Casi cada año, cuando el otoño dobla su
espalda hacia el invierno, se apodera de mí un sorprendente estado de
melancolía que me vuelve más sensible ante este decaer de
la naturaleza y me obliga a mirarme intensamente hacia el interior de mi espejo.
Es en esta época, cuando se rebela mi consciencia y me recuerda que tengo todos
los años de una vida y algunos años más. No obstante, no pretendo que alguien
intente aliviarme el peso de mi espalda, porque mía es, sin más, la pesadumbre
y la gloria del tiempo que he cumplido. Tengo todos los años, día a día, de las
penas que he pasado; pero..., tengo también en mi morral las alegrías y
mantengo vivas esperanzas, porque en mi árbol hay todavía un nido en el que
acoger, cada mañana, a esta postrera estación del año.
Casi tantos años como yo tiene mi
recuerdo, grabado en la memoria que me trae al presente aquellos ya lejanos
juegos en la playa azotándome la brisa del mar y de las olas. Eran hermosos los
años y era bonita la barca que a mí y a otros muchos niños como yo, de una a
otra orilla del río nos llevaba...
La Vanguardia 23.12.2018 |
Desde entonces hasta hoy, desde los tiempos
de mi infancia, he ido cerrando mi alma. Encastillado en mis propios miedos he
tabicado mi vida, barricándome detrás de mis temores. Me he asegurado con
puentes levadizos, me he rodeado de fosos con pirañas, he puesto puertas,
cerrojos y fallebas, candados, cerraduras, pasadores, pestillos y barrotes en
torno a mis entrañas.
Hoy, y ahora, sólo trato de sacar una
sonrisa al día a día, un órdago a alguna insomne noche y echar un galgo al
minutero para que no acelere su andadura y me permita todavía sentir, pensar,
leer, escribir y ver amanecer un nuevo día. Y es que los cambios de estación
tienen para mí algo de noria. Posiblemente, porque son unos días extraños en
los que ya no es otoño, pero aún no es invierno. Unas fechas en las que parece
que, inviolado, el tiempo fluctúa en un casi ya, pero no todavía. Y algo, de
todo ello, le pasa a mi mente y mi cuerpo que tiene que ver con eso. Quizás por
ello, cuando el invierno vuelve, me sonríe el tiempo mientras carga a su
espalda la pesada caja de la vida...Y yo, me voy con él en busca de una nueva
primavera, mendigando aquella niñez que dejé anclada entre las luminosas
mañanas y correrías de la infancia...
Qué extraña sensación la que en estos
días, entre otoño e invierno, tengo, ¿será la vejez esto…?
Muy buena reflexión Juan Antonio. Nuestra vida, cuando vamos cumpliendo primaveras o inviernos, dependendiendo del momento anímico en el que uno se encuentre, es cuando nos ponemos a reflexionar. La vida es asi, como es, y no le podemos dar muchas más vueltas. No obstane, aunque no deberíamos, le damos muchas vueltas. Quizá sea por el hecho de que tenemos un cerebro que nos lo permite y que si no lo hacemos, se nos anquilosa, se llena de lagunas y espacios muertos, que nos van poco a poco invalidando y nos hace sentirnos inútiles en los frios y oscuros inviernos....
ResponderEliminarEscribes muy bien Juan Antonio.
Felicidades y Buenas Fiestas.
Miguel.
Muy bonito y acertado comparar las estaciones del año con el tiempo vivido y con tu y nuestras vidas
ResponderEliminarUn abrazo y feliz navidad
Dominique et Flora
He leído tus reflexiones en este cambio de estaciones. Creo que con transparencia, expones lo que hay en tu interior.
ResponderEliminarLaureano
Me ha encantado tu nostalgia reflexiva y poética. Expresas magistralmente lo que yo pienso sobre el paso del tiempo y no sé expresar tan acertadamente como tú.
ResponderEliminarGracias por hacernos refexionar.
Buenas noches.
Pilar
Los que hemos tenido todo el paso del tiempo del mundo apreciamos enormemente lo que escribes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jaime
Juan Antonio, gracias por compartirlo, me ha gustado!
ResponderEliminarKindest Regards. Saludos cordiales.
Jaume
En primer lugar, darte las grácias, por tu generosidad, ya que, me da la impresión de que no escribes por y para tí, sino que intentas, con tu declaración a corazón abierto, tocar la fibra y en esta ocasión, la del alma.
ResponderEliminarEn alguna momento te he dicho que parece leas mi interior; sobre todo, cuando escribes según que cosas,lo has bordado.
Es una satisfacción leerte, conocer un poco más tu vida y envidiar tu búsqueda, en el arcón de tus recuerdos, de aquella añorada niñez.
Un abrazo
Magda
Déu n'hi do, quin domini del llenguatje...molt maco, poètic, una certa melancolia, un bon grapat de filosofia de la vida. Es el millor que he llegit de tots els que has enviat. M'has deixat "épatée". Felicitations.
ResponderEliminarTeresa Castelló
Cuando el invierno vuelve, no es la vejez.
ResponderEliminarEs la claridad que tienes en tu mente y ese don para transmitir emociones.
Claustre Ferrer
Magnífico texto,como todos los tuyos.Reflexiones que muchas veces nos hacemos y que tú las expresas bellamente.
ResponderEliminarUn abrazo
Mª Carmen