Escribo estas líneas sin acritud. A escasas
cuarenta y ocho horas de antelación del 12 J. Una nueva cita electoral en la
que los esclavos modernos de Galicia y El País Vasco, se creerán ciudadanos por
el hecho de poder depositar su voto en una urna. Este próximo domingo, los
electores de ambas comunidades históricas, de camino al colegio electoral,
supondrán que van a decidir libremente por un partido e imaginarán votar
autónomamente por aquellos candidatos que les van a representar. Y lo pensarán como
si hubiera todavía alternativas. Quizá, sea una forma de conservar una ilusión.
Pero…, no seamos ingenuos, ¿quién se cree todavía que existe una diferencia
fundamental, referida a la elección del tipo de sociedad en la que quisiéramos
vivir, entre las propuestas de los partidos políticos de izquierda, de centro,
liberales, conservadores, nacionalistas, independentistas, de derechas o de
extrema derecha que se presentan? Es lo mismo que creer que hombres y mujeres
como los que depositan su voto, adquirirán súbitamente, al tintineo de una
sonata, la virtud de saberlo todo y de comprenderlo todo. De ser capaces de legislar
sobre todas las cosas, desde las cerillas a los barcos de guerra, del podado de
los árboles a la exterminación del coronavirus…, gracias a que sus
inteligencias crecen en razón y proporción de la inmensidad de sus tareas.
Nuestra memoria es frágil y olvidamos pronto
que la historia nos enseña que ocurre lo contrario. El poder siempre ha
desconectado del pueblo y en los parlamentos, los debates invariablemente han
resultado inútiles porque la palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de
quien la escucha. Y, quizá por eso, en las asambleas soberanas, como la actual,
la mediocridad prevalece fatalmente.
En la actual configuración política y dominado
el poder económico por “los mercados” y el capitalismo financiero, no existe
ninguna alternativa, ya que los partidos políticos dominantes, sean del color
que sean, están de acuerdo en lo esencial; es decir, en la conservación del dominio
y hegemonía de la presente sociedad mercantil. No existe partido político
susceptible de acceder el poder que ponga en entredicho el dogma del mercado y
del salvaje capitalismo y son esos partidos, con la complicidad de la mayoría
de los medios de comunicación, los que monopolizan todo en nuestra sociedad. Es
por ello, que tras el 12J, con su voto, el pueblo nombrará y otorgará el poder
a sus señorías que están más allá de las leyes; puesto que, ellas, se
encargarán de redactarlas y, después, su misión será la de hacérnoslas obedecer
a la ciudadanía.
En los hemiciclos de cada Parlamento, estos
profesionales de la política, montan un teatro dentro del teatro, con el fin de
ocultar el verdadero debate: la elección del modelo de sociedad en el cual la
ciudadanía quisiera vivir. Y así, conseguido el objetivo, la apariencia y la
futilidad dominan sobre la profundidad del enfrentamiento de las ideas
necesarias para modificar la sociedad. En consecuencia, toda esta impostura y
representación, desde mi punto de vista, no se parece en nada, ni de cerca ni
de lejos, a una democracia real.
La auténtica y soberana “democracia” se
define, en principio y ante todo, como la forma de gobierno
en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos; o sea, con y
por la participación masiva de los ciudadanos en la gestión de los asuntos del
pueblo, ciudad, comunidad autónoma y/o de la nación. Debe de ser directa y
participativa y tiene su expresión más autentica en las asambleas populares y
en el diálogo permanente sobre la organización de la vida en común. Por el
contrario, la actual forma representativa de parlamentarios que disfrutan el usufructo del poder en nombre de la
democracia, limitan la soberanía de los ciudadanos al simple derecho al voto;
esto es, a la nada, pues la elección entre un gris claro o un gris oscuro, no
es una elección verdadera. La realidad, siempre tozuda, nos muestra que los
escaños parlamentarios están ocupados, en su gran mayoría, por la clase
económicamente dominante o por sus representantes. Y da lo mismo que sean éstos
de derechas, centristas, de izquierdas, republicanos, socialistas o
cristiano-demócratas, etc...
Con este escenario, da igual quien ejerza el
poder; pues “el voto” hace al ciudadano cómplice de la tiranía que le oprime.
El pueblo, sus ciudadanos, no son esclavos porque existan los amos, sino que
existen los amos, porque los ciudadanos optan por seguir siendo los esclavos.
Nos lo dejó dicho el político estadounidense Abraham Lincoln, “Del mismo modo
que no sería un esclavo, tampoco sería un amo. Esto expresa mi idea de la
democracia.”. Quizá por eso le asesinaron…
Saludos a todos. Y…sigamos votando.
Buenas noches
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con la exposición que haces en este artículo y por ende, contigo.
Evidentemente, por todo ello y por desgracia, es prácticamente imposible llegar a no ser esclavo; aunque, obviamente, no sea dicha esclavitud como era en tiempos pasados. Eslavo o amo, como bien dices, era lo que no quería ser Lincoln. No obstante, hoy por hoy, el voto, es la única forma que tiene el pueblo para expresar su ideal de sociedad; otra cosa es, el poder real que alcanza ese voto y si va bien dirigido. En este contexto, si no es a través del voto ¿qué otro camino podemos tomar?, ¿qué revolución podemos hacer?, ¿es posible otra alternativa al voto?
Yo, actualmente, estoy un poco perdida y creo que complicada está la cosa.
Un saludo
Magda
No veo porqué no tengo que estar de acuerdo o discrepar. Ya hace tiempo que es de todos sabido que quien manda es el poder económico. Los políticos son meros títeres. En algún caso comparten ideología con el poder económico y en otros es el poder económico quien le para los pies. Así que menudo panorama.
ResponderEliminarBuenas noches y que Dios nos de fuerzas para sobrellevarlo...
Magda
Bon dia,
ResponderEliminarM'ha interessat molt la teva reflexió que he llegit de bon matí. Malauradament la comparteixo gairebé al 100%. Dic malauradament perquè és ben trist i desesperançador i perquè considero que la teva argumentació és irrefutable. Una petita discrepància, que déu i el nostre vot ens lliure de l'extrema dreta. Aquests juguen en una altra lliga que no coneix la més mínima disidència: no vull ni pensar-ho.
Mati
Buenos días. Por mi incesante dolor de cabeza no lo había leído aún. Muy bueno, de verdad, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarJuan Antonio, es cierto cuanto dices, lo admito; pero, a la vez, muy triste. ¡¡ Nos ha tocado vivir un mundo tan difícil de vivir!!
Carmen
En cuanto a tu artículo debo decirte que no discrepo en absoluto del mismo, ya que mi visión del problema es muy parecida a la tuya. Creo que mientras decidan unas elites extractivas, manejando como manejan al común de los mortales, la democracia se convierte simplemente en una máscara más, y ya tenemos que soportar muchas mascarillas. Realmente para que la representatividad fuera válida debiera basarse en una democracia inclusiva; es decir, de tipo asambleario y con una delimitación clara de los poderes públicos, con políticos no profesionales ni sometidos a la presión de los lobbies económicos. Y su actividad debería dirigirse a gestionar los problemas reales de los ciudadanos, tal como proclama Angela Merkel: "trabajar para solucionar problemas concretos que se puedan afrontar y con capacidad de actuar para resolverlos". Pero…, para conseguir cambiar toda la estructura actual se precisa de una voluntad popular muy potente y generalizada, como en los fermentos de las revoluciones, que es lo que se precisaría, y creo que, de momento, no se dan estas condiciones. Así que, mientras tanto, vamos a seguir votando aunque sea tapándonos la nariz, que ya estamos acostumbrados, y, por consiguiente, un poco más de cinismo e hipocresía no se notará.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Jordi
¡Hola! Antonio,
ResponderEliminarMe ha interesado mucho tu artículo. Aunque comparto muchas de las ideas que expones y la constatación que haces de las mismas, tengo que decirte que me parece muy duro en algunos de los temas que analizas. En este aspecto, decir que los votantes somos esclavos me parece un poco exagerado y falta de consideración para los millones de personas que han muerto luchando para conseguir la democracia.
No obstante, es obvio que las democracias de hoy no son perfectas, ni mucho menos; pero es el menos malo de los sistemas que existen. Está claro que lo ideal sería, como bien dices, dar el poder al pueblo; pero…, no olvidemos que todas las tentativas realizadas en el pasado han fracasado. Tanto las phalanstères de Fourier, como la commune de Paris o los soviets de la URSS, ninguna de esas experiencias han resultado positivas
Creo que un sistema nuevo está por inventar y, de momento, lo único que tenemos es esta imperfecta democracia. Pienso que para recuperar poder, como pueblo, habría que tener la posibilidad de poder exigir a los políticos resultados, que cumplieran las promesas electorales y que, en caso de incumplimiento, tuviésemos la posibilidad de despedirles.
Hoy en día, nada ni nadie impide a cualquier ciudadano presentarse a unas elecciones, aunque reconozco que es cada día más difícil entrar en un mundo político muy cerrado. En todo caso, quiero creer que todavía este sistema que tenemos es válido; sobre todo, porque no hay alternativa a no ser que caigamos en un populismo de derechas o de izquierdas, ambos muy peligrosos
Me gustaría tener esta conversación bis a bis, porque es muy difícil por vía telemática
Un abrazo
Dominique
Como siempre tu artículo estupendo. No pierdes el tiempo.
ResponderEliminarMe alegra saber que tienes ocupaciones muy bonitas como las plantas
Y sigo en Castellon. Hago lo que puedo esperando irme a Cullera unos dias.
Otros años me iba a un balneario, pero éste es peligroao. Haré lo que pueda.
Feliz verano.
Un abrazo
Maribel
¡Hola! Juan Antonio,
ResponderEliminarVeo que tu inspiración no disminuye, sino al contrario se instala, mejora y aumenta día a día; de todos es sabido que "el vino con los años se mejora".
Me alegro mucho que estéis bien y que a pesar de los rebrotes por esa zona, estéis en perfecto estado. Nosotros a pesar del hecho de ser "personas de gran riesgo", no nos podemos quejar y vamos bien.
Sobre el artículo te diré que, a pesar de tu intuición de que quizás discrepara de su contenido, no es el caso. Coincido contigo en mucho.
Desgraciadamente he vivido en mis propias carnes las experiencias, como militante activo y pasivo, como representante de los españoles en el CRE y en el CGCEE, del poco peso (nulo diría yo) de nuestro voto, el cual, para colmo de los colmos, tenemos que rogar cada vez que se nos da el derecho a participar.
Como prueba de lo que digo, veremos la participación de los emigrantes vascos y gallegos en el día de hoy. ¡En fin una pena y cuanta energía perdida!
Espero que la madre de Rosa esté, así como vosotros, estupendamente.
Un fuerte abrazo para ti y Rosa de nuestra parte.
Francisco Ruiz Vázquez
1004 Lausanne (Suiza)
Me alegro mucho que no te haya pillado la "nueva normalidad" en Lérida. Vaya papeleta.
ResponderEliminarTu artículo es, formalmente, irreprochable. Ya no es tanto su contenido. Desde un punto de vista utópico, en plan Walden 2, bien. Pero para llevarlo a cabo...
Un abrazo y que sigas cuidando de ambos tipos de pájaros.
Jaime
Buenos días juan Antonio.
ResponderEliminarQué bien reflejas en tu artículo la situación política y social del momento, estoy totalmente de acuerdo con tu reflexión.
Me entristece mucho ver cómo la política y el poder económico van de la mano y esclavizan sin contemplaciones a la sociedad.
Pero con todo seguiré votando.
Gracias por compartir tus buenos trabajos.
Un abrazo.
¡Hola!
ResponderEliminarSería largo comentar los diferentes aspectos de tu artículo y aunque discrepo en algunas cosas, tampoco son tantas.
Es verdad que la democracia no es un sistema perfecto y es difícil que funcione sin una implicación de la ciudadanía en la vida política a través de sindicatos, asociaciones, partidos y otras agrupaciones que trabajan en la defensa de los derechos humanos.
De los posibles sistemas de gobierno, es el menos malo.
Disculpa que no te dedique más tiempo, pero no es fácil conseguir una pausa de mi tiempo de "canguraje" de los nietos. Con 4 y 2 años no te dejan mucho tiempo libre!
Disfruta del verano y de todo aquello que te haga sentirte bien.
Un abrazo,
Elena
Juan Antonio,siguiendo el razonamiento de lo que escribes supongo que hace años has dejado de votar. Entiendo tu razonamiento y lo comparto en cierto grado. A medida que se han ido creando unas superestructuras económicamente más poderosas que muchos estados han ido imponiendo sus normas y leyes. Pero resulta que hasta ellas, que podrían actuar con un ordeno y mando, han de mantener la apariencia de que el de abajo participa de alguna manera en su propia gobernanza. Es este puntito que nos permiten decidir dónde ponerlo es lo que, desde mi punto de vista, hace que no sea igual qué partido está en el gobierno.Por eso sigo votando y no me da lo mismo votar a unos u otros.
ResponderEliminarBesos
Merche
Buenísimo,Juan Antonio.
ResponderEliminarJuan Antonio, tu escéptico artículo me parece buenísimo. Me ha encantado.
ResponderEliminarRosa