viernes, 28 de julio de 2023

Porque en verano fuimos, somos.

 

El verano es equivalente a vacaciones para la mayoría de la gente. Unos lo aprovechan para volver al pueblo en el que nacieron y reencontrarse con familiares y amigos, otros para desplazarse hasta la playa o ir a la montaña. Para mí, tal vez debido a algún maléfico algoritmo surgido en mi cerebro por las altas temperaturas de estos días, es sinónimo de nostalgias en las que el ocio ocupa mi tiempo, se adueña del espacio en el que vivo en esta época del año y la quietud es el puro disfrute de unas presencias que surgen de mi memoria una y cien veces de manera espontánea. Y es que asocio con frecuencia el verano a mi lejana adolescencia en aquel territorio al sur del Atlas, nadando con mis amigos en las frías aguas del azul océano, jugando cerca de la orilla en la kilométrica y casi desértica playa, explorando las dunas generadas por el viento del desierto que hasta allí llegaba o tumbado en la arena arriesgando la piel sin crema protectora al implacable sol, pues en ese entonces no producía cáncer o al menos, así se pensaba y lo creíamos todos.

 

Aterrizaba en la playa nada más finalizar el curso y en esa atmósfera festiva, divertirme con mis amigos era mi primario objetivo. Durante esos meses de verano, las mañanas de cada día eran una aventura, una sorpresa, un regalo lleno de mágicos y felices momentos en los que aprendí a vivir el presente, a valorar lo sencillo y a compartir lo bueno junto a mis inseparables y leales compañeros. Allí, en aquellas doradas arenas, entre risas y bromas, haciendo carreras, saltando desde lo alto de las colinas, buscando fósiles en las escarpadas estribaciones acantiladas o conchas marinas en la orilla, nos hicimos más fuertes, más libres, más nosotros y nos enamoramos del verano, del mar y de la vida soñando juntos.

 

La Mañana 28.07.2023

Evoco un tiempo que vibra con las voces del pasado, que tiñe de luz las siluetas del presente y se funde con los recuerdos para evitar perderse en la niebla del olvido. Una época, un espacio y un lugar que afloran a mi mente desde algún ignoto rincón de mi cerebro. Una etapa y un proceso que arrastra consigo latidos, miradas, sueños, sentimientos. Y en el que los tiempos se vuelven puentes de esos que se cruzan y te transportan y cuando despiertas traen al presente las reminiscencias, recomponen y organizan las huellas de un lejano verano acaecido y olvida que olvidaste. Y es que el tiempo no aguarda, no añora; seduce, oculta, apena; pues el tiempo no piensa, solo sigue su camino.

 

Era también en esa época del año en la que acometía en mi casa, en las interminables tardes de verano, las lecturas que me trasladaban a mundos supuestamente mejores por medio de la divagación y del ensueño y en el que la imaginación suponía una forma de conocimiento. A veces, aparcaba el libro y me quedaba absorto observando la danza silenciosa de las motas de polvo convertidas en puntos de luz de un rayo de sol que atravesaba la penumbra en una siesta. En otras ocasiones, bien solo o junto con mi hermano, salía de casa ya al atardecer y caminando o en bici nos perdíamos por el paisaje cambiante del Lucus recorriendo sus extensos meandros que nutrían la frondosa y rica vega y donde se mezclaban las aguas dulces del Rif con las salobres del Atlántico. En aquellos recorridos, si había pleamar, no era infrecuente ver pescar sargos y lubinas y al caer la noche, hasta anguilas que regresaban a casa guardando todos los secretos que sobre ellas, sabemos que no sabemos.

 

Algunas noches, en compañía de mis padres y hermano, después de cenar, subíamos a la azotea de la casa y mientras ellos, sentados en unas confortables butacas de bambú y enea, charlaban tomando café, yo, tumbado en una hamaca soñaba despierto contemplando las estrellas. Allí, en aquel compacto silencio nocturno, me sentía libre, feliz, vivo y observando la luna y la luz fosforescente que procedía de algunos planetas y las lejanas galaxias me di cuenta por primera vez, de lo pequeño e insignificante que era y de la inmensidad del universo.

 

Así eran mis veranos de juventud, llenos de contrastes y emociones, de experiencias y aprendizajes, de amigos y libros, de océano y río. Unos veranos que se quedaron grabados en mi memoria con la fuerza de un tatuaje indeleble, que me acompañan especialmente en esta estación del año y que me hacen sonreír y llenan de ternura cuando los evoco. Unos veranos que me enseñaron a disfrutar de la naturaleza, de la cultura y de la vida. Unos veranos que, aunque ya no volverán, siguen siendo parte de mí, mientras recuerde hasta dónde puedo recordar

33 comentarios:

  1. Ya me he leído el artículo, muy bien, cuando reflexionas sobre tu pasado, sobre tus recuerdos y vivencias, es cuando te luces de verdad. También recuerdo que cada verano haces un artículo sobre las vacaciones y sobre tus veranos, sin embargo, este año quizás sea el artículo más nostálgico, en otras ocasiones ya habías hablado de tu infancia en las playas del mediterráneo africano, pero este año es todo el texto un recuerdo.

    Ramón

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  2. Hola Juan Antonio:
    Lo leí antes de recibir tu correo. Me gusto, a pesar de que ese idílico veraneo tuyo , de tu infancia, yo no lo tuve, me pareció bien . Siempre es positivo recordar, de nuestra infancia, aquello que nos ha marcado, que al fin y a la postre, es lo que ha ayudado a formar nuestro carácter, nuestra forma de actuar y de vivir la vida. Felicidades.

    Un abrazo,

    Rafa Santiago.

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  3. Juan Antonio: Orgulloso has de estar, por el privilegio de llevar ese tatuaje cerebral, cosa de la que no todo el mundo puede presumir ni gozar.
    Y qué me dices de la maravilla de poder soñar despierto, tumbado en una hamaca, contemplado la luna y las estrellas y con toda una vida por delante para poder conseguir algunos de esos sueños....Una historia tierna y emocionante.
    Que vivas muchos años, para que, cada verano, puedas revivir cuanto grabado está en tu tatuaje.

    Un abrazo,

    Magda D.

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  4. ¡Qué bonito! y qué tierno.

    Enhorabuena
    Clarisa

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  5. Ciertamente te acucia la nostalgia en verano. El año pasado o en alguna otra ocasión creo recordar un escrito de estas características que también me gustó.

    Magda Sellarés

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  6. Muy entrañable, y qué hacías tu en Marruecos tan jovencito.

    Santiago Méntrida

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  7. Buenos díasssss. ¡Muy chulo? el relato de recuerdos de tu infancia..Qué melancolía tío, te haces mayor.

    Nacho

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  8. ¡Hola!, buenas tardes, gran artículo, me ha gustado mucho. Quédate con lo disfrutado, y a seguir disfrutando de los buenos momentos, esos que nos hacen felices, bien escribiendo, leyendo, paseando....
    Un fuerte abrazo

    Mª Eugenia

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  9. Muy entrañable tu escrito. Todas las vivencias de la infancia y juventud no se olvidan, se llevan muy dentro.
    Felicidades.

    Rosa Font

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  10. Son preciosos tus recuerdos. Son ricos de mil experiencias vividas en la mejor época de nuestras vidas, la adolescencia y primera juventud, por eso te quedaron grabadas como dices, como un tatuaje y es todo ternura tal y como los describes, pues se percibe la belleza de los paisajes.
    Disfruto de tus maravillosos recuerdos cada vez que los evocas.

    Pili

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  11. Muy bonito artículo. ¡Enhorabuena!

    Pepa

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  12. ¡Bravo! Estos artículos de tu niñez, adolescencia,... me encantan. Tanto tú como yo hemos disfrutado de esa época y somos muy afortunados de tener tan agradables recuerdos. Buenas tardes

    Encarna

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  13. ¡Cuántas añoranzas!, aquella juventud malaya donde andará que diría el cantor. Muy bien.
    Me he equivocado, pensaba que tú próximo artículo sería sobre los resultados electorales que también tienen tema para meditar.
    Bona nit.
    Manel

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  14. Una preciosidad. He disfrutado mucho leyéndolo. Muchas gracias.
    Un abrazo.
    Jaime

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  15. Bona tarda,
    M'ha agradat molt el teu article. L'he trobat poètic i ple de matisos.
    Penso que els contextos viscuts determinen i són determinants. I aquest context, tal com el descrius, segur que t'ha omplert de llum i colors, molts estius viscuts.
    L'he gaudit molt aquest article.
    Gairebé, jo també hi era!!
    Abraçades i petons
    Joana

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  16. Si, me ha gustado mucho.... "para nuestro parecer
    cualquier tiempo pasado....."

    Lluisa.

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  17. Uauu Juan Antonio! Que xulo saber transcriure aquest plec de vivències del teu passat q no tornarà però q és tan teu, tan intransferible... i tan nostalgic...senzillament, és un feliç temps d'estiu d'adolescent q t'ha fet com ets !! En el meu interior tbé busco flaixos q de vegades responen a determinats moments i records, uns més feliços q altres. El teu article m'ha portat a pensar-hi i m'agradat, malgrat sempre acabo argumentant- me a mi mateixa q el context i les circumstàncies determinen en cadascú en més o menys fortuna. Gràcies per incitar a a remenar temps d'enyorança.

    Consol

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  18. Bonitos recuerdos juveniles que guardas en tu corazón.

    Pilar

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  19. Buenas tardes, el artículo es muy nostálgico y muy agradable de leer.

