Son tristes.
Indudablemente. Los todavía recientes atentados de Bruselas del pasado día 22
de marzo de 2016. Viví en Bélgica entre 1979 y 1985; concretamente en dos
ciudades: Hasselt, capital de la provincia de Limburgo y en Amberes, capital de
la provincia del mismo nombre. Enseñaba Lengua y Cultura españolas a los hijos
de los emigrantes españoles. Y me da pena lo ocurrido, pues los recuerdos de
ese país y de sus gentes que guardo en el arcón de mi memoria, son
extremadamente agradables. Pero no solamente conservo un recuerdo apacible y
placentero de los nativos belgas, sino también de los amigos marroquíes con los
que bromeaba los sábados cuando iba a comprarles las frutas y verduras en el Graanmarkt
o me tomaba, con alguno de ellos, un té moruno con hierbabuena en un cafetín de
la Riemstraat.. Y uno especial de Fátima, una enfermera del hospital
universitario de la ciudad, que me atendió y cuidó como si fuera mi madre,
cuando estuve hospitalizado a causa de unas extrañas fiebres que cogí vaya
usted a saber dónde. Ésta es la Amberes y la Bélgica que preservo de forma
indeleble en mi memoria y en el corazón. Una amalgama de lenguas, de culturas,
de religiones y de modos diversos de sentir la vida; pero en la que todos:
belgas, holandeses, italianos, españoles, marroquíes, turcos etc. convivíamos
armoniosamente en barrios muy diferenciados, pero a los que todos íbamos sin
temor y sin odio.
¿Y qué ha
pasado desde entonces…? No lo sé muy bien. Supongo que algunas o muchas cosas,
las hemos hecho mal, para que ahora, algunos fanáticos descendientes de
aquellos magrebíes amables y tranquilos, se refugien y alisten en el ISIS y asesinen
en nombre de Alá por medio de actos terroristas. Y en este sentido, sí creo que
Occidente ha perdido definitivamente la batalla, aunque muchos interesados
halcones piensen y pretendan que el tema de ISSIS se arregla a bombazos. Ellos,
los terroristas que se inmolan en nombre del ISIS, no tienen nada que perder pues
occidente invadió algunos de sus países para rapiñar sus riquezas, desmanteló Estados,
suprimió ejércitos, mató, torturó a sus prisioneros y les humilló. ¿Qué
pensaban nuestros "grandes líderes" occidentales: los Busch, Blair y
Aznar, sobre todo, que se lo iban a perdonar? La guerra, insisto, creo que está
perdida y lo mejor que puede hacer occidente, si pretende recuperar la
tranquilidad, es marcharse de los países en los que está y dejarlos a su suerte
que se las arreglen y se maten entre ellos si es eso lo que quieren... Al fin y
al cabo es lo que históricamente ha ocurrido siempre.
Decía Edward
R. Murrow, reportero y comentarista americano que, “Nadie puede aterrorizar a
toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices.” Pensemos en
ello…
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