domingo, 23 de diciembre de 2018

Cuando el invierno vuelve


Casi cada año, cuando el otoño dobla su espalda hacia el invierno, se apodera de mí un sorprendente estado de melancolía que me vuelve más sensible ante este decaer de la naturaleza y me obliga a mirarme intensamente hacia el interior de mi espejo. Es en esta época, cuando se rebela mi consciencia y me recuerda que tengo todos los años de una vida y algunos años más. No obstante, no pretendo que alguien intente aliviarme el peso de mi espalda, porque mía es, sin más, la pesadumbre y la gloria del tiempo que he cumplido. Tengo todos los años, día a día, de las penas que he pasado; pero..., tengo también en mi morral las alegrías y mantengo vivas esperanzas, porque en mi árbol hay todavía un nido en el que acoger, cada mañana, a esta postrera estación del año.

Casi tantos años como yo tiene mi recuerdo, grabado en la memoria que me trae al presente aquellos ya lejanos juegos en la playa azotándome la brisa del mar y de las olas. Eran hermosos los años y era bonita la barca que a mí y a otros muchos niños como yo, de una a otra orilla del río nos llevaba...
La Vanguardia 23.12.2018
Desde entonces hasta hoy, desde los tiempos de mi infancia, he ido cerrando mi alma. Encastillado en mis propios miedos he tabicado mi vida, barricándome detrás de mis temores. Me he asegurado con puentes levadizos, me he rodeado de fosos con pirañas, he puesto puertas, cerrojos y fallebas, candados, cerraduras, pasadores, pestillos y barrotes en torno a mis entrañas.

Hoy, y ahora, sólo trato de sacar una sonrisa al día a día, un órdago a alguna insomne noche y echar un galgo al minutero para que no acelere su andadura y me permita todavía sentir, pensar, leer, escribir y ver amanecer un nuevo día. Y es que los cambios de estación tienen para mí algo de noria. Posiblemente, porque son unos días extraños en los que ya no es otoño, pero aún no es invierno. Unas fechas en las que parece que, inviolado, el tiempo fluctúa en un casi ya, pero no todavía. Y algo, de todo ello, le pasa a mi mente y mi cuerpo que tiene que ver con eso. Quizás por ello, cuando el invierno vuelve, me sonríe el tiempo mientras carga a su espalda la pesada caja de la vida...Y yo, me voy con él en busca de una nueva primavera, mendigando aquella niñez que dejé anclada entre las luminosas mañanas y correrías de la infancia...

Qué extraña sensación la que en estos días, entre otoño e invierno, tengo, ¿será la vejez esto…?



10 comentarios:

  1. Muy buena reflexión Juan Antonio. Nuestra vida, cuando vamos cumpliendo primaveras o inviernos, dependendiendo del momento anímico en el que uno se encuentre, es cuando nos ponemos a reflexionar. La vida es asi, como es, y no le podemos dar muchas más vueltas. No obstane, aunque no deberíamos, le damos muchas vueltas. Quizá sea por el hecho de que tenemos un cerebro que nos lo permite y que si no lo hacemos, se nos anquilosa, se llena de lagunas y espacios muertos, que nos van poco a poco invalidando y nos hace sentirnos inútiles en los frios y oscuros inviernos....
    Escribes muy bien Juan Antonio.

    Felicidades y Buenas Fiestas.

    Miguel.

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  2. Muy bonito y acertado comparar las estaciones del año con el tiempo vivido y con tu y nuestras vidas

    Un abrazo y feliz navidad

    Dominique et Flora

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  3. He leído tus reflexiones en este cambio de estaciones. Creo que con transparencia, expones lo que hay en tu interior.

    Laureano

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  4. Me ha encantado tu nostalgia reflexiva y poética. Expresas magistralmente lo que yo pienso sobre el paso del tiempo y no sé expresar tan acertadamente como tú.

    Gracias por hacernos refexionar.

    Buenas noches.


    Pilar

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  5. Los que hemos tenido todo el paso del tiempo del mundo apreciamos enormemente lo que escribes.

    Un abrazo.
    Jaime

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  6. Juan Antonio, gracias por compartirlo, me ha gustado!

    Kindest Regards. Saludos cordiales.

    Jaume

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  7. En primer lugar, darte las grácias, por tu generosidad, ya que, me da la impresión de que no escribes por y para tí, sino que intentas, con tu declaración a corazón abierto, tocar la fibra y en esta ocasión, la del alma.
    En alguna momento te he dicho que parece leas mi interior; sobre todo, cuando escribes según que cosas,lo has bordado.
    Es una satisfacción leerte, conocer un poco más tu vida y envidiar tu búsqueda, en el arcón de tus recuerdos, de aquella añorada niñez.

    Un abrazo

    Magda

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  8. Déu n'hi do, quin domini del llenguatje...molt maco, poètic, una certa melancolia, un bon grapat de filosofia de la vida. Es el millor que he llegit de tots els que has enviat. M'has deixat "épatée". Felicitations.
    Teresa Castelló

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  9. Cuando el invierno vuelve, no es la vejez.
    Es la claridad que tienes en tu mente y ese don para transmitir emociones.
    Claustre Ferrer

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  10. Magnífico texto,como todos los tuyos.Reflexiones que muchas veces nos hacemos y que tú las expresas bellamente.

    Un abrazo

    Mª Carmen

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Gracias por tus comentarios.