    Mª Jesús

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  20. Sí, evocas tus vivencias allá por el Lucus, con rigor y expresividad.

    Pepe

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  21. Hola!
    Al releer tú artículo, me he preguntado si la nostalgia nos hace recordar los hechos de nuestra juventud tal como sucedieron o bien los embellecemos.
    Un abrazo para ti y otro para Rosa.
    Disfrutad del verano.
    Pilar.

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  22. Buenas noches de nuevo, acabo de leer tú último artículo sobre las vacaciones, no es la primera vez que escribes sobre ello; especialmente tus vacaciones en Marruecos, intuyo que son esenciales para ti, estábais juntos toda la familia. Una vez más, juntas las palabras de manera maravillosa y , a través de su lectura, también nos trasladas a nosotros a nuestros respectivos recuerdos de vacaciones de infancia, aunque no todos los lectores sepamos plasmarlos en un papel de manera tan poética. Felices sueños.

    Santiago Fernández

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  23. Muy bien, Juan Antonio, me ha gustado mucho leer tus experiencias de "lo vivo lejano" como dijo el poeta. Alguien también recordaba la copla del añejo cantor que al tiempo que se jactaba de no "mirar p'atrás" lloraba con profundo lamento: "Cosas de la juventud ¡Malhaya, dónde andarás!"...
    Un abrazo,
    Miguel Ángel

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  24. Buenos días Juan Antonio, acabo de leer tu artículo y he de decir que me ha emocionado al contemplar la simpleza y a la vez complejidad con la cual relacionas el tiempo con los recuerdos. El recuerdo con el olvido, el pasado con las emociones presentes… Me ha provocado una sensación entre lo amargo y lo dulce, entre lo bueno y lo malo, entre los momentos felices y aquellos de más tristeza; he de decir que mientras leía tus palabras que formaban oraciones me teletransportaba a mi infancia más añorada. Aún recuerdo mi juventud y sus momentos más memorables. Aquellos veranos en la playa de las Canteras con mis amigos, aquellos momentos que han quedado grabados en mi mente, tal y como tú dices en el artículo, al igual que un tatuaje indeleble.

    Gracias por compartirlo conmigo. Un fuerte abrazo, cuídate.

    Sarito Gaspar

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  25. Muy bien, pero nostálgico y melancólico como siempre. No hay que pensar tanto en el pasado que a veces duele y hace mal . No te lo recomiendo.

    Mirta

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  26. Hola Juan Antonio, Ya has establecido una tradición con tus artículos de verano, donde entre anécdotas y recuerdos, que destilan la añoranza de las primeras etapas de tu vida, construyes una prosa brillante, al mezclar las ensoñaciones de la juventud con la lucidez de la madurez, lo que da fe de tu gran bagaje en vivencias y conocimientos que sin duda han ayudado a conformar tu sabiduría vital. Felicidades y disfrutar de este tiempo estival lento y ocioso.

    Un cordial saludo
    Jordi

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  27. Muy buen artículo, pienso que todo el mundo debería leerlo. Nos trasladaría a nuestra infancia y/o a otra época de nuestra vida "vivida". Yo solo he hecho vacaciones de adulto y que yo recuerde, seis veces. Ahora unas vacaciones se cogen con gusto. Y desde luego la paz mental, sobre todo los últimos días...
    Desde luego, las altas temperaturas afectan "creo que a la mayoría de la gente en nuestra salud", tal y como lo describes en este tu artículo.
    Cómo comentas en tu escrito, quien se preocupaba, de la crema protectora, ni de factor 10, 30, 60. Dónde vamos a llegar, si es que nuestro astro brillante no nos mata antes.
    Yo también de pequeño y sólo en vacaciones de verano podía de noche ver las estrellas; pues en el pueblo donde yo vivía apenas había contaminación lumínica, escuchaba los grillos cantar, tú amigo mío seguro que las veías mejor que yo, ya que pienso que habitabas en un lugar fascinante y mágico. Muchas veces he soñado con esos lugares.
    Recuerdo a nuestro profesor de astronomía "el sol nos da la vida, pero no nos equivoquemos, también nos la puede quitar".

    Alberto

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  28. Muy emotivo y sensible. También recuerdo las playas vírgenes que paseaba en moto con mi hermano.Tenia que atravesar la arena empujando la moto hasta que llegaba a la arena mojada y allí nos subíamos, recorríamos kilómetros en soledad .Me hizo un rastrillo de púas y cogíamos cantidad de almejas, coquinas, concha fina, y en la mar chica , navajas..
    Bueno me has hecho recordar mi infancia , mi juventud fue otra cosa
    Buenas noches.
    Un abrazo
    Carmen

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  29. Que bonic. Quants records que acumulem!!!! Tenim sort!!! J.A

    Anna Sabaté

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Gracias por tus comentarios.