martes, 7 de febrero de 2023

Acerca de la consciencia. (1ª parte)

 

El siglo XIX fue el siglo de las ondas electromagnéticas portadoras de información, el siglo XX el de la física cuántica que ha dado un vuelco espectacular al conocimiento total y el siglo XXI parece ser que está destinado a ser el de la consciencia. Y, de hecho, ya se postula que se fabricarán aparatos que podrán realizar fotos de la energía; o sea, de la esencia que somos y que la vida sigue después de la muerte. No obstante, se materialicen o no estas perspectivas, es importante aclarar que consciencia y mente son dos conceptos que suelen confundirse. Hasta hace pocos años, la consciencia era un misterio; pero los avances de la neurociencia están empezando a clarificar qué es, aunque aún no hay una definición concreta ni se tiene la solución todavía. En este sentido, falta reconocer que la mente y la consciencia son diferentes y parece ser que la clave la tienen los sentimientos. De hecho, si sentimos dolor, enojo, ira o deseo es porque somos conscientes. Es decir, de alguna manera la consciencia es la habilidad de sentir el estado de la vida dentro de nuestro cuerpo en cualquier momento. Existen pues ciertas diferencias conceptuales entre lo que entendemos como mente y lo que intuimos a través de la palabra consciencia. Tanto la consciencia como la mente son intangibles, sin embargo lo que les divergencia es que la mente es un trasfondo conceptual, mientras que la consciencia es una elevación del terreno; es decir, un estado de la mente, subjetivo, unificado y continuo. La mente es el espacio en donde se reúnen la mayor parte de las manifestaciones mentales; pero…, y aquí reside la desigualdad más significativa, la mente disfruta de la capacidad de ser consciente e inconsciente, en tanto que la consciencia es invariablemente y por definición siempre consciente.

La Mañana 7.02.2023

En este contexto, cabe también señalar, que consciencia e inteligencia no son lo mismo. Según la psicología la consciencia es la facultad psíquica por la que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo. Mientras que la inteligencia es la capacidad de entender o comprender y resolver problemas. En efecto, las bacterias son inteligentes, los organismos con mil y más células pueden ser muy inteligentes. Y dichos organismos eligen lo que más les conviene para mantenerse vivos, para mantener la homeostasis; o sea, el equilibrio al que tiende un cuerpo biológico, pero no saben que lo hacen; sino que lo hacen de forma implícita. Mientras que los humanos tenemos el beneficio de ambos conceptos. No tenemos forma de regular la digestión, la respiración o la función del corazón, eso, como otros organismos vivos, lo hacemos igualmente de forma implícita. Pero, a diferencia de ellos, nos beneficiamos de un nivel de inteligencia encubierto y otro relacionado con nuestro discernimiento; pues sentir nos da conocimiento. Y es que el gran momento del desarrollo de la consciencia es el instante en que las criaturas comenzaron a tener sentimientos.

 

Igualmente, es importante destacar que la inteligencia y la racionalidad son también atributos diferentes. De facto, a pesar de la presunta inteligencia de las personas es muy fácil manipularlas para que crean algo, no hagan una cosa concreta o hacerles pensar que determinada situación les gusta más de lo que debería. La historia nos ofrece múltiples pruebas de ello y un ejemplo actual muy claro es lo que ha pasado y pasa con las redes sociales. Y todo eso, a pesar de que no cabe la menor duda que cada día nuestra especie se va haciendo más inteligente y se van descubriendo en todos los campos más certezas. Sin embargo, esto no quiere decir que seamos más racionales, pues la racionalidad es una habilidad y ésta falla con cierta frecuencia. Una clara muestra es que en plena pandemia, aún sabiendo que si se contagiaban y contraían la Covid 19, existía la posibilidad de que muriesen, mucha gente decidió no vacunarse. Una manifiesta y notoria evidencia, de que somos irracionales o directamente estúpidos. Y, obviamente, no hay vacuna posible para la estupidez.

 

Del mismo modo, es necesario destacar que los últimos avances en neurociencia sobre la consciencia, muestran que esa propiedad que suponíamos exclusivamente nuestra, no se ubica en la parte frontal del cerebro, que es la que más se ha desarrollado durante la evolución humana, sino en unas áreas traseras que coinciden con las que poseen los animales. De hecho su presencia ha sido confirmada en otros mamíferos y se piensa que también la poseen todos los vertebrados, incluidos los peces. Es decir, la consciencia no es un fenómeno exclusivo de los humanos, ni siquiera de los primates, sino que proviene de la propia evolución. En este aspecto, el solipsismo, la teoría filosófica que postula que la realidad externa solo es comprensible a través del yo, ya que este es la única realidad tangible, es una posición no difícil de refutar por la práctica diaria de la ciencia. Una aspirina o el paracetamol alivian el dolor en humanos y animales por igual. Por lo que la propuesta de que los animales no son conscientes de su sufrimiento creo que resulta inverosímil. Y es que lo que uno piensa sobre su propia mente resulta irrelevante y engañoso, como ha demostrado la neurología.

 

Por último, hay que aclarar la diferencia entre consciencia y conciencia. La consciencia es la facultad del ser humano para conocer la realidad y advertirse en ella, mientras que la conciencia es el juicio moral de lo que está bien y lo que está mal, en base a la percepción que se tiene de sí mismo y de su potencial para proceder sobre su entorno. Y la conciencia es así porque, como nos dice el refrán, ejerce, a la vez, de testigo, fiscal y juez.

 

(Continuará)

21 comentarios:

  1. Hola Juan Antonio:

    Me ha encantado tu disertación sobre la consciencia. Conscientemente actuamos, e inconscientemente también ,en función muchas veces del estado de ánimo en que nos encontremos, sosegados, con ira, cabreados, solitarios, en compañía, cansados, estresados, nerviosos, ………. , es una variable que hace que vayamos por caminos racionales o irracionales, lo cual nos indica también que ese estado de ánimo también afecta y determina el uso de la inteligencia, mayor o menor, que cada uno de nosotros tenemos para acuar de forma racional o irracional. Joder que complicado es esto.
    Sin embargo haces muy bien en separar la conciencia de estos elementos, ya que esta por norma general no falla, ya que en función de tu conocimiento, religión , creencia, enseñanza recibida, etc……, está muy arraigada y no es interpretable, ya que como bien dices, es juez y parte. Me encanta. Espero la 2º parte.
    Felicidades.
    Un abrazo,

    Rafa Santiago

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  2. La ciencia avanza muchísimo y creo que en un futuro no lejano podremos viajar l pasado y al futuro.

    Antonio Puig

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  3. Uffff!!! Está muy bien explicado: la consciencia, la conciencia, la mente, la racionalidad.... esperaremos el siguiente capítulo.
    Suerte que tienes gran facilidad para describir y dar a conocer conceptos fáciles de confundir.

    Buenas noches,
    Encarna

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  4. Quedo maravillada por tu artículo de hoy "Acerca de la consciencia (primera parte). Soy consciente que mi coeficiente intelectual no favorece el que pueda entender una gran parte de tu trabajo; lo comprendo, pero sería incapaz de resumirlo después de leer tu artículo, por lo que me es muy difícil hacer un comentario a no ser la profunda admiración que te tengo por tu inteligencia demostrada en cada uno de tus artículos y las conversaciones que ( más bien son lecciones particulares) tenemos en algún que otro caminar por el paseo marítimo. Espero no obstante la segunda parte de el artículo de hoy.
    Enhorabuena y un abrazo.

    Pili

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  5. Muy interesante el artículo. ¡Enhorabuena!

    Rosa

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  6. "No dormir para tener sexo: el hábito que está matando a una especie de marsupiales bercianos en riesgo de extinción". ¡Joder!, no he salido del susto que me ha dado ayer este artículo de El País y acabo de leer de manera rápida tú artículo de hoy y.......qué cojones has tomado y, encima, nos amenazas con el continuará...No obstante, leeré la segunda parte y te daré mi opinión, siempre que pueda, porque el artículo es para leer, tomar apuntes y pasar una semana de reflexión, creo que lo haces a propósito.

    Santiago Fernández

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  7. El artículo, muy bueno. Podrías continuar con otro sobre cómo se "educa" la conciencia a discernir el bien del mal y cómo, una vez educada, difícilmente cambia. Y como por inercia de generación en generación la educamos prácticamente con los mismos valores. Incluso cuando echamos por la borda al Cristianismo y nos jactamos de estar por encima del bien y del mal que adoctrina la religión, acabamos educando la conciencia con prácticamente y/o exactamente los mismos valores que hemos heredado del Cristianismo: el esfuerzo, la honradez, la humildad, cuidar al prójimo, etc.

    Jaume

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  8. Buenas noches...Interesante artículo tío, creo que algunas personas no tienen conciencia.

    Nacho.

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  9. Eres un crack. Me has aclarado conceptos que no entendía muy bien.. Gracias.

    Eva

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  10. Gracias Juan Antonio. ¿Has reflexionado sobre el hecho de que sólo un humano adulto es capaz de torturar? Ni siquiera un niño de edad suficientemente corta es capaz de ello. Requiere reconocerse como un yo y un tú (o un otro, puede tratar de torturar a un animal). Requiere 'meterse' dentro del otro y ser capaz de imaginar lo que está sintiendo. Si vieras a un chimpancé deleitándose en torturar a otro animal, cuidando de no matarle con el fin de que siga sufriendo podrías con razón pensar que ese chimpancé tiene ya conciencia de sí. Pero no hay ningún animal con esa autoconsciencia, ni siquiera un niño pequeño (todavía), sólo los humanos.
    Otra sugerencia. Las manifestaciones de dolor no implican que haya sufrimiento, esto sólo lo hay cuando hay alguien que está siendo consciente de que está sufriendo. Cuando le cortan la cola a una lagartija, ésta escapa corriendo sin dar muestras de dolor mientras que la cola se queda retorciéndose de dolor (???). En definitiva, sólo sufrimos cuando somos conscientes de que estamos sufriendo. Mi cuerpo puede estar dando muestras de dolor, como la cola de la lagartija, pero si yo estoy inconsciente (de mí mismo) yo no sufro.

    Martín Jaráiz

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  11. En una primera lectura , me parece muy bueno; pero es tarde y estoy cansada . Mañana lo volveré a leer porque hay algunos conceptos que no esto muy de acuerdo o quizás no lo he entendido,porque es durísimo. Mañana vuelvo.
    Buenas noches y un abrazo.

    Carmen

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  12. Conceptos muy bien descritos.

    Magda Sellarés

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  13. Hola Juan Antonio .
    Tu artículo me ha gustado mucho. Su contenido refleja un gran trabajo de investigación y recopilación de datos para desarrollar un tema tan interesante y bien elaborado que aporta información acerca de la consciencia que, al menos yo, desconocía. Seguro que la continuación será también muy interesante.

    Gracias y un abrazo.

    Anna

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  14. Leyendo tu artículo, denso y profundo, me viene a la memoria una frase de Marco Aurelio, que creo, tenía mucha razón "Los pensamientos condicionan tu vida, en positivo o en negativo".
    Por no hablar de la inteligencia emocional, tan difícil de canalizar.
    En cuanto a la conciencia, cada persona tiene un juicio de valor individual, que puede ser justo...o no.

    Gracias por compartir.

    Un abrazo.
    Magda D

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  15. Este artículo tuyo es para aprender, yo no tengo ni idea de todo lo que explicas, pero voy a guardar el artículo porque leyéndolo he aprendido muchas cosas y no quiero que se me olviden. Estás muy duro, pero yo también opino lo mismo, con los anti vacuna; claro, tu ya lo dices, no hay remedio contra la estupidez. Bueno, ahora a esperar la segunda parte que seguro seguiré aprendiendo cosas.

    Buenos días.

    Ramon

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  16. Solo puedo decir que has alcanzado un altísimo nivel al pensar y exponer todo esto. Celebro que sigas pensando y que lo hagas "a conciencia" y cargado de "consciencia" e inteligencia. ¡Demonio!, cuántas reflexiones, cuántas ideas y concepto y qué densos. Ya puedes ir pensando en lo que puedes o quieras llegar a ser de mayor. Te felicito.
    Un abrazo.

    Pepe

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  17. ¡Hola! Juan Antonio, gracias por el artículo. Una vez más pones luz allá donde hay penumbra. No sé si he entendido bien los conceptos. ¿Entonces se puede decir que si se debilita la mente y por tanto, la capacidad de ser consciente e inconsciente, el sujeto no será ya capaz de percibirse a sí mismo en el mundo, tampoco de sentir el estado de la vida en su propio cuerpo.?
    La pregunta que me sugiere todo esto es...los sentimientos de ese sujeto, ¿a dónde van? ¿a dónde el conocimiento reflejo de sus sentimientos? ¿implica entonces la demencia ausencia de sentimientos?...Y quiero pensar que no, que no puede ser.
    A este tema tan complejo como apasionante es necesario que aportes la continuidad prometida.

    Un abrazo,
    Miguel Ángel

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  18. Oye, perfecto. Te van a dar el premio "Asimov" por la calidad de tu capacidad de divulgación. Y el tema elegido no es nada sencillo.
    Muy bien.
    Jaime

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  19. Es una clase magistral. Hay que leerlo despacio y creo que una segunda lectura precisará algún aspecto que no me ha quedado claro.

    Que tengas un buen día.
    Mercedes

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  20. ¡Hola! Juan Antonio, te había prometido un comentario al presente artículo en el que, como siempre, demuestras tu erudición y raciocinio, enfrentándote a un tema complejo: Intentar clarificar la etimología y la realidad subyacente de unos conceptos neurológicos y filosóficos, que revisten una gran complejidad: la mente, la consciencia y la conciencia que, en el lenguaje coloquial, tienden a utilizarse indistintamente; pero que como tú bien desarrollas, se corresponden con distintos estadios cerebrales: la mente con todos sus procesos psíquicos internos, la consciencia como el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestros actos, tanto de modo espontáneo a partir de la información que nos proporcionan los sentidos o a través de un proceso de reflexión y la conciencia como capacidad de juicio sobre hechos morales, por lo tanto un proceso substancialmente subjetivo. Sin embargo creo que aún estamos lejos de conseguir una demostración empírica de como actúan dichos procesos desde un punto de vista neurológico por lo que no se pueden dar por supuestas algunas conclusiones de tipo científico, ya que deben tomarse con suma prudencia.
    Al mismo tiempo, me parece arriesgado enunciar, por ejemplo, que el siglo XIX fue él de los ondas electromagnéticas portadoras de información, ya que a pesar de que en dicho siglo hubo un gran desarrollo en los campos de la electricidad, el magnetismo, así como la transmisión de las ondas electromagnéticas, creo que es muy difícil identificar dicho siglo con estos avances específicos. Con todo es loable tu afán divulgador, el cuál merece mi mayor respeto.

    Un cordial saludo
    Jordi

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  21. Hola!
    Me ha gustado mucho tu artículo: claro, concreto y didáctico. Ya estoy esperando la segunda parte que promete ser tan interesante como la primera.
    Gracias y un abrazo,
    Elena

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Gracias por tus comentarios.