes una buena inteligencia y además un gran nivel de redacción y sínteis para desarrollar los temas.

    Un abrazo

    José María

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Gracias por tus comentarios.