miércoles, 6 de enero de 2016

El recuerdo y la palabra




Escribo con impaciencia, casi sin querer hacerlo y sin entender por qué, escéptico. No me agradan las navidades, pues me alteran los sentimientos. Tal vez, porque cuando uno comienza el último trecho, te obligan a hacer cuentas, y suelen cobrarse su saldo de arrepentimientos. Confieso.
Son unos días en los que el lenguaje me pide exprimir sólo una frase, el sonido del silencio. Hacer sobre mis labios un gesto con el dedo: más silencio.

Todo comenzó aquel día, hoy revelo, en que descubrí cómo en el fugaz y breve trecho de un instante el sueño eterno se apodera de la vida. En un momento, en un minuto, ratifico. Sentí el temor de la muerte.
Habían comenzado las vacaciones en los días veintitantos. Pasó la Nochevieja cerrando y abriendo años. Y llegaron los Reyes Magos cargados de regalos, inútiles la mayoría, algunos más deseados…
Rememoro. Y al volver la vista atrás, aprecio, que no son momentos felices la huella que me dejaron, y que a mí me memoria me traen, recuerdos de otros años.


Hoy, me parece insustancial poner unas palabras a algo para lo que no tengo nada alegre que decir..., sólo la tristeza de unos hechos que aún puedo revivir.
Vi la muerte muy de cerca, con tan sólo diez años. Y tengo grabada en la retina de mis ojos aquellas miradas de miedo y de socorro de unos hombres que ardían frente a mi casa en Marruecos. ¿Cómo puedo trasformar aquellos hechos en palabras? A tan temprana edad, se me cayó del alma la inocencia de aquel mundo del que no sabía nada, ni entendía, y tampoco interpretaba. Aún no usaba suficientemente bien la herramienta del lenguaje inteligente que ayuda a comprender la gran miseria humana. Me faltó, en aquel tiempo, encontrar una gran palabra que años más tarde descubrí; silencio era la palabra.
Aquellos hechos siguen vivos en mi mente. No se han hecho sombra del recuerdo, ni se han borrado, porque nunca han traspasado la frontera de aquel tiempo. ¿Y la luz? Aquella luz de la mañana siguiente sigue ahí, alumbrando mi pasado como si fuera la nada del presente.

Naturaleza. Es lo que somos. Mis recuerdos, sus miradas, mis palabras infantiles. Las pienso, las siento y las vivo mientras las hojas del calendario van pasando y la vida sigue cayendo…

Buen comienzo de año, sin palabras. En silencio...



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios.