sábado, 17 de junio de 2023

Respetar la dignidad humana, un atributo que va desapareciendo.

“Eres un inútil que no sirves para nada”. “Mi pareja me ha tratado de una forma que me ha herido”. “Temo expresar mi opinión en el trabajo por las posibles consecuencias de mi jefe”. Estos son algunos ejemplos que tal vez hemos sufrido y nos provocan emociones que se quedan atrapadas en algún lugar del cerebro y nos hacen sentir mal. A veces son situaciones incómodas, como el trato de soberbia y/o irrespetuoso que hemos recibido. Otras veces son conflictos de mayor magnitud y duración en el ámbito laboral, social o familiar. Pero en todos ellos hay algo en común: sentimos que la otra persona ha cruzado un límite y ha atentado contra nuestra dignidad. Solo si somos conscientes de ello, podremos sanar la herida y, si es posible, construir una relación más sana. Esta es la idea principal que, Donna Hicks, profesora de la Universidad de Harvard, desarrolla en su libro La Dignidad. La autora, nos describe como desde el centro en el que trabaja, ha participado activamente en la resolución de conflictos internacionales de países como Sri Lanka, Colombia, Irlanda del Norte, Siria o Libia, entre otros. Es una mujer muy inspiradora. Gracias a su experiencia y a sus diálogos con los actores de conflictos armados, comprendió que no se puede llegar a ningún acuerdo duradero si no se repara el daño hecho a la dignidad del otro. Este criterio fue y es la clave para entender los problemas que surgen en cualquier interacción cotidiana, ya sea con nuestros amigos, familia, en el trabajo o caminando por la calle y tropezar ante un desconocido. Y es que todos, como si viniese impreso en nuestra carga genética, tenemos un anhelo profundo de ser tratados con respetuosa dignidad, solo así nos sentimos bien, bajamos nuestras defensas y damos lo mejor de nosotros mismos. Por ello, aquellas personas que tienen jefes que no les escuchan, que les tratan casi siempre con cierto grado de superioridad y/o desprecio, probablemente no se atreverán a exponer sus ideas y, en consecuencia, será difícil que puedan desplegar todo su talento. De la misma forma, los que tienen que protegerse constantemente de bromas pesadas con amigos o creen que les rechazan por cómo son, tampoco serán capaces de fluir en dichas relaciones. Ya que cuando la dignidad se daña, se despiertan emociones que influyen en nuestros comportamientos, como son el miedo, el enfado, la injusticia… Además, los neurocientíficos han demostrado que la sensación de exclusión activa en nuestro cerebro las mismas reacciones que el dolor físico. Por esta razón, precisamos ejercitarnos en el tarea de la dignidad a tres niveles: conexión con uno mismo, con los demás y con un objetivo. No obstante habrá que estar atento, debido a que, en ocasiones, la dificultad no está externamente, sino que se encuentra dentro de uno mismo. Pues no siempre nos tratamos cabal y convenientemente bien y en consecuencia, desde ese lugar de nuestro yo, es difícil que otros nos traten de una manera adecuada.

La Mañana 17.06.2023

El cuidado de la dignidad, además, se ha de cultivar. No se enseña como materia disciplinar del currículo en los colegios, ni en la universidad, ni en las escuelas de negocio, ni en las empresas, cuando sería un gran remedio ante muchos de los conflictos a los que nos enfrentaremos en la vida actual. Una forma de practicarlo es, según la investigación de la citada profesora Donna Hicks, revisando los elementos esenciales que definen la dignidad y tener alguna conversación sobre la misma en nuestras relaciones personales y sociales más importantes. En este contexto, es imprescindible que cuando nos sintamos ofendidos por algo, lo hablemos con la otra persona, ya sea por haber recibido un comentario inapropiado de un jefe, de un amigo o  de la pareja; pues en la mayoría de los casos, dichas críticas, razonamientos y/o manifestaciones son el resultado de comportamientos inconscientes. Y, por lo tanto, requiere conversarlo con calma, explicando cómo nos hemos sentido y buscando soluciones. Y, en el hipotético caso de que no poseamos la ocasión de exteriorizarlo con la otra persona, precisaremos tener a la sazón un amigo de confianza, con el que podamos revelarnos vulnerables y contarle lo ocurrido; pues, solamente cuando convertimos un daño en palabras, empezamos a superarlo.

Y todo ello sin dejar de lado lo más importante: nuestra dignidad. Dado que ésta no depende de lo que los otros hagan, sino que es un atributo inherente a cada uno de nosotros. En relación con esto, hay que tener presente que la dignidad es distinta al respeto; puesto que, mientras aquella es un derecho con el que se nace, el respeto se ha de conquistar y no todos las conductas logran y consiguen ser respetadas. En este sentido, no vendría mal que se lo aprendiesen los políticos y las élites económicas dominantes y comprendieran que la clase trabajadora tiene más necesidad de respeto que de pan. Pero, al parecer, en nuestra actual sociedad mundial, la dignidad de la vida humana y el respeto hacia las personas no estaban imaginados, contemplados ni previstos en los planes de globalización, pues en ellos ha desaparecido el respeto a la dignidad. Y así nos va…

 

25 comentarios:

  1. Magnífico. Muy interesante y, creo, bien construido.

    Pepe

    ResponderEliminar
  2. Muy bien. Gracias por enviármelo.

    Mª Paz

    ResponderEliminar
  3. Te aplaudo. Dices toda la verdad.

    Antonio Puig

    ResponderEliminar
  4. ¡Buena reflexión!, como es habitual en ti,

    Buenas noches.

    Joan

    ResponderEliminar
  5. Buen día Juan Antonio, leí tu último artículo, ¡¡¡excelente!!!! Una aportación interesante.

    Elba

    ResponderEliminar
  6. Efectivamente: así nos va. Con lo fácil que sería aplicar el primer mandamiento: amarás al prójimo como a ti mismo. Pero claro, sí al prójimo le hemos quitado la dignidad de persona y lo hemos convertido en objeto, pues… ¡ Así nos va!

    Antonio Rojas

    ResponderEliminar
  7. Gracias, una vez más por compartir tus pensamientos y opiniones. Son enriquecedores.

    Elena

    ResponderEliminar
  8. Buenos días tío, acabo de leer hoy el artículo. La verdad es que es magnífico, qué bonito reflejo de lo que es la dignidad de la persona. Me ha encantado tío y todo lo que dices tienes muchísima razón y coherencia, como siempre..:
    Que pases muy bien el día de hoy.

    Nacho

    ResponderEliminar
  9. Gràcies pel teu article, Juan Antonio.
    Tantes coses que els programes escolars pretenen ensenyar, i encara no hi figura la dignitat. Tinc la sensació que al final de les teves reflexions, deixes uns porta oberta per aprofundir amb la dignitat des del món de la política.
    Com acostuma a passar- me, li hauré de fer una segona llegida
    Bona nit

    Mati

    ResponderEliminar
  10. Bon dia,
    M'ha agradat molt. M'ha fet recordar quan trebàllavem amb conflictes, la importància de dignificar a l'altre per tal de començar un procés de mediació.
    Interessant la diferència entre respecte i dignitat. Molt didàctic!!
    Una abraçada.
    Joana

    ResponderEliminar
  11. Muy bien, felicidades. En una sociedad tan vertical, tan jerarquizada como la nuestra, es fácil faltar a la dignidad, el sentirse superior, y eso ocurre también en el ámbito de la pareja, conduce, precisamente, a no respetar la dignidad de los otros. El superior se cree con derecho a todo y, para más inri, puede darse el caso que el superior, imbuido de ese sentirse por arriba, no llega a ser consciente de esa falta a la dignidad del inferior. Sigue en esta línea de muy buenas reflexiones.

    Un abrazo.

    Ramón

    ResponderEliminar
  12. He disfrutado leyendo "respetar la dignidad....". Qué acertado al escribir: la dignidad es un derecho adquirido al nacer. También comparto que cuando explicas que al que ha sido ofendido poder verbalizarlo con personas de confianza quedas algo más tranquilo.

    Encarna

    ResponderEliminar
  13. Hola J.A.
    Si como bien dices en el último punto de tu excelente artículo, la sociedad actual mundial, no tiene en cuenta la dignidad humana, ni tiene respeto por las personas, imagínate ahora con la IA.
    Seremos manejados a capricho.
    No quiero ni pensarlo, más, cuando la educación está tan infravalorada.
    Gracias por compartir.
    Un abrazo.
    Magda.D.

    ResponderEliminar
  14. Sobre la dignidad, para mí la escena más dura que he visto fue en la película Los Santos Inocentes, cuando Paco, hacía de perro del señorito Iván en la cacería. Paco había perdido su dignidad y si hubiera votado, votaría lo que le dijera el señorito.

    Manel

    ResponderEliminar
  15. Está bien y se lee con atención. No te pongo una pega, pero sí te hago una pregunta. ¿No separas en demasía la dignidad y el respeto? En atención a lo que es un ser humano, ¿no se le debe faltar al respeto por el hecho de lo que es? Tal vez lo que quieras señalar es que la dignidad va de la persona a los demás, y el respeto va de los demás a la persona.
    La verdad es que no te ocupas de un solo tema baladí.
    Un abrazo.
    Jaime

    ResponderEliminar
  16. Me ha gustado el artículo sobre la dignidad , se lo he remitido a VOX y al PP de Madrid, aunque dudo que lo entiendan. De momento no he tenido respuesta.

    Santiago Fernández

    ResponderEliminar
  17. Muy bueno. Me ha gustado mucho.

    José Antonio

    ResponderEliminar
  18. Cada día escribes mejor. ¡Qué bueno eres!
    Un abrazo.

    Rafael

    ResponderEliminar
  19. Tu artículo, ¡magnífico!. Qué bien explicas eso e la dignidad y la diferencia que hay con el respeto. Podrían aprenderlo los políticos.

    Abrazos para ambos.
    Maite

    ResponderEliminar
  20. Hola Juan Antonio,
    Me enfrento con un tema pendiente, como es el hacer un comentario a tu último escrito publicado, quizás por una cierta pereza mental, que me produce disertar a tus retos ensayísticos.
    Si hablar de la dignidad humana es complejo, más lo es sin duda reconocer cuando se produce una falta de respeto y se agrede a la dignidad, cuando esta consiste precisamente en el propio respeto por uno mismo y que es el que espera que demás le tengan. Así cuando a veces se percibe por palabras y por acciones poca consideración hacia uno mismo, es una agresión a la dignidad, por lo que deviene en una cuestión de ofensa personal al despreciar los valores e intereses íntimamente asumidos, siendo por ello caldo de conflictos, frustraciones y malestar latente, cuando no hay fuerza física, económica o psicológica para poder defensar la propia dignidad ante el agresor, como sucede en muchas relaciones de poder social, laboral e incluso familiar.
    Sin embargo no cabe duda que el respeto debe ganarse, y ciertas actitudes no ayudan a conseguir esto, como puede ser por ejemplo, la mendicidad invasiva o la marginalidad que practican ocupas y otros colectivos, que en uso de su libertad, no aceptan las normas de la colectividad en la que están inmersos, y se alejan de unos cánones socialmente aceptados. Es difícil mantener y respetar la dignidad, en estos casos ya que a veces se tiene la percepción, subjetiva sin duda, de que ellos mismos han renunciado a su dignidad, porque la misma no deja de ser un atributo social con relación al prójimo, a pesar de que es un derecho fundamental del ser humano, y que figura en la Carta de los Derechos Humanos, así parece que sus límites no son inequívocos, o al menos no se valoran en demasía.
    En fin sigue usando tus armas, (tus tesis , palabras y escritos), que realmente te dignifican.
    Un cordial saludo,
    Jordi

    ResponderEliminar
  21. Hola Juan Antonio,
    Debo suscribir la última frase de tu artículo, nuestra actual sociedad mundial hoy, ha optado por ignorar cuestiones trascendentales en las que se juega la continuidad de una vida civilizada. Y así nos va…

    Un abrazo,
    Miguel Ángel

    ResponderEliminar
  22. Claro y sencillo !!! Pero difícil en múltiples ocasiones .No es sencillo conversar con aquellos que te están ofendiendo.

    Carmen

    ResponderEliminar
  23. Bon dia,
    He llegit l'article 3 vegades. He entès que el temps subjectiu és personal i intransferible.
    Un altra cosa que he entès és que s'associa al temps real del viatge, de forma imprevista i pot sorprendre amb uns records molt precisos que, de vegades, un no espera i , per això, pot sorprendre.
    I que cal estar personalment atent i agraït al pas d'aquest temps inexorable.
    No he entès lo del segon??
    Abraçades i petons
    Joana

    ResponderEliminar

Gracias por tus comentarios